
Es Tiempo de Conectar, enero 23
Distinguir entre lo verdadero y lo falso
»Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero en realidad son lobos feroces.
Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan.
¿Acaso puedes recoger uvas de los espinos o higos de los cardos? Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos malos.
Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos.
Por lo tanto, todo árbol que no produce frutos buenos se corta y se arroja al fuego. Así es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones.” Mateo 15: 15-20
¿Quién ha tenido influencia en tu vida?
Recuerdo de jóven a un amigo del barrio que se presentaba como un tipo inteligente, muy leído y nos quiso influir con ateísmo y marxismo, de verdad que nos impresionaba su intelecto pero después de un tiempo se pudo descubrir sus motivaciones.
Después fui parte de un grupo juvenil que al comienzo tuvo buenas intenciones, dejamos todo, nos consagramos con mucha oración y ayuno pero que al tener un liderazgo malsano, exclusivista y manipulador, se desvió y terminó mal.
Antes de esto, recuerdo cómo un amigo de la familia, veterano de la guerra de Corea, ganó la confianza de mis padres quienes no sabían que era un hombre con muchos problemas y nos dio las llaves de su apartamento con malas intenciones.
Jesús comienza diciendo Mateo 15:15 con una advertencia, “Tengan cuidado.”
Esta enseñanza es una fuerte advertencia contra los hipócritas y poder evaluar bien a los que se presentan como grandes maestros, gente que inclusive dirige multitudes, pero al fin son falsos profetas.
Jesús nos recuerda de una manera sencilla cómo reconocer a un falso o verdadero líder y es siempre mirar sus frutos y discernir sus motivaciones. No es difícil.
Es fácil diagnosticar un árbol bueno y saludable por la calidad de su fruto y lo mismo pasa con un árbol enfermo, el asunto es que la gente anda en búsqueda de seguridad, que les digan qué va a pasar en su futuro, que les guíen, que les den importancia.
Jeremías 23:2, “Por lo tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel, a los pastores: «En vez de cuidar de mis ovejas y ponerlas a salvo, las han abandonado y las han llevado a la destrucción.”
Muchos se jactan de sus logros, de las cosas materiales que poseen, de su conocimiento y su talento, pero nosotros nos jactamos de un gran Padre que tenemos. Él y sólo Él nos dará la victoria, en Él podemos confiar nuestro destino, en Él podemos vivir seguros.
La parábola del árbol y su fruto nos sirve como advertencia sobre los líderes, incluidos los líderes religiosos.
¿Qué mensaje enseñan? ¿Cómo reflejan sus acciones lo que dicen creer? ¿Existe coherencia? Esta parábola, sin embargo, también sirve como examen de conciencia personal.
Así como el fruto de un árbol revela su naturaleza, y la salud de tal fruto da evidencia de la vitalidad del árbol, el fruto de nuestras vidas ofrece evidencia de quiénes somos.
Es importante examinar y evaluar mi sentido de seguridad, pues cuando soy una persona insegura, le doy el control fácilmente a otro.
Lo que más anhelamos es que Dios nos responda cuando estamos pasando por tiempos de dificultad, la voz de Dios en esos tiempos trae paz a nuestro corazón. Su Palabra nos hace saber que estamos protegidos de todo mal.
Disney, la compañía de entretenimiento, usa un slogan que dice: “El lugar más feliz del mundo”,” en Dios el slogan es más completo: “Jesús es quien te hace la personas más feliz del mundo.”
¡Qué alegría! ¡Qué triunfo! ¡Que victoria! Es Dios quien contesta nuestras oraciones.
Asegúrate de que estás en buenos pastos, que estás alimentando tu vida espiritual sanamente y no te estás dejando influir por corrientes y personas malsanas.
A Dios le gusta que tengamos sed por Él, y que recurramos a Él para recibir todo lo que necesitamos.
No habrá alguien que nos ame más, nadie estaría dispuesto a dar su vida por nosotros, Jesús es la única fuente de nuestra vida.
Isaías 55:1 “A todos los sedientos: Venid a las aguas.”
Solo viviremos completamente satisfechos cuando estemos en su casa, en su presencia.
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