Es Tiempo de Conectar, junio 026
José, de los sueños a la realización del propósito
«Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas. Génesis 50:20
José, hijo de Jacob y Raquel, es uno de los personajes más inspiradores de la Biblia. Su historia es un testimonio poderoso de cómo Dios usó el dolor, la traición y la injusticia de sus propios hermanos para cumplir sus planes eternos.
Es reconocido por su túnica de colores que le regaló su padre Jacob pues era un hijo predilecto pero la verdadera riqueza de la historia de José no está solo en lo que llegó a ser, sino en su largo camino de obediencia, sufrimiento y fe inquebrantable.
José fue un joven que tuvo un sueño y que este sueño le acarreó muchos enemigos
Desde muy joven, José tuvo sueños dados por Dios, sueños que mostraban que iba a tener una posición de liderazgo.
Pero en lugar de ser celebrado, sus hermanos le tuvieron envidia y lo vendieron como esclavo y fingieron su muerte.
Veo a muchos jóvenes a lo largo de América Latina con grandes sueños, pero las circunstancias, pobreza, falta de oportunidades, violencia, corrupción, parecen querer apagarlos. La historia de José nos recuerda que cuando Dios pone un sueño en tu corazón, ningún hombre puede destruirlo si permaneces fiel.
José fue fiel siendo esclavo, aún en medio de pruebas y tentaciones, pudo haber tomado desechos, pero se guardó..
Ya en Egipto, José fue vendido como esclavo a Potifar. A pesar de su dolor y de estar lejos de casa, José eligió ser fiel. No se rebeló ni se amargó, al contrario, trabajó con excelencia y prosperó.
Pero incluso ahí, la prueba llegó. La esposa de Potifar lo acosó, y él huyó del pecado en vez de caer en él, aunque el precio que tuvo qué pagar fue la cárcel.
Muchos en su lugar habrían dicho: “¿Para qué seguir haciendo lo correcto si me va mal?”
Pero José no negoció sus principios lo cual habla de su carácter, no se acomodó a lo fácil.
José cayó en el olvido pero no por Dios.
Aún en prisión, José siguió sirviendo y usando sus capacidades. Interpretó sueños, ayudó al carcelero y fue olvidado por quienes prometieron ayudarle.
¿Cuántas veces sentimos lo mismo y nos decimos a nosotros mismos, hice lo correcto, ¿y así me pagan?
Pero aunque los hombres olviden, Dios nunca lo hace. El tiempo de espera de José no fue tiempo perdido, sino tiempo de formación.
José fue promovido por Dios, no por contactos
Finalmente, el Faraón tuvo un sueño que nadie podía interpretar. Y entonces, se acordaron de José, fue sacado del calabozo y llevado ante el rey. En un solo día, pasó de prisionero a primer ministro de Egipto.
Cuando Dios decide promoverte, ni la cárcel ni el olvido pueden impedirlo.
José no necesitó contactos políticos ni una buena hoja de vida, fue Dios mismo quien lo levantó por su fidelidad, sabiduría y humildad.
Perdonó a sus hermanos que le hicieron daño
La parte más conmovedora de su historia es cuando sus hermanos llegan a Egipto pidiendo comida, sin saber que estaban frente a su propio hermano. José tenía el poder de vengarse, pero eligió perdonar.
Y no solo eso, sino que los bendijo, los abrazó y les dio una nueva oportunidad.
Él pudo entender que todo el dolor que había sufrido era con propósito. Lo que otros quisieron usar para destruirlo, Dios lo usó para salvar vidas.
Tal vez tú también fuiste traicionado, rechazado o humillado por quienes debían cuidarte.
Tal vez estás en una “cárcel” emocional, esperando justicia.
Tal vez estás preguntándote: “¿Dónde está Dios cuando más lo necesito?”
La historia de José nos recuerda que Dios está trabajando incluso cuando parece que está en silencio.
Preguntas cruciales:
¿He dejado que el dolor o la injusticia me amarguen, o estoy permitiendo que Dios me forme en medio de la prueba?
¿Estoy siendo fiel a Dios, aún cuando no veo resultados inmediatos?
¿A quién necesito perdonar, sabiendo que Dios usará incluso el daño para su gloria?
Oración:
Señor, gracias por enseñarme a través de la vida de José. Ayúdame a confiar en ti en los momentos de traición, injusticia o espera. Que mi carácter sea forjado en la prueba, y que mis sueños no se apaguen por las circunstancias. Enséñame a perdonar como tú me has perdonado y a vivir con la certeza de que lo que hoy no entiendo, tú lo usarás para bien. Amén.
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Escrito y narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global