
Es Tiempo de Conectar, julio 028
Cuando Dios Se Preocupa Por Nuestros Detalles
«Y el hacha cayó en el agua; y gritó, diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada! Entonces el varón de Dios dijo: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar.
Entonces Eliseo cortó un palo, y lo echó allí, e hizo flotar el hierro.» 2 Reyes 6:5–6.
Los discípulos de los profetas estaban construyendo un lugar más amplio donde vivir y donde aprender del profeta Eliseo.
Cuando fueron a cortar la madera para las nuevas instalaciones, a uno de ellos se le cayó al río el hacha que era prestada, angustiado y con sentido de responsabilidad le pide ayuda a Eliseo, quien realiza un milagro aparentemente pequeño pero audaz: hace flotar el hierro en el agua.
A primera vista, parece un relato simple. No hay enfermedad sanada ni ejército vencido. Solo un hacha que cae y Dios que interviene.
Este milagro nos recuerda una gran verdad: que Dios se interesa por lo que a ti te importa, incluso así parezca pequeño. Incluso si no es espiritual. Incluso si fue tu error.
Para la mayoría de nosotros, que se nos pierda una herramienta no sería motivo de oración. Pero este joven aprendiz sabía que estaban haciendo algo importante para Dios y que Él podía intervenir. ¿Y qué hace Eliseo? No lo regaña, no lo ignora sino que pregunta, “¿Dónde cayó?”
Dios nos pregunta hoy: ¿Dónde perdimos el gozo, donde perdimos la visión, donde perdimos el ánimo, la fe y la pasión por servir?
A veces seguimos adelante como si nada y nos acostumbramos a las pérdidas, lo único cierto es que no podemos cortar leña sin el hacha. No podemos seguir sirviendo si hemos perdido lo que nos da efectividad espiritual. Nuestra vida no va a ser fructífera si hemos perdido la integridad.
Lecciones del hacha flotante:
Dios se preocupa por cada detalle de tu vida.
Si le importa un hacha prestada, ¿cuánto más le importa tu corazón, tus sueños, tus cargas?
Lo que parece perdido puede recuperarse.
Dios puede “hacer flotar” lo que creías hundido para siempre.
La restauración comienza cuando reconoces la pérdida.
Este joven clamó: “¡Era prestada!” No encubrió el error. Lo expuso. Y ahí comenzó el milagro.
Hoy, el Señor quiere recordarte que nada está demasiado perdido para Él. No importa si lo dejaste caer por descuido, por cansancio, o por falta de visión. Él puede restaurar lo que se hundió. Solo tienes que señalar el lugar.
Oración:
Señor, gracias porque me recuerdas que te importan todos los detalles de mi vida. Hoy vengo delante de ti a reconocer lo que he perdido. Tal vez fue mi pasión, mi gozo, mi fe, o mi claridad. Muéstrame dónde lo dejé caer, y haz el milagro. Haz flotar lo que ya no podía recuperar. Restaura lo que parecía perdido. Amén.
Te animamos a que dones en el siguiente enlace https://conectarglobal.org/donaciones/ . Así nos apoyarás a seguir con este hermoso servicio de llegar a muchas más personas.
Y que hagas uno de nuestros cursos en www.conectarglobal.org que son sin costo alguno.
Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global