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Es Tiempo de Conectar, enero 30

Desesperados pero no derribados

“Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor.
Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango.

Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó.

Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios.

Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el Señor.” Salmo 40:1-4

Dios permitió que David pasara por muchos momentos de desesperación, como todos nosotros, sin embargo se refugió en aquel que todo lo puede y que todo lo sabe.

Leemos en Génesis 37 que José era un jóven preferido por su padre y por esto era la envidia de sus hermanos, dice que ni le dirigían la palabra y tuvo dos sueños en los cuales no sólo sus hermanos sino la luna y las estrellas le rendían tributo y por estos sueños sus hermanos le odiaron aún más, le echaron en una cisterna y por nada lo matan pero fue vendido como esclavo a unos mercaderes que pasaban camino a Egipto.

¿Has tenido momentos en los cuales has soñado lograr grandes propósitos para tu vida pero terminas hundido en problemas?

Así como a David, a José y a muchos otros, las circunstancias nos han llevado a la desesperación. Dificultades con un jefe o compañero(a) difícil en el trabajo, desesperados en medio de un mar de deudas, un(a) hijo(a) pasando por momentos difíciles?

David tuvo la bendita paciencia que nos falta a muchos y esperó en Dios, ¿tú qué haces en tus momentos de desespero?

A José lo dejaron sus hermanos en la cisterna y después lo vendieron como esclavo pero Dios tenía planes con su vida.

¡Qué tan importante es que pasemos por procesos que pulen nuestro carácter y que forman humildad y dependencia de Dios en nuestras vidas!

David tenía la promesa de que iba a ser rey y José era el mimado de su padre y esperaba su momento para brillar pero les llegó primero el trato de Dios al permitirles pasar por momentos de desesperación.

Si Dios te ha dado dones de liderazgo y quieres ser influyente, lo primero es aprender a servir.

“Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá convertirse en esclavo.” Mateo 20: 26-27.

Ser fieles en lo poco para que se nos encargue lo mucho.

“Si son fieles en las cosas pequeñas, serán fieles en las grandes; pero si son deshonestos en las cosas pequeñas, no actuarán con honradez en las responsabilidades más grandes.”
Lucas 16:10

David en efecto terminó siendo el rey de Israel y José el segundo al mando en Egipto pero tuvieron qué ser tratados, molidos y quebrantados primero.

Hasta que esto no ocurra no vamos a ser promovidos.

Recuerdo muy bien en mi iglesia a un jóven líder, muy carismático y popular y logró destacarse entre otros líderes. Llegó a la cima muy rápidamente sin haber sido procesado y tristemente su caída fue dura perdiendo a su propia familia y terminando en algo para lo que no era su llamado, chofer de camiones.

Salmo 46:10, “¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios!”

Así que, cuando te echen en una cisterna o estés metido en un lodazal, no esperes a que lleguen corriendo para rescatarte, Dios mismo estará contigo y te dará descanso.

¡Ni el lodazal ni la cisterna son el destino final sino el palacio y así fue tanto para José como para David y será para ti.

¿Sabes para qué es bueno el lodazal y la cisterna?

Para santificarte, limpiar tanta impureza y rendirte a Él. Sólo entonces Dios va a sacar a relucir de qué estás hecho y el gran Dios que tienes. Te lo digo por experiencia.

Gracias por mi cisterna y mi lodazal, decido no hacer mi morada allí pues mi destino es el palacio, el Reino de Dios. Amén.

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