Es Tiempo de Conectar, mayo 030

Al borde del fuego

«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar». Hechos 2:1

«En la mañana del tercer día hubo truenos y relámpagos, con una nube espesa sobre el monte… y el monte Sinaí se cubrió de humo, porque el Señor descendió sobre él en fuego». (Éxodo 19:16, 18)

«¡Gracias a Dios! Él nos da la victoria a través de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto… Que nada te conmueva». (1 Corintios 15:57–58)

La nueva comunidad está al borde no precisamente del colapso, sino de la liberación. Lo que comenzó con inmensa anticipación está convirtiéndose en tiempo de formación y preparación.

Hay un tipo de silencio que vibra con la anticipación de lo algo grande que va a ocurrir. Un silencio sagrado donde no predomina el caos, sino la convergencia. No el colapso, sino la liberación. Al igual que una mujer en trabajo de parto, hay una alarma interna que le dice que se prepare, que una nueva vida está a punto de irrumpir.

Aquí es donde encontramos a los discípulos en Hechos 2:1. No están perdidos. No están solos. Para entonces, la tumba ha estado vacía 40 días. El Rey ha ascendido y ahora la comunidad reunida está esperando la llama que no consumirá, sino que se encenderá.

Ecos del Sinaí, pero no iguales
Este momento suena como Éxodo 19 cuando Dios mismo desciende en fuego. La montaña temblando y truenos irrumpen en el cielo. Pero hay una diferencia. En Éxodo, se le dijo a la gente: Apártense, no se acerquen, ahora, en Hechos, se les va a decir: Acérquense. 

La misma presencia que en el Antiguo Testamento mantuvo a las personas a distancia ahora se prepara para habitar dentro de ellas. La montaña tembló. Ahora un pueblo va a arder, no con juicio y reglas, sino con propósito y amor santo.

Es para esto que nos prepara la resurrección. No solo levanta cuerpos de las tumbas como ocurrió sino que nos despoja del miedo y libera a la gente del común para que puedan tener una participación extraordinaria. 

Una vida santa que no solo espera llegar al cielo, sino que vive de tal manera que el cielo se abre paso y se vive ahora. Estos discípulos no eran perfectos. Pero estaban dispuestos. Y esa es la disposición que Dios bendice.

¿Cómo es el cielo?
A través del viento, el trueno y el fuego, la nueva creación está a punto de hablar como voces que declaran la gloria de Dios en todos los idiomas de la tierra. Y detrás vendrá el sonido seguro de la victoria.

«Gracias a Dios que nos da la victoria…» Como leímos en 1 Cor 15;57.

La victoria sobre la muerte.
La victoria sobre el miedo.
La victoria sobre el silencio que una vez obsesionó a los que esperaban en el aposento alto.

Así que la espera está a punto de terminar, el fuego está a la puerta.

Conclusiones:
¿Estás parado justo frente a algo que Dios está preparando para encender en ti?
¿Has confundido el silencio de Dios con la ausencia, cuando en realidad es anticipación?
¿Cómo se siente estar listo, no perfecto, pero dispuesto, para la venida del Espíritu Santo?

Oración de Restauración:
Dios de fuego y gloria, me encuentro justo al borde de lo que estás a punto de hacer. Refina mi temor para convertirlo en prontitud. Que mi alma tiemble de asombro, no de duda. Y cuando Tú te manifiestes no permitas que yo retroceda. Déjame arder, no con el ruido del mundo, sino con poder y propósito. Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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