Es Tiempo de Conectar, diciembre 04
El impacto del liderazgo
“Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime.” Proverbios 29:2
Vivimos en un momento de la historia donde se saben tantas cosas, el conocimiento abunda, se saben cosas de personas que antes era difícil saber.
Hubo reyes de Israel que hicieron lo malo y reyes que hicieron lo bueno y su liderazgo afectó a toda una nación.
Jeroboam en 1 Reyes 12–14, un líder que promovió la división de Israel, creó su propio sistema de culto, levantó ídolos para que el pueblo no subiera a Jerusalén y como resultado normalizó la idolatría y afectó a su propia y a futuras generaciones.
Otro rey que afectó al pueblo para mal fue Acab y su esposa Jezabel en 1 Reyes 21 donde leemos sobre la manera cómo abusaron del poder y persiguieron a los profetas que denunciaban su mal liderazgo trayendo como resultado violencia, sequía y temor.
O el rey Manasés en 2 Reyes 21 quien llenó a Jerusalén con prácticas paganas y como resultado se generalizó la corrupción.
¿Cómo podemos aplicar esto a nosotros hoy?
Un gerente de una empresa que manipula cifras y crea una cultura de trampa donde su equipo cree que mentir es parte del trabajo.
Un funcionario público que usa el cargo para beneficio propio y vuelve normal el soborno trayendo como consecuencia la falta de recursos para los necesitados, desorden administrativo y una ciudad, una iglesia o una empresa que va a la deriva.
Un influencer que glorifica lo tóxico, el odio, la sensualidad y la burla arrastrando a jóvenes a creer que eso se llama éxito.
El pecado de un líder es muy dañino porque se convierte en modelo.
Sin lugar a dudas se cumple lo dicho por Jesús “Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.”
Lucas 8:17
Ahora aprendamos de líderes que hicieron lo recto como:
El Rey Ezequías en 2 Crónica 29–31 quién abrió las puertas del templo, restauró la adoración, llamó a la consagración y trajo como resultado avivamiento y orden.
El Rey Josías en 2 Reyes 22–23 quien apenas encontró el Libro, el Pentateuco, lloró y reformó a una nación en crisis, quitó los ídolos, renovó el pacto, celebró la fiesta de la Pascua trayendo como resultado el regreso de la nación a la Palabra de Dios y a la unidad.
En 2 Sam 7; Sal 78:72, dice que David “los pastoreó con corazón íntegro.” El resultado fue dirección sabia, ejemplar y humilde.
Aplicación: Un alcalde o alcaldesa que centra su gestión en transparencia y rendición de cuentas proveyendo cuidado al vulnerable, inspirando a voluntarios y generando iniciativas que transforman barrios y comunidades enteras.
Un empresario que paga sueldos justos y honra a su equipo, crea prosperidad sostenible y buena reputación.
Un pastor o el párroco de una iglesia que evade prácticas corruptas y pone estándares claros de ética e integridad.
La coherencia del líder abre puertas y crea una cultura sana.
El Rey Manasés en 2 Cr 33:12–13 es un caso especial pues se humilló, se arrepintió y reparó lo dañado.
Fue un líder con un historial gris que corrigió el rumbo, decidió restituir el daño, y emprendió nuevas prácticas.
Revisa tu vida. ¿Qué prácticas estás normalizando con tus decisiones, tus palabras, tus hábitos, y con tus prioridades?
Vuelve al Libro: como Josías, reordena tu vida y tus decisiones con la Palabra.
Practica la justicia no importa que sea pequeña pero que sea diaria: paga a tiempo, cita las fuentes, cumple lo prometido, protege al débil.
Haz un compromiso de orar y leer las Escrituras, ora brevemente al iniciar tareas, haz un corto devocional en familia y practica la gratitud ayudando a los menos afortunados.
Te pregunto,
¿Qué clase de cultura produce tu liderazgo, miedo o confianza; apariencia o transparencia?
¿Qué ídolo, así sea pequeño, tienes guardado y que debes eliminar. Tu ego, cifras amañadas, una falsa imagen, placeres, o cosas que no quieres soltar?
¿Cuál va a ser la primera reforma que vas a implementar esta semana; un hábito, una costumbre, una conversación?
Oración
“Señor, oro por nuestros líderes, dame el corazón de David, la capacidad de diagnóstico de Josías y el valor de Ezequías. Si he actuado como Acab o como Jeroboam, llévame al arrepentimiento y a la restitución. Haz de mi liderazgo un ejemplo que inspire a otros. Amén.”
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