Es Tiempo de Conectar, febrero 05

Su buen Espíritu te guía

Así como el espíritu del hombre conoce las cosas profundas del hombre, del mismo modo el Espíritu Santo conoce lo más íntimo de Dios.

Cuando tenemos un encuentro con el Espíritu Santo, Él empieza a obrar en nosotros de una manera dulce y especial y nos ayuda a vivir con esperanza. El Espíritu Santo es una persona, es tan real como tú y como yo, le hieren nuestras palabras, nuestras actitudes y nuestra indiferencia.

Él nos anhela, desea que le consultemos y que pongamos a Su disposición cada paso que vayamos a dar. El Espíritu Santo tiene intelecto sólo alguien con intelecto tiene la capacidad de explorar, examinar y buscar.

1 Corintios 2:10, «Pero fue a nosotros a quienes Dios reveló esas cosas por medio de su Espíritu. Pues su Espíritu investiga todo a fondo y nos muestra los secretos profundos de Dios.»

Lo que el Espíritu Santo descubre de Dios nos los revela a nosotros, sus amigos.

v.11, «Nadie puede conocer los pensamientos de una persona excepto el propio espíritu de esa persona y nadie puede conocer los pensamientos de Dios excepto el propio Espíritu de Dios.»

Pídele al Espíritu Santo que te revele los pensamientos de Dios para ti y tu familia. Pídele que te muestre los argumentos a favor que tienes y que te guíe en cada paso.

¡Hazte Su socio y dale todo el control de tu vida, no tengas temor!

Debemos darle la libertad total para elaborar los cambios que se requieran en nosotros. Si lo reconocemos en nuestras decisiones, Él enderezará nuestras sendas.

Proverbios 3:6 dice: “Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.”

Cuando nos hacemos sus socios, nuestros bienes son mancomunados y nuestros recursos son ilimitados, Su poder es compartido y tú y yo somos bendecidos. El Espíritu Santo es el que decide a quién le otorgará los recursos divinos que los amigos de Dios necesitan.

Nehemías 9:20, «Enviaste tu buen Espíritu para que les enseñara, y no dejaste de alimentarlos con maná del cielo ni de darles agua para su sed.»

El Espíritu Santo tiene mucho qué enseñarte, siéntate a aprender con la Biblia abierta y aquieta tu corazón para que puedas comprender su propósito con tu vida. Nunca dejará de alimentarte ni a ti ni a los tuyos, cada mañana que lo busques de corazón encontrarás el «maná del cielo» y el «agua de vida.»

Los sedientos son los que están inconformes con lo mismo, los sedientos quieren más y más de Dios. ¡Disfruta de Su comunión, el Espíritu Santo te ama!

Romanos 15:30, «Mis amados hermanos, les pido encarecidamente en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que se unan a mi lucha orando a Dios por mí. Háganlo por el amor que me tienen, ese amor que el Espíritu Santo les ha dado.»

El amor es una de las características que el Espíritu tiene, yo he experimentado el amor del Espíritu Santo.

Cuando he pasado por momentos difíciles en mi vida, Él se ha preocupado por mí como nadie.

Cuando tuve una necesidad apremiante, Él nunca me dejó solo… por eso le canto, «Todo se lo debo a Él.»

Lo primero que debemos hacer al levantarnos cada mañana es alimentar nuestra alma, ingerir el alimento espiritual aun antes que el físico; nuestra primera conversación debe ser con el Espíritu Santo antes que con cualquier otra persona. Debemos mirarlo a Él antes de mirar a cualquier otra circunstancia.

No lo entristezcamos con la dureza de nuestro corazón.

Efesios 4:30, «No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención.»

Tú y yo tenemos algo que nos identifica como suyos, que nos garantiza y nos ha marcado como salvos… entonces que nuestra vida no le cause dolor al Espíritu Santo sino alegría.

La palabra entristecer significa atormentar, causar pesar, vejar, ofender, insultar o causar dolor. El Espíritu Santo tiene un corazón tierno que fácilmente llora por ti y por mí.

Los versos 24-29 de Efesios 4 nos dice cómo podemos causarle dolor:

«Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo.

Así que dejen de decir mentiras. Digamos siempre la verdad a todos porque nosotros somos miembros de un mismo cuerpo.

Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo.

Si eres ladrón, deja de robar. En cambio, usa tus manos en un buen trabajo digno y luego comparte generosamente con los que tienen necesidad.

No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan.”

Así que no digas mentiras, di siempre la verdad. No peques, vive en santidad.

No dejes que el enojo te controle, sino que el Espíritu Santo te controle. No le des lugar al diablo, dale lugar a Dios.

No tomes lo que no es tuyo.

No pronuncies palabras que lo ofendan. Cambia tu lenguaje, que todos puedan ver que eres una nueva criatura, que vives en una nueva dimensión espiritual.

Job 22:26 NTV, “Entonces te deleitarás en el Todopoderoso y levantarás tu mirada a Dios.”

¡Te invito a que vivamos este Nuevo Año con la mirada puesta en Dios! No camines mirando al piso, sintiéndote menos que los demás. ¡Levanta tu mirada y camina erguido porque tu Dios es un cumplidor de promesas y concede los deseos más íntimos a aquellos que se deleitan en Él. Cuéntale tus planes y Él te incluirá en los suyos.

Tú puedes llegar a ser el deleite de Dios y la alegría del Espíritu Santo.

Sofonías 3:17 NTV, “Pues el Señor tu Dios vive en medio de ti. Él es un poderoso salvador. Se deleitará en ti con alegría. Con su amor calmará todos tus temores. Se gozará por ti con cantos de alegría.”

Me lo imagino con una gran sonrisa desde el cielo, deleitándose en ti cuando te despiertas y lo saludas, deleitándose en ti cuando le cantas en la ducha, deleitándose en ti cuando le separas un lugar en tu mesa, cuando le consultas qué hacer en tu trabajo… Desde los cielos dice: “¡Este es mi hijo, este es mi hija, mi predilecta, mi preferida, voy a concederle los anhelos más íntimos de su corazón.”

Deleitarte en Él no es cuánto tú le hables, sino cuánto tú aprendes a escucharlo.

Guarda silencio, cierra tus ojos, piensa en Él, memoriza la Escritura y te aseguro que los cielos se abrirán.

Sí, Él se levantará de Su trono y descenderá a conversar con el deleite de su ser el cuál eres TÚ.

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