▷La esperanza en Dios nos fortalece

Es Tiempo de Conectar, septiembre 05

La esperanza en Dios nos fortalece

 

Leamos la siguiente historia en 1 Samuel 11:1-9 NTV .

«Como un mes después, el rey Nahas de Amón dirigió a su ejército contra la ciudad israelita llamada Jabes de Galaad. Pero los habitantes de Jabes pidieron paz.

Haz un tratado con nosotros y seremos tus siervos, rogaron. Está bien, dijo Nahas, pero con una sola condición. ¡Le sacaré el ojo derecho a cada uno de ustedes para deshonrar a todo Israel!

¡Danos siete días para enviar mensajeros por todo Israel! respondieron los ancianos de Jabes. Si nadie viene a salvarnos, aceptaremos tus condiciones.

Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl y le contaron al pueblo acerca de su aprieto, todos se echaron a llorar. Saúl había estado arando un campo con sus bueyes y, cuando regresó a la ciudad, preguntó: «¿Qué les pasa? ¿Por qué están llorando?». Así que le contaron del mensaje de Jabes.

Entonces el Espíritu de Dios vino con poder sobre Saúl y se enojó mucho. Así que, tomó dos bueyes, los cortó en pedazos y envió mensajeros para que los llevaran por todo Israel con el siguiente mensaje:

«¡Esto es lo que le pasará a los bueyes del que se niegue a seguir a Saúl y a Samuel a la batalla!».

Entonces el Señor hizo que la gente tuviera miedo del enojo de Saúl, por lo tanto, todos salieron a la guerra como un solo hombre.

Cuando Saúl los movilizó en Bezec, se dio cuenta de que había trescientos mil hombres de Israel y treinta mil de Judá.

Entonces Saúl envió a los mensajeros de regreso a Jabes de Galaad para decir: «¡Los rescataremos mañana antes del mediodía!». Cuando llegó el mensaje, ¡hubo gran alegría en toda la ciudad!»

El pueblo de Jabes, a pesar de la amenaza, no había perdido la esperanza, por eso enviaron mensajes de urgencia por todo Israel.

Puedes hasta tener amenazas de muerte sobre tu vida pero lo importante es no perder la esperanza. La esperanza es algo que nadie te la puede robar.

Zacarías 9:12 «¡Regresen al refugio, ustedes, prisioneros, que todavía tienen esperanza!
Hoy mismo prometo que les daré dos bendiciones por cada dificultad.»

Hoy mismo tienes qué volver a tu fortaleza que es Dios y recuperar la esperanza que quizás habías perdido pues cuando la esperanza se pierde, se cae en desesperación y no te quedan ganas de levantarte porque piensas que todo va a seguir igual y nada va a cambiar.

Dios te dice hoy que si te vuelves un prisionero de esperanza Él te restaurará el doble… pero si te quedas prisionero de la desesperación, no tendrás recompensa. Así qué levántate y no permitas que tu esperanza se apague. Vuélvete a lo que te fortalece que es vivir con esperanza.

1 Samuel 30:1-4, 6 «Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego. Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino.

Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.

Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.

Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en el Señor su Dios.»

Cuando David y todo el pueblo perdieron la esperanza vinieron tres sentimientos que comenzaron a afectarlos.

Tristeza
Cuando uno pierde la esperanza, cae en un llanto desconsolado que no para, y pasa noches enteras llorando. Sientes que por cualquier motivo te dan ganas intensas de derramar lágrimas y te sientes muy sensible, más de lo habitual.

Pues déjame decirte que puede ser que eso te esté sucediendo en este momento porque has perdido tu esperanza.

Si te dejas vencer por las emociones puedes caer fácilmente en la depresión y en el llanto; a David le sucedió, era un ser humano como nosotros.

Salmos 6:6-7 “Me he consumido a fuerzas de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.”

David lloró hasta que le faltaron las fuerzas. Cuando se ha perdido la esperanza, el llanto no te ayuda a desahogarse sino al contrario, te quita fuerzas y te hace desmayar.

Angustia
El llanto desconsolado y sin esperanza de David produjo angustia en su corazón. Examina tu corazón y considera si el llanto, en vez de llevarte al consuelo produce más angustia y desesperación.

La angustia es un sentimiento horroroso que te roba paz y alegría.

Amargura del alma

El llanto y la angustia terminaron desencadenando un espíritu de amargura. No puedes darle entrada a la amargura. La amargura en vez de despertar en ti un espíritu de esperanza, despierta un espíritu de queja.

Todo lo comienzas a ver como una fatalidad.

David a pesar de haber pasado por estos tres sentimientos, reaccionó y se fortaleció en Dios así que aprende a esperar en Dios y confíar en Él en todo momento como lo dice.

Salmos 62:5-8 NTV «Que todo mi ser espere en silencio delante de Dios, porque en él está mi esperanza. Sólo Él es mi roca y mi salvación, mi fortaleza donde no seré sacudido. Mi victoria y mi honor provienen solamente de Dios; él es mi refugio, una roca donde ningún enemigo puede alcanzarme. Oh pueblo mío, confía en Dios en todo momento; dile lo que hay en tu corazón, porque él es nuestro refugio.»

Dios es bueno, resiste al diablo, levanta tu esperanza y espera porque pronto Dios te va a responder.

Lamentaciones 3.24–26 » Por tanto, digo: «El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré! Bueno es el Señor con quienes en él confían, con todos los que lo buscan. Bueno es esperar calladamente a que el Señor venga a salvarnos.”

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