Es Tiempo de Conectar, junio 06

Viviendo por FE

“Mas el justo por la fe vivirá” Romanos 1:17.

Una vida sin fe es una vida que avanza sin esperar nada y llega al final sin conseguir nada, la vida de fe nos anima a que constantemente vamos por algo, aun cuando parezca imposible.

Nuestro destino no depende de cuánta suerte lleguemos a tener en la vida, sino que depende de cuanta Fe tengamos.

Romanos 4:18-22,

“Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.»

Y su fe no se debilitó al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.

Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció por la fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido. Por eso, también su fe le fue contada por justicia.”

Abraham fue un hombre que recibió una promesa de parte de Dios, donde Dios le decía que sería padre de multitudes y su descendencia bendeciría a las naciones de la tierra. El pequeño detalle es que Abraham tenía cerca de 100 años y Sara también estaba pasada de edad y no habían podido tener hijos y para empeorar todo Sara era estéril.

Abraham es conocido en la Biblia como el padre de la Fe porque a pesar de su edad y la esterilidad de su mujer este hombre le creyó a Dios.

Abraham no le creyó a las circunstancias que lo rodeaban, sino al Dios de la circunstancias.

Yo me desafío a vivir por fe cuando no miro las circunstancias y no camino por vista sino por fe.

Marcos 9: 23, “Si puedes creer, al que cree todo le es posible.”

La palabra imposible no existe en el diccionario de la fe.

Sabes qué, este mundo y para no ir muy lejos, nuestro propio país, necesita más gente que se especialice en lo imposible, más gente que se atreva a intentarlo, más gente que se desafíe a vivir por fe.

Imposible es algo que nadie puede hacer hasta que alguien lo hace.

Pensar en que el hombre pudiera volar era imposible, hasta que alguien lo logró.
Pensar en los trasplantes de corazón era imposible, hasta que alguien lo logró.

Marcos 10:14 NTV “Cuando Jesús vio lo que sucedía, se enojó con sus discípulos y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino de Dios pertenece a los que son como estos niños.”

Hebreos 11:8 NTV “Fue por la fe que Abraham obedeció cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría por herencia. Se fue sin saber a dónde iba.”

Hay una relación directa entre fe y obediencia.

La fe muchas veces nos va a demandar a ser obedientes a Dios.

Y eso fue lo que pasó a Abraham, Dios le dijo que saliera de su nación porque él lo llevaría a una tierra de bendición, pero Dios nunca le dijo dónde estaba esta tierra de bendición. Dios simplemente le dijo a Abraham sígueme.

Dios quería probar no solo la fe de Abraham sino también su obediencia.

Y nunca debemos tener miedo de hacer algo que Dios nos ha dicho que hagamos, porque si Dios me está diciendo que lo haga es lo mejor que me puede suceder. La evidencia de que yo soy una persona de Fe, son acciones obedientes que demuestran mi fe.

Es por obediencia que Abraham se atrevió a dar pasos de FE.

Si nosotros termináramos de leer este capítulo 11 de Hebreos nos daríamos cuenta de que el autor combina siempre la fe y la obediencia, pues ambas son inseparables.

Alguna vez los discípulos de Jesús le dijeron: maestro, aumenta nuestra fe y Jesús les respondió, si quieren más Fe, digan, confiesen, sean más obedientes.

Si nosotros queremos que nuestra fe crezca, tenemos que aprender a ser obedientes y ponerla en acción.

1 Corintios 16:13 “Velad y estad firmes en la fe…”

Nuestra fe debe ser perseverante, una fe perseverante es aquella que se mantiene firme a pesar de los problemas y las adversidades.

Abraham no fue el padre de la fe porque su fe fuera muy grande, este hombre tuvo muchas luchas, muchos temores y dudas, pero lo que se le admira a Abraham es que por 25 años tuvo fe y creyó en la promesa que Dios le había hecho.

A pesar de todas las luchas que pasó Abraham, él fue un hombre que se atrevió a creerle a Dios y tuvo una fe perseverante hasta conquistar su bendición.

Nuestra fe muchas veces será puesta a prueba, pero es ahí donde más firme y más seguro debo estar porque las promesas de Dios son siempre en Él, Sí y en Él, ¡Amén!

Es decir: que se cumplen se cumplen.

La fe perseverante es esa fe que nos sostiene en los momentos difíciles y aun cuando no vemos resultados y las circunstancias no cambian, inmediatamente digo: Dios no importa lo que venga contra mí, no importa cuánto se tarde mi milagro, no me importa lo que digan las circunstancias, yo seguiré confiando en ti.

1 Timoteo 1:5 “El propósito de mi instrucción es que todos los creyentes sean llenos del amor que brota de un corazón puro, de una conciencia limpia y de una fe sincera.”

Muchos hoy en día tienen una fe fingida, dicen tener una religión, pero es más por quedar bien que por otra cosa. Nuestra fe en Dios debe ser real, auténtica, verdadera.

Mucha gente dice, yo vivo por fe. ¿Y tienes un trabajo? Si, en fe…
¿Te vas de viaje? Si, en fe. ¿Tienes una célula de oración y de estudio de la Biblia? Si, en fe. ¿Cumples tus metas? Si, en fe…

Pero en realidad lo que están queriendo decir es no lo creo, es imposible, nunca me va a suceder, pero para sonar espiritual digo si en fe. Esa clase de fe es una fe superficial, es una fe de la boca hacia afuera, la verdadera fe es una convicción que nace en el corazón y que me impulsa a conquistar mis sueños.

Demasiadas personas hacen y dicen en lo que otros creen, pero nosotros creemos, hacemos y predicamos lo que dice la palabra de Dios.

Nuestra fe tiene que ser lo suficientemente sólida en creer que Dios no sólo nos va a ayudar a cumplir nuestro propósito en la tierra sino también en que después de esta vida hay una vida eterna junto con Él.

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