Es Tiempo de Conectar, octubre 06

Terminar Bien

Todos pasamos la vida luchando, esforzándonos, prepararnos bien y buscar el éxito, vencer obstáculos, haber tenido fracasos…con todo es importante que se nos recuerde que estamos llamados a terminar bien.

Hay una estadística que me parece escalofriante que dice que el 70% de líderes cristianos no terminan bien, una estadística alta y que he podido comprobar de una manera empírica observando lo que ha pasado con líderes a mi alrededor. cercanos y lejanos.

En la Biblia encontramos líderes como el apóstol Pablo que se preocupó por terminar bien a pesar de que no comenzó así pues fue perseguidor de la iglesia.

Sin embargo el rey Saúl en el Antiguo testamento, el primer rey de Israel, es un ejemplo de alguien que comenzó bien pero terminó mal. La arrogancia, el no escuchar, el descuidar nuestra relación con Dios, el no poner atención a las señales de alerta ayuda a no terminar bien.

Pablo escribió en 2 Tim 4:07, 8 en su despedida a Timoteo:

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe, por lo demás me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”

¿Si el objetivo es terminar bien, cómo puedes asegurarte que esto suceda?

Job 8:5-6 nos aconseja para que esto ocurra.

“Si tú de mañana buscares a Dios, y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto, ciertamente luego se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu justicia.
Y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande.”

Si tu de mañana buscares a Dios: que lo primero sea buscar a Dios. Buscarle mientras eres joven, buscarle de primero en el día cuando despertamos, que sea la principal prioridad.

Rogar al Todopoderoso, no con oraciones pasivas que no traspasan el techo, oraciones que no trascienden, repeticiones. Sinónimos de la palabra rogar son suplicar, implorar, pedir, en palabras sencillas, no tocar sino tumbar la puerta.

Si fueres limpio y recto. Ninguna persona es limpia y recta, dice Pablo en Romanos 3:23, “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.” Sin embargo, por medio de la confesión, la sangre de Jesús me limpia de todo pecado y me hace una persona recta, sólo por su gracia.

Se despertará por ti. Activará su favor y cumplirá sus promesas. En Romanos 8: 31-32 leemos: “Si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros.
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

Hará próspera la morada de tu justicia. Aumentará nuestro nivel de rectitud, el ser mansos y humildes, vencer aquellas cosas que me quieren esclavizar y que no agradan a Dios.

Aunque tu principio haya sido pequeño. Aunque hayas comenzado débil sin mucha fuerza, hayas comenzado pobre sin recursos económicos, aunque ni sepas qué camino coger. Isaías 35:8 “ Y habrá allí calzada y camino, el cual será llamado Camino de Santidad. No pasará por allí ningún impuro, sino que él mismo estará con ellos. El que ande por este camino, por torpe que sea, no se extraviará.”

Pégate a esa promesa, deja que Jesús sea tu pastor y deja que Él guíe tus pasos.

Tu postrer estado será muy grande. No sé para tí qué quiere decir muy grande, alguien grande puede ser una persona influyente, que ama a Dios, que termina con una hermosa familia, con hijos, nietos y hasta bisnietos que aman a Dios y sirven a otros, que tiene con qué jubilarse o tiene hijos que son generosos, que enseña, que apoya a su iglesia y comunidad, etc, etc.

¿Qué le pasó a un hombre como Salomón que con tanta influencia, tanta sabiduría, tanta riqueza, tan famoso, gran analista y escritor y no terminó bien? ¡Qué lamentable!

Pero hay muchos otros ejemplos contemporáneos de personas que les ha pasado lo mismo, que se han enredado, que han bajado la guardia y que han bajado el estándar del llamado.

Jesús dijo en Mateo 5:48, “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

Para mí es imposible ser perfecto, pero para Dios todo es posible.

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