La Persona más importante del universo, el Espíritu Santo

Devocional diario abril 07

La Persona más importante del universo, el Espíritu Santo

Debemos entender que, así como el espíritu del hombre conoce las cosas profundas del hombre, del mismo modo, el Espíritu Santo conoce lo más íntimo de Dios.

Cuando conocemos al Espíritu Santo, Él empieza a obrar en nosotros, ayudándonos a vivir la vida cristiana y a crecer en nuestra relación con Dios.

Tenemos una gran meta y desafío establecido por el Señor Jesús: el de llegar a ser como fue Él, como fue nuestro Maestro. El Espíritu Santo es una persona. Es tan real como tú o como yo. Por eso, no debemos ignorarlo porque lo hieren nuestras palabras y nuestras acciones. Él necesita de nuestras palabras y anhela que le consultemos y que pongamos a Su disposición cada paso que vayamos a dar.

El Espíritu Santo tiene intelecto, solo alguien con intelecto tiene la capacidad de explorar, examinar y buscar.

1 Corintios 2:10

«Pero fue a nosotros a quienes Dios reveló esas cosas por medio de su Espíritu. Pues su Espíritu investiga todo a fondo y nos muestra los secretos profundos de Dios»

Lo que el Espíritu Santo investiga, los secretos que descubre de Dios, nos los revela a nosotros que somos sus amigos.

Vers.11 «Nadie puede conocer los pensamientos de una persona excepto el propio espíritu de esa persona y nadie puede conocer los pensamientos de Dios excepto el propio Espíritu de Dios»

Pídele al Espíritu Santo que te revele los pensamientos de Dios para ti. Pídele que te muestre los argumentos a favor que tienes. Hazte Su socio y dale el control total de tu vida. Debemos darle la libertad total para elaborar los cambios que se requieren en nuestra vida y nosotros, ejecutarlos.

Si lo reconocemos en nuestras decisiones, Él enderezará nuestras sendas. Cuando nos hacemos socios, nuestros bienes son mancomunados, nuestros recursos son ilimitados, Su poder es compartido y tú y yo somos bendecidos. Dependamos de Sus recursos. El Espíritu Santo es el que decide a quién le otorgará los recursos divinos que los amigos de Dios necesitan. Así nos daremos cuenta de que el Espíritu Santo obrará a nuestro favor.

Nehemías 9:20

«Enviaste tu buen Espíritu para que les enseñara, y no dejaste de alimentarlos con maná del cielo ni de darles agua para su sed»

El Espíritu Santo tiene mucho que enseñarte. Así que, siéntate y aquieta tu corazón para que puedas comprender Su propósito con tu vida. Nunca dejará de alimentarte ni a ti ni a los tuyos, cada mañana que lo busques de corazón encontrarás el «Maná del Cielo» y el «Agua de Vida.»

Disfruta de Su comunión porque el Espíritu Santo te ama.

Romanos 15:30

«Mis amados hermanos, les pido encarecidamente en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que se unan a mi lucha orando a Dios por mí. Háganlo por el amor que me tienen, ese amor que el Espíritu Santo les ha dado»

El amor es una de las características que el Espíritu tiene, yo he experimentado el amor del Espíritu Santo. Cuando he pasado por momentos difíciles en mi vida, Él se ha preocupado por mí como nadie. Cuando tuve una necesidad apremiante, Él nunca me dejó solo… por eso le canto: «Todo se lo debo a Él».

Tanto nos ama Dios que envió a Su hijo a morir por nuestros pecados, aun sabiendo que hoy podríamos estar viviendo lejos de Él.

Lo primero que debemos hacer al levantarnos cada mañana es alimentar nuestra alma, ingiriendo el alimento espiritual antes que el alimento físico. Nuestra primera conversación debe ser con el Espíritu Santo antes que con cualquier otra persona. Debemos mirarlo a Él, antes de mirar cualquier otra circunstancia.

No lo entristezcamos con la dureza de nuestro corazón.

Efesios 4:30

«No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención.”

Tú y yo tenemos algo que nos identifica como suyos, que nos garantiza y nos ha marcado como salvos… Entonces que nuestra vida no le cause dolor al Espíritu Santo sino alegría. La palabra entristecer significa atormentar, causar pesar, vejar, ofender, insultar o causar dolor. El Espíritu Santo tiene un corazón tierno que fácilmente llora por ti y por mí.

Los versos antes de Efesios 4 desde el vers. 24 nos dice cómo podemos causarle dolor: «Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo. Así que dejen de decir mentiras. Digamos siempre la verdad a todos porque nosotros somos miembros de un mismo cuerpo. Además, no pequen al dejar que el enojo los controle. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo. Si eres ladrón, deja de robar. En cambio, usa tus manos en un buen trabajo digno y luego comparte generosamente con los que tienen necesidad. No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan»

No digas mentiras, di siempre la verdad. 

No peques, vive en santidad.

No dejes que el enojo te controle, sino que el Espíritu Santo te controle. 

No le des lugar al diablo, dale lugar a Dios.

No tomes lo que no es tuyo.

No pronuncies palabras que lo ofendan… Cambia tu lenguaje, que todos puedan ver que eres una nueva criatura y que vives en una nueva naturaleza.

 

Job 22:26 NTV

“Entonces te deleitarás en el Todopoderoso y levantarás tu mirada a Dios”

¡Este año es para vivirlo con la mirada puesta en Dios! No camines mirando al piso, sintiéndote menos que los demás. ¡Levanta tu mirada y camina erguido! Porque tu Dios es un cumplidor de promesas y concede los deseos más íntimos de aquellos que se deleitan en Él. Cuéntale tus planes y Él te incluirá en los suyos.

Tú puedes ser el deleite de Dios y la alegría del Espíritu Santo.

Sofonías 3:17 NTV

“Pues el Señor tu Dios vive en medio de ti. Él es un poderoso salvador. Se deleitará en ti con alegría. Con su amor calmará todos tus temores. Se gozará por ti con cantos de alegría”

Me lo imagino con una gran sonrisa desde el cielo, deleitándose en ti cuando te despiertas y lo saludas, deleitándose en ti cuando le cantas en la ducha, deleitándose en ti cuando le separas un lugar en tu mesa, cuando le consultas qué hacer en tu trabajo…

Él desde los cielos dice: “Ese es mi hijo, mi hija, mi predilecto, mi preferida, voy a concederle los anhelos más íntimos de su corazón”.

Deleitarte en Él no es cuánto tú le hables, sino cuánto tú aprendes a escucharlo. Guarda silencio, cierra tus ojos, piensa en Él y te aseguro que los cielos se abrirán. Sí, Él se levantará de Su trono y descenderá a conversar con el deleite de su ser: TÚ.