Devocional diario mayo 07

El Dios que pelea tus batallas

Josué 6:1–4

“Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía. Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán sus  bocinas.”

Actualmente hay puertas en tu vida que estaban cerradas, pero el Señor te dice que ¡esas paredes están por caerse y entrarás donde no era posible entrar!

Las entradas que se encontraban cerradas están por abrirse, las puertas que por años se te cerraron en la cara, comenzarán a abrirse.

¿Que tienes que hacer? Confía y obedece las instrucciones de Dios, porque Él ya arregló tu victoria, así como dispuso todo para que Su pueblo conquistara Jericó. La instrucción que Josué recibió no era esgrimir las espadas y pelear, eran indicaciones un poco extrañas para alguien que esperaba luchar por la Tierra Prometida, ya que rodear la ciudad y tocar las trompetas durante siete días no era precisamente la idea de una batalla.

¿Qué hicieron ellos? obedecieron. Si tú quieres que Dios asegure tu victoria OBEDÉCELE. Obedece a tu Padre día a día y verás que lograrás en un día los que antes lograbas en siete.

A veces crees que tu esfuerzo no vale la pena, te cansas de esforzarte por lograr el bien, piensas que perdonar, amar y bendecir no dan resultado, pero no desmayes, ¡confía un día más! Muchas veces debes hacer siete veces más de lo que piensas que es suficiente para recibir lo que Dios quiere darte.

Dios está convencido de tu victoria, pero tú también debes estar convencido. Con cada vuelta que los israelitas daban alrededor de Jericó, Dios seguramente decía: «Ya los veo casi convencidos, pero necesito plena certeza.» Al séptimo día, cuando les mandó dar siete vueltas, seguro que dijo: «Ahora es el momento, nada los separa de la fe que deseaba ver en ellos, es tiempo de que los muros caigan.»

Cuando sabemos que somos más que vencedores y que nada nos separará de Su amor, estamos dispuestos a seguir Sus instrucciones por extrañas que parezcan.

Esa fe y obediencia es la que nos da la victoria.

Colosenses 4:2 NTV

Dedíquense a la oración con una mente alerta y un corazón agradecido.”

No podemos avanzar si tenemos una mentalidad de temor, una mentalidad de culpa o escasa. Toda batalla la ganamos primero en la mente. Tienes que creer que lo obtendrás para tenerlo. Los gigantes se conquistan primero por dentro y después por fuera. David conquistó a Goliat en su mente antes de enfrentarse a él con su honda y 5 piedras. Josué por la mente de conquista que tenía pudo con su oración parar el sol y detener el día.

Tus decisiones dependerán de con qué mente la enfrentes.

Romanos 5:4 NTV

“Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación.”

Tener carácter es mantenerse firme en medio de las pruebas y no traicionar los principios que uno se propuso. La resistencia o los problemas desarrollan en una persona moldeable firmeza de carácter. Cuando uno tiene un carácter de conquista no pierde la esperanza por más oscuro que se vea todo. Si tienes un carácter de conquista tus decisiones se mantendrán firmes, pero si tu carácter es fluctuante tus decisiones no durarán más que una brisa.

2 Corintios 4:7-9

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos.”

En medio de las dificultades, aprendamos a diferenciar lo externo de lo interno. Claro que podríamos estar atribulados en todo, en apuros, perseguidos y derribados, todo eso es externo, es lo que el mundo podría hacernos sentir. Sin embargo, nuestra fe en la victoria que ya tenemos provoca que a pesar de todo eso negativo, no estemos angustiados, desesperados, desamparados ni destruidos.

Porque la angustia y la falta de paz interior, la desesperación de pensar que no podremos salir del problema y el desamparo de sentirnos abandonados sin ayuda nunca serán una realidad dentro de nuestro corazón, si afirmamos una y otra vez que nada puede destruirnos, aunque seamos derribados. Lo que vence al mundo es nuestra fe. Si las circunstancias te han derribado, levántate victorioso porque en el Señor, nada puede destruirte. Esfuérzate en obedecerlo, en rodear los muros las veces que sea necesario para que Él haga Su parte y los milagros sucedan en tu vida.

Solo la fe puede darte el valor para hacer lo que Dios te mandará, porque los muros cayeron por el poder del Señor, no por las vueltas que el pueblo dio. Fue la plena confianza en Dios lo que les dio la victoria. Haz lo que Su Palabra dice y deja que Él mueva Su mano. Entrégale tu vida a Jesús, quien por Su gracia te ha dado la vida eterna y la victoria sobre el mundo.