Es Tiempo de Conectar, diciembre 08

El fuego de tu altar

“Entre tanto, el fuego del altar debe mantenerse ardiendo; nunca deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote le echará leña nueva al fuego. Luego acomodará la ofrenda quemada sobre él, y también quemará la grasa de las ofrendas de paz. Recuerden, el fuego del altar siempre debe estar encendido; nunca debe apagarse.” Lev. 6:12-13.

El fuego es uno de los símbolos del Espíritu Santo y todos necesitamos mantener el fuego ardiendo, como lo dice la palabra del Señor.

La manera de mantener el fuego ardiendo es entrar a la presencia de Dios todos los días, es renovar tu vida espiritual, es ponerla a tono con el Espíritu Santo.
De la siguiente manera:

Tiempo de oración e intimidad con tu Padre.

Confesión: evalúa tu vida, arrepentimiento, confesar tus pecados. 1 Juan 1: 8-9 dice que “Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad; pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.”

Leyendo, meditando y memorizando las Escrituras pues la Palabra de Dios limpia.
Intercediendo por las necesidades de otros.

“El fuego debe mantenerse encendido en el altar y el sacerdote deberá poner cada mañana más leña sobre el altar, poner todo el holocausto en el fuego y quemar la grasa de las ofrendas de comunión.” Dice Levítico 6

El Espíritu Santo es el fuego divino, viene de Dios, no nos lo inventamo, irrumpe en nuestra vida como ocurrió en el Día de Pentecostés.

Los apóstoles pasaron tres años y medio con Jesús, fueron discípulos bien entrenados, testigos del poder de Dios por medio de Jesús, pero apenas Jesús ascendió y ya no estaba con ellos en persona, necesitaban ser llenos del Espíritu Santo.

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Hechos 2:1-4.

Un cristiano con fuego no se apoya en sí mismo sino que su influencia viene de arriba.
Un cristiano con fuego afecta su entorno.
Un cristiano con fuego tiene denuedo y habla de parte de Dios.
Un cristiano con fuego ama a todos.
Un cristiano con el fuego de Dios camina en su llamado.
Un padre y una madre con el fuego de Dios, inspiran con su ejemplo, interceden por su familia, enseñan con su ejemplo.
Un jefe o un empleado con el fuego de Dios son los mejores, los más íntegros y los más generosos.
Un cristiano con el fuego de Dios tiene pasión por su comunidad, su país y su mundo.

El desafío es que debe ser un fuego continuo, conservar encendido el altar, por medio del amor y el estímulo mutuo hacia el amor y las buenas obras.

“Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús. No apaguen el Espíritu, no desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal.

Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo—, irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel y así lo hará. 1 Tes. 5: 16-24
El fuego consume y también purifica, mi esposa dice que su papá que era médico decía que el fuego lo purifica todo.

Padre, hoy tenemos la intención de mantener el fuego en el altar, gracias que Jesús es el único sacrificio que te agrada y que expía nuestra maldad. Amén.

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