Devocional diario agosto 09
Lluvia del Cielo
“En cambio, la tierra que van a poseer es tierra de montañas y de valles, regada por la lluvia del cielo. El Señor su Dios es quien la cuida; los ojos del Señor su Dios están sobre ella todo el año, de principio a fin.” Deuteronomio 11:11-12
Dios le habla a su pueblo sobre la tierra que pronto iban a poseer y la describe como una zona de montes y valles, regada por la lluvia del cielo.
La tierra de Israel tiene grandes desiertos, lo cual la hace dependiente de las lluvias.
Nosotros también debemos ser dependientes del cielo, dependientes de Dios y aunque tengamos que pasar por tiempos de sequedad y problemas, si estamos dispuestos a recibir el agua de Dios, disfrutaremos también de su bendición.
La lluvia es sinónimo de bendición, multiplicación y favor. La lluvia trae crecimiento, producción y cosecha a nuestras vidas sin embargo muchas personas parece no estar viviendo bajo la lluvia de Dios, no han visto bendición, no han visto crecimiento, no han visto cosecha y lo peor de todo es que se resignan a seguir viviendo una vida árida y seca.
Nosotros debemos ubicarnos bajo de la nube correcta. Debemos dejar que Dios haga llover sobre nuestras vidas.
¿Cómo se forma la lluvia? Debido al calor hay una condensación del agua que sube al cielo y forma las nubes, cuando las nubes están muy condensadas, no pueden retener más el agua y empieza la lluvia.
Podemos crear lluvia en nuestra propia vida y la manera de poder hacerlo es orando.
Cuando nuestras oraciones suben al cielo comienzan a formar nubes y llega el momento que esas nubes están tan llenas de oración que empiezan a llover sobre nuestras vidas bendiciones, y favor de Dios.
Si tomamos la promesa como el nuevo horizonte, nuestro Dios nos anuncia que estamos entrando en un nuevo tiempo. Allí nos encontraremos tanto con momentos gloriosos así como también momentos de valles de luchas y adversidad.
Nadie puede saber a ciencia cierta lo que ocurrirá este año, pero Dios ya lo está viendo y nos promete que estará a nuestro lado en todo tiempo.
Podemos estar en un tiempo de desierto pero a medida que seguimos orando y adorando la nube se está formando.
Si no estamos mandando nada hacia arriba no esperemos recibir nada acá abajo. Si queremos recibir sus bendiciones y su favor, debemos enviar nuestras oraciones, debemos ser agradecidos y confiar en la Palabra de Dios.
1 Reyes 18:44-46
“A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo:Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel.
Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.”
Puede parecer muy pequeño o insignificante pero Dios puede darte algo grande de eso pequeño. No sé qué puedes definir como grande, lo cierto es que Dios tiene para ti algo más grande de lo que crees.
Nunca subestimes una pequeña nube porque está por venir esa lluvia del cielo para ti.
Cuando somos fieles con Dios, algo increíble sucede pues la nube, no solo envía la lluvia sino que nos empieza a seguir.
Cuando viene la lluvia, la mano de Dios está sobre tu vida.
Aunque las luchas no van a faltar, las victorias del Señor llenarán nuestra vida.
Aunque no veas nada o veas algo muy pequeño, Dios está obrando y veremos una gran lluvia del cielo.
Señor, abre el cielo y que hoy caiga tu lluvia sobre mi vida para mi bienestar y el de otros.