Es Tiempo de Conectar, octubre 09
Sanando Relaciones
Restaurar una relación bien sea sentimental, de amigos, familiares o de amigos de la iglesia, puede ser un proceso largo, debido a que en el camino muchas piezas quedaron rotas y para protegerse del dolor, se genera un distanciamiento creando enormes brechas.
Para enmendar y sanar, el perdón sin recriminación debe ser el primer paso, decirse mutuamente “Lo siento; perdóname.”
Si sanar una relación fuera tan fácil como enviar un ramo de flores y una tarjeta romántica, pienso que muchas parejas escogerían este camino para resolver sus conflictos, aunque se debe reconocer que las flores y la tarjeta ayudan.
En la mayoría de las veces hay que hacer un mayor esfuerzo para que la relación se restaure.
Las escrituras registran que cierto día Pedro le preguntó a Jesús: “Señor, ¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? Y Jesús le respondió, —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.” (Mt.18:21-22)
Aunque en la pregunta de Pedro existe un límite: “Si mi hermano me ofende, ¿Cuántas veces tengo qué perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”
La respuesta de Jesús elimina todo posible límite al perdón; es decir el perdón en Dios es interminable. Para los que llevamos tiempo casados lo entendemos perfectamente!
Lo grandioso es descubrir que al igual que el amor, el perdón es una decisión y que puedes llegar a él a través de una serie de pasos y reflexiones que te permitirán procesar todas tus heridas y al final puedas determinar si la falta puede superarse o es tan fuerte e irreparable para ti, que decidas disolver cualquier relación.
Considera qué pasos puedes dar con el fin de buscar puntos de encuentro hacia la reconciliación y el perdón.
“En fin, vivan ustedes en armonía unos con otros. Compartan sus penas y alegrías, ámense como hermanos, tengan compasión y sean humildes. No le hagan mal al que les hizo mal ni insulten al que los insultó. Al contrario, bendíganlo, porque Dios los eligió a ustedes para que reciban bendición.”(1 P. 3:8-9)
¿Cuántas veces tengo que perdonar?
En la economía de este lado del cielo sería un total de 490 veces. Que serían las “Setenta veces siete” que debes perdonar a alguien que te ofende, según la respuesta que Jesús le da a Pedro después de semejante pregunta. Así que, imagínate contar esa cantidad o recordar cuántas veces has perdonado a alguien.
En la economía de Dios, la pregunta de Pedro de cuántas veces debemos perdonar a los que nos ofenden, Jesús responde con una riqueza que van más allá de una ecuación matemática; la idea de perdonar tantas veces es porque Dios quiere que todos seamos perdonados sin importar las veces que sean necesarias. Jesús quiere que perdonemos de esta forma, porque Él mejor que nadie sabe que el perdón es un regalo silencioso que se deja en el umbral de la puerta de aquellos que te han hecho daño.
Te puedes preguntar ¿Por qué es tan importante perdonar? Porque la falta de perdón nubla tu capacidad de ver aquellas cosas asombrosas de la otra persona. Lo triste de no perdonar, es que en el proceso pierdes horas, días y hasta meses enojado con quienes por alguna razón te han herido u ofendido. Quizás la otra personas la pase mal también en el proceso, pero al final el más afectado eres tú, porque eres el que está permitiendo que los sentimientos negativos que te molestan, tengan cada día más cabida en tu mente y corazón.
Escuché a alguien decir que, “El perdón es el oxígeno puro que respiramos para irrigar nuestros pulmones y de paso revitalizar y fortalecer nuestra alma”.
La Nueva Traducción Viviente cita a Proverbios 17:9 de una manera espléndida al decir que: “Cuando se perdona una falta, el amor florece, pero mantenerla presente separa a los amigos íntimos.”
A lo mejor ese es el secreto detrás del perdón, que el amor florezca; que se aligeren las cargas para movernos con más libertad a los objetivos divinos que Dios ha preparado para cada uno de nosotros.
Recuerda, el perdón de alguna forma también es una declaración de amor que debe ser renovado a diario y muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas.
El perdón restaura
Algunas personas creen que perdonar es un sentimiento, sin embargo, la realidad es que es un acto de la voluntad.
Para ilustrar la imagen del perdón en la economía de Dios, Jesús les refiere a sus discípulos en Mateo 18: 21-35 “la parábola donde un siervo le debía mucho dinero a su rey, y esa cantidad era tan elevada que era imposible pagar, pero el siervo le ruega al rey que le perdone la deuda; el rey movido a misericordia le concede el perdón, y lo deja libre.
Una vez que este siervo es liberado de su deuda, se encuentra con un consiervo que le debía menos dinero que lo que éste le debía al rey, al verlo, lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigía, y este pobre hombre, postrado y humillado, le suplicaba a su consiervo que tuviera misericordia con él, que en su momento le pagaría toda la deuda, sin embargo, el siervo al ver que el deudor no le pagaba, hizo que lo encarcelaran lo cual llegó a oídos del Rey, quien inmediatamente hizo que llevaran ante él al inmisericorde siervo y le reprendió diciendo: “Siervo malvado, te perdoné toda la deuda porque me rogaste”, ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?.” La historia termina con el siervo duro de corazón en la cárcel pagando por su deuda.”
Para Jesús, lo significativo es la actitud frente al perdón, el rey perdonó y lo dejó libre. El otro, por el contrario, dio rienda suelta a su falta de perdón y no actuó bien encerrando en la cárcel a su compañero.
Recuerda que así como Dios nos perdona, y somos restaurados a una correcta relación con Él, también quiere que perdonemos a otros, pues el perdón restaura las relaciones.
Las Escrituras nos persuaden a considerar algunas virtudes que nos ayudan a liberar el perdón:
• Compasión, todos somos vulnerables y fallamos.
1 Co. 10:12, “Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga.”
• Generosidad, perdonar requiere ser generosos, el que perdona no espera nada a cambio. Lucas.6:38, ‘Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo, porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.’
• Humildad, perdonar implica ser humilde. El perdón sincero no busca ser superior ni humillar al agresor o dominarlo moralmente.
Santiago 3:13, “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.”
Recuerda que el perdón es una iniciativa que nace en el corazón porque has decidido creerle a Dios y soltar a la otra personas; al final no debes preocuparte si eres o no correspondido. Cuando pides perdón con sinceridad, la siguiente movida queda en la otra persona y al final de cuentas cada uno dará cuenta de sus acciones, no las de los otros.
Jesús nos susurra en nuestro espíritu siempre: “Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela” (Sal. 34:14)
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