Es Tiempo de Conectar, octubre 10

El Gran Yo Soy

“El Señor le había dicho a Abram: «Deja tu patria y a tus parientes y a la familia de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una gran nación; te bendeciré y te haré famoso, y serás una bendición para otros. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te traten con desprecio. Todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti».”

Aunque las promesas de Dios son preciosas, maravillosas y tienen un valor eterno, no se dan sin un plan que implique fe y acción de nuestra parte. La Biblia contiene muchas promesas las cuales Dios usa una y otra vez de forma personal para bendecirnos y que además aplican a cualquier persona en cualquier momento de la historia y en el lugar donde viva.

La Biblia nos habla de Abraham quien vivía con su esposa Sara en la tierra de Harán, era un buen hombre, próspero, con muchas bienes pero sin descendencia. (Gen 11-15).

Un día, Dios vino a Abraham y le dijo: «Abraham, quiero que empaques todas tus cosas, y te vayas de casa. Quiero que vayas a la tierra que te daré. Prometo que te bendeciré y haré que tu familia sea grandiosa. Yo estaré contigo en todo lo que hagas y gracias a ti todas las familias de la tierra serán bendecidas.»

Es fenomenal que el Creador del universo, decide intervenir en la vida de una persona común y corriente, cómo tú y como yo y le hace promesas.

Sin embargo la promesa requería que dejara la comodidad de vivir con su parentela y salir a vivir a un lugar desconocido, pero el desafío mayor era creer que Dios lo iba a guiar hasta el cumplimiento de la promesa.

Confiar en Dios no es cosa de un momento.

Es interesante que confiamos en Dios para nuestra salvación, pero no en las decisiones que debemos tomar día a día ni para nuestro propio futuro.

Con setenta y cinco años de edad, Abraham se lanzó, decidió creer y confiar en Dios, empacó sus enseres y se mudó a la tierra de Canaán en compañía de su esposa y su sobrino, a quien supongo que amaba como a un hijo.

Aunque las grandes promesas de Dios tienen un valor eterno, no se cumplen sin un plan que implique fe y acción de nuestra parte.

La Biblia contiene muchas promesas, las cuales Dios usa una y otra vez de forma personal para bendecirnos y para que las retengamos en medio de los tiempos actuales.

Nos ha prometido siempre guiarnos, fortalecernos y sostenernos.

Recuerdo vívidamente vivir en la ciudad con los más altos homicidios del mundo, en el momento ya no es así, e invocar como protección el Salmo 91. Un hermoso Salmo abundante en promesas que te animo a que memorices, enseñes a tus hijos y repitas las veces que puedas.

Por cuestiones de espacio y de tiempo no comparto el resto del Salmo.

“Los que viven al amparo del Altísimo encontrarán descanso a la sombra del Todopoderoso. Declaro lo siguiente acerca del Señor: Solo él es mi refugio, mi lugar seguro; él es mi Dios y en él confío.” Y

“El Señor dice: «Rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían en mi nombre. Cuando me llamen, yo les responderé; estaré con ellos en medio de las dificultades. Los rescataré y los honraré. Los recompensaré con una larga vida
y les daré mi salvación».

Es por esto que es crucial conocer las promesas de DIos para poder enfrentar los desafíos de la vida.

Por medio de Sus promesas Él nos permite conocer su naturaleza y su carácter.

Lo que Dios tiene preparado para ti querido amigo(a), siempre se alineará con Su Palabra y Su carácter, obrar fuera de esta ecuación es no tomar en cuenta a Dios y vivir bajo nuestra propia opinión o por nuestra cuenta.

Tener una visión donde el Reino de Dios prevalezca.

¿Qué podría ser peor que la ceguera?: «¡Tener la vista y no tener visión!» Evaluar nuestra vida, nuestro qué-hacer diario y nuestro futuro por medio de la Palabra de Dios lo cual implica alinear nuestras motivaciones, pensamientos y acciones con lo que sabemos que Dios espera de nosotros.

Sin duda alguna, Dios conoce de todo de nosotros, las aflicciones que pasamos a diario, nuestras preocupaciones así como nuestros triunfos. Él conoce con detalle acerca de nuestras necesidades; pero en medio de todo esto, nos pide que confiemos en Él, que nos apoyemos en Él y no en nuestros planes, capacidad o estrategia.

Recuerda, no hay mejor forma de honrar y bendecir a Dios, que glorificarlo a través de nuestra confianza en Él.

«Hace mucho tiempo se me apareció el SEÑOR y me dijo: «Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad.» Jeremías 31:3.

Si esta reflexión ha hablado a tu vida, déjanos tu comentario, comparte con otros y suscríbete al canal. Dios te bendiga.

Cursos Virtuales

Si el mensaje ha hablado a tu vida, deja un comentario a continuación.