Es Tiempo de Conectar, octubre 12
Podemos confiar en Dios
“Dios no es un hombre; por lo tanto, no miente. Él no es humano; por lo tanto, no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir?”. Número 23:19
¿Y qué tal si decides confiar en Dios y dar el salto de fe?
Existe un ejercicio que hacen las empresas para generar confianza entre empleadores, empleados y compañeros de equipo, llamado “Caída de Confianza,” que consiste en que alguien se pare en una silla, mesa, o algo alto pero estable y que por lo menos cuatro personas se paren debajo. El que está parado en la silla o en la mesa con los ojos vendados o cerrados se deja caer para atrás y cae en los brazos de los que lo están esperando.
Aprender a confiar en las promesas de Dios es como dar un salto o caída de confianza. Es la mejor manera de comprobar y experimentar el cuidado, la bondad, la protección de Dios, con todo lo que esto implica; no lo vamos a experimentar a menos que demos un salto de fe y nos arrojemos a su cuidado.
“Cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo diciendo: «De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente.» Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa.” Hebreos 6:13-15.
Absolutamente todos buscamos ser afirmados, valorados y amados, pero con demasiada frecuencia buscamos en los lugares y personas equivocadas.
Luchamos con pensamientos como: Si solo pudiera tener esto o aquello, tendría más paz; si tuviera mejor educación, si pudiera lograr tal cosa, o si pudiera vivir en otro país, etc.
La jornada de fe es una jornada fascinante en la cual no estás en control sino que tienes la certeza de que Dios controla todo. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:7.
Es sorprendente saber que obtener esa paz no es el resultado de la ausencia de conflicto o de obtener lo que quiero.
La Biblia describe a la persona que ha dado el salto de fe o caída de confianza en Dios, como alguien imperturbable, bendecido y en paz, a pesar de las crisis y situaciones difíciles, los comentarios destructivos, los malos rumores y el ataque de sus enemigos.
Una enseñanza importante que nos deja este ejercicio es en la importancia de delegar, de entregar el control y confiar que si delegas, otros podrán ejecutar de una manera más eficaz y productiva.
Salmos 37:5, “Pon tu camino en las manos del Señor; confía en él, y él se encargará de todo; hará brillar tu justicia como la luz, y tu derecho como el sol de mediodía. Guarda silencio ante el Señor, y espera en él; no te alteres por los que prosperan en su camino, ni por los que practican la maldad. Desecha la ira y el enojo; no te alteres, que eso empeora las cosas.”
Con justa razón el profeta Isaías pudo decir: “Tú guardarás en completa paz, a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Is 26:3)
Esta es una poderosa promesa a la cual nos podemos aferrar para mantenernos inmovibles, en paz y confiados en Dios mientras avanzamos en medio de las adversidades y los desafíos de la vida.
Recuerda, Dios es un dador de promesas, pero más importante aún, Dios es quien hace que sus promesas se cumplan.
“Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor sonría sobre ti y sea compasivo contigo.
Que el Señor te muestre su favor y te dé su paz”. Números 6: 24-26.
Oremos juntos: Amado Dios y Padre Celestial, quiero pedirte que me ayudes a dar de forma definitiva el salto de fe hacia ti, ayúdame a confiar en tus promesas, y soltarme por completo en tus brazos y a tu cuidado para el año que TERMINA. Te lo pido en el precioso nombre de tu Hijo Jesucristo. ¡Amén!
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