Es Tiempo de Conectar, diciembre 16
La grandeza de Dios es evidente
¿Acaso no han oído? ¿No entienden? ¿Están sordos a las palabras de Dios, las palabras que habló antes de que existiera el mundo? ¿Son tan ignorantes?
Dios se sienta sobre el círculo de la tierra; la gente que hay abajo le parecen saltamontes. Él despliega los cielos como una cortina, y hace con ellos su carpa.
Él juzga a los poderosos del mundo y los reduce a nada. Apenas comienzan, recién están echando raíces, cuando él sopla sobre ellos y se marchitan; se los lleva el viento como a la paja.
«¿Con quién me compararán? ¿Quién es igual a mí?», pregunta el Santo. Levanten la mirada a los cielos. ¿Quién creó todas las estrellas? Él las hace salir como un ejército, una tras otra, y llama a cada una por su nombre.
A causa de su gran poder y su incomparable fuerza, no se pierde ni una de ellas.
Oh Jacob, ¿cómo puedes decir que el Señor no ve tus dificultades? Oh Israel, ¿cómo puedes decir que Dios no toma en cuenta tus derechos?
¿Acaso nunca han oído? ¿Nunca han entendido? El Señor es el Dios eterno, el Creador de toda la tierra. Él nunca se debilita ni se cansa; nadie puede medir la profundidad de su entendimiento.
Él da poder a los indefensos y fortaleza a los débiles.
Hasta los jóvenes se debilitan y se cansan, y los hombres jóvenes caen exhaustos.
En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.” Isaías 40: 21-31.
El profeta Isaías nació probablemente en Jerusalén hacia 765 a. C. y fue asesinado, aserrado, según se cree, por el rey Manasés en el año 695 a. C,
Isaías no fue un hombre del común sino que fue un estadista, asesor de reyes, poeta, orador y escritor y en la Biblia es considerado como uno de los Profetas Mayores junto con Jeremías, Ezequiel y Daniel;
Hoy Dios se dirige a ti y comienza preguntando en el V, 21, “¿Acaso no has oído? ¿No entiendes? ¿Estás sordos a las palabras de Dios, las palabras que habló antes de que existiera el mundo? ¿Sos tan ignorante?”
Ojo que no estoy exagerando sino que estoy copiando lo que dice el Vs 21 con el que comienza la Escritura de hoy.
¿Qué estás oyendo hoy, a qué le estás prestando atención, a tus circunstancias, a tus dificultades y limitaciones, a tu pecado, a aquellas calaberas que tienes aún escondidas en tu closet?
Y Dios te responde tajantemente, ¿no entiendes?
Nuestro problema es que escuchamos tantas voces; en las redes sociales hay tanto ruido; en todas partes, pero Dios te llama a que suspendas tus caprichos y tus hábitos malsanos y por fin te sientes a escuchar a tu Creador y lo que Él piensa de ti, escuchar sobre Sus propósitos, escuchar algo diferente a lo que has escuchado toda la vida, que no vales, que eres pobre que eres común y corriente y que estás destinado al fracaso.
Dios dice que en Él somos extraordinarios, que valemos el precio que Jesús pagó en la Cruz, que tenemos futuro, que estamos completos y no nos falta NADA.
¡Si, El profeta Isaías está sorprendido!
Le sorprende que no entiendas y que sigas creyendo a tu pobreza, a tus adicciones, a tu soledad y a tu incompetencia en vez de creer a un Dios que se encarnó y se hizo hombre, vivió como pobre, no se desenfocó de la tarea que el Padre le encomendó y esa tarea somos tú y yo, de levantarnos y hacer cosas nuevas en nosotros.
V. 27. “Oh Jacob, ¿cómo puedes decir que el Señor no ve tus dificultades? Oh Israel, ¿cómo puedes decir que Dios no toma en cuenta tus derechos?”
¡Lo dice el Profeta Isaías, no yo!
Hoy terminamos con una Palabra que siempre me ayuda en momentos difíciles y que te animo a que memorices de la manera cómo yo lo he hecho:
“Hasta los jóvenes se debilitan y se cansan, y los hombres jóvenes caen exhaustos.
En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.” Vs 30-31.
¿Cómo recibimos esta fuerza? La recibimos al esperar en el Señor, pero la idea detrás de esperar no es sentarse pasivamente hasta que el Señor haga algo.
Sí, Dios nos da fuerzas; pero no esperamos que vengan como si las estuviera derramando en nosotros mientras nos sentamos pasivamente.
Él nos da nuevas fuerzas cuando lo buscamos y confiamos en Él, en lugar de en nuestras propias fuerzas. Si somos débiles es porque no esperamos en Dios.
Cuando le buscamos y esperamos en ÉL, somos como águilas que vuelan alto por encima de las tormentas.
Para terminar Isaías 8: 11-12.
“El Señor me dio una firme advertencia de no pensar como todos los demás. Me dijo: No llames conspiración a todo, como hacen ellos, ni vivas aterrorizado de lo que a ellos les da miedo.”
Señor, quiero volar alto como las águilas, ayúdame a poner mi esperanza en ti en todo momento. Amén.
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