Es Tiempo de Conectar, octubre 16

Vivir en Integridad

“Señor, ¿quién puede adorar en tu santuario? ¿Quién puede entrar a tu presencia en tu monte santo?

Los que llevan una vida intachable y hacen lo correcto, los que dicen la verdad con corazón sincero.

Los que no se prestan al chisme ni le hacen daño a su vecino, ni hablan mal de sus amigos.

Los que desprecian a los pecadores descarados, y honran a quienes siguen fielmente al Señor y mantienen su palabra aunque salgan perjudicados.
Los que prestan dinero sin cobrar intereses y no aceptan sobornos para mentir acerca de un inocente. Esa gente permanecerá firme para siempre.” Salmo 15:1-5

Uno de los desafíos más grandes que experimentamos a nivel de la sociedad, en la política, en la iglesia, a todo nivel es la integridad.

Cuando se habla de integridad se habla de ser completo, honesto, sincero.

Lo opuesto a vivir una vida íntegra es vivir una vida fragmentada.

La palabra “sincero” viene del latín “sine cera.”

En la antigüedad, algunos alfareros cuando querían vender sus productos en el mercado disimulaban quebraduras en los vasos y ollas de cerámica cubriéndolas con cera y luego las pintaban.

No se alcanzaba notar a simple vista, sin embargo, al exponer la pieza al calor, la cera se derretía, y quedaban descubiertos los defectos del vaso junto con la deshonestidad del alfarero, convirtiendo esa vasija que aparentaba ser muy valiosa en una decoración inservible.

Dicho en términos sencillos, la integridad es ser el mismo en el corazón, la mente y las acciones. La integridad parte de quién es usted como persona, los compromisos que cumple y las acciones que realiza.

Integridad es lo que soy, no lo que aparento ser, una persona sin máscaras. En la sociedad es difícil vivir sin máscaras, la gente cree que tiene qué aparentar y mostrar lo que no es.

Una cita atribuída a San Agustín es que “la confesión de las malas obras es el comienzo de las buenas.”

Si decides ser una persona de integridad, lo primero que hay qué hacer es admitir que luchas en esa área, admites tus luchas, reconoces que llevas una doble vida, que tus recibos de gastos no son correctos, que eres evasor de impuestos, etc. etc.

¡Simplemente con humildad admítelo ante Dios y mejor si lo confiesas a otra persona!

Por razones de trabajo viajaba mucho, salía los lunes y regresaba a casa los jueves y un día fui tentado a ver en la TV lo que no me convenía. Me ayudó mucho que los viernes en la mañana siempre he tenido un grupo pequeño de hombres con fines de edificación y rendición de cuentas y solicité apoyo en oración en esta área específica y no se me olvida cuando uno de ellos me dijo, Juan, el próximo viernes te vamos a preguntar cómo te fue con esa lucha esta semana.

El sólo hecho de saber que alguien me iba a preguntar, me ayudó a no ser liviano con mis valores cristianos.

“Mucha gente segmenta sus vidas y piensa que puede vivir con integridad cuando alberga pecado en alguna área de su vida, siempre y cuando no afecte a las otras áreas.” Rick Warren llama esto, El mito del Titanic.

Se suponía que el Titanic era el primer barco insumergible porque fue el primer barco en segmentar y compartimentar el casco. En teoría, si el barco se llenaba de agua en una zona determinada, se podía cerrar la escotilla y no se hundiría todo el barco.

Cuando aplicamos esto a nuestras vidas, un agujero en el barco sencillamente se llama así, un agujero en el barco y eventualmente lo va a hundir, no hay vuelta atrás.

Esa pequeña área que ocultas y creías tener bajo control eventualmente te va a hundir y va a afectar a todos aquellos que te rodean, a tu familia, tu trabajo y a tu comunidad de fe.”

“Pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9

Dios sabe muy bien que ninguno de nosotros ni ha sido ni será perfecto, y lo que sí espera es que cada mañana en oración, evaluemos nuestras vidas, confesemos nuestras faltas y nos cubramos con lo único que nos hace limpios, la Sangre de Jesús.

“Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los abandonan, recibirán misericordia.” Prov. 15:3.

A Dios le interesa más nuestro corazón que nuestros pecados pues Él sabe que somos frágiles y vulnerables.

El Salmo 139: 1 dice: “Oh Señor, has examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí.”

Él conoce todos los detalles de nuestra vida, no hay nada oculto, todo sale a luz eventualmente.

Él te conoce y te ama, conoce tus pensamientos aun cuando estás lejos de Él.

El llamado de Dios es irrevocable, es posible que a veces sientas que Dios no te escucha, que se enfrió el amor y ya no eres sensible a su voz, te sientes solo(a). pero estás a la distancia de una oración, así que no te dejes acusar ni oprimir por tus errores, la Sangre de Jesús es más poderosa.

“Integridad en simples palabras es cumplir lo que prometes. Una persona de integridad es aquella que cuando dice algo, se le puede confiar. Cuando da su palabra puedes contar con él”. —Bill McCartney

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