Es Tiempo de Conectar, septiembre 18
Libre del Temor
Dios nos quiere llevar a otro nivel de libertad
¡Es una gran oportunidad que tenemos y que estamos esperando!
Dios quiere hacer algo nuevo y quiere abrirnos puertas de oportunidad, experimentar nuevas posibilidades, quiere que salgamos de nuestra zona de comodidad y romper paradigmas.
Se nos han dado dones, talentos, capacidades y a menos que las pongamos al servicio de otros, que construyan a otros y que si finalmente, tenemos una intención sana de construir el Reino de Dios es importante desarrollarlos.
Se necesita fe para ver una oportunidad pues las oportunidades no nos encuentran, son ciegas. Nosotros somos quienes tenemos que ver las oportunidades y reconocerlas cuando están frente a nuestros ojos.
Pero he notado que algunas veces el temor puede convertirse en un gran enemigo de las oportunidades. Detrás de cada oportunidad, hay temores por vencer.
Te recomiendo que en cada problema que enfrentes, veas las oportunidades.
Cuando el temor encegueció al ejército de Israel por causa de Goliat, hubo un hombre que no vio el problema y que no lo detuvo el desafío que tenía al frente, sino que vio la tremenda oportunidad que Dios estaba poniendo en su camino.
David vio la oportunidad de darle gloria a Dios y hasta casarse con la hija del rey de Israel. Esa misma oportunidad la tuvieron todos los hombres de Israel, pero el temor los paralizó. David pudo vencer el temor con fe y subió a otro nivel espiritual. Si no lo hubiera hecho, si no hubiera derrotado a Goliat, quizás su nombre hoy no hubiera quedado en la historia ni en la Biblia.
La fe nos lleva a avanzar decididamente y cruzar la puerta de la oportunidad, el temor nos paraliza y nos hace retroceder. Porque en lo espiritual, si no avanzamos…retrocedemos.
El cristianismo es lo menos lógico que hay.
Lucas 6:27-28 dice: “Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan”.
Para entrar a otro nivel tienes que derrotar el temor al fracaso, al temor del qué dirán, temor a no dar la talla, temor al futuro.
Jacob era una persona igual a nosotros. No era perfecto pero amaba las cosas del Señor y lo había demostrado.
Sabía que había un propósito muy especial para su vida, así como tú sabes que hay para la tuya.
Había tenido un encuentro personal con Dios y tenía hermosas promesas de Dios para su vida y su descendencia, como tú las tienes.
Jacob se había multiplicado y enriquecido, había visto a Dios obrar en su vida, como lo has visto tú. Pero un día le llegó su turno, como a ti, y Dios lo quiso llevar a otro nivel a un nivel tal que él jamás había imaginado. Llegó a un nivel que nunca alcanzó su padre Isaac.
De Jacob se iba a levantar una nación, la más fabulosa nación de todos los tiempos. Una nación que iba a afectar a todas las demás naciones por siglos hasta la eternidad. Una nación de la cual nacería el Hijo de Dios, el Salvador del mundo.
“Luego Dios añadió: «Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate. De ti nacerá una nación y una comunidad de naciones, y habrá reyes entre tus vástagos.” Génesis 35:11 NVI
Pero esta nación no hubiera nacido si antes Jacob no se hubiera enfrentado a sus temores, si su nombre no hubiera sido cambiado y echaba mano de la oportunidad que Dios ponía frente a él.
Jacob debía vencer el temor de volver a encontrarse con su hermano Esaú, a quien le había comprado la primogenitura por un plato de lentejas.
“Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vio: campamento de Dios es éste; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim. Y envió mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom.” Génesis 32:1-3
En cuanto Jacob, sintió la presencia de Dios, no necesitó que nadie le dijera nada, supo lo que tenía que hacer… y lo hizo. Había algo qué arreglar en su vida. Jacob necesitaba enfrentarse a ese temor que lo había agobiado por años.
Yo oro por ti hoy para que la presencia de Dios sea tal, que sólo puedas reconocer cuál es ese temor que se está levantando en tu vida y decidas enfrentarlo.
“Y los mensajeros volvieron a Jacob diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y 400 hombres con él. Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó al pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos.” Génesis 32:6-7
El temor hizo que Jacob tomara precauciones y dividiera sus posesiones en dos campamentos. El temor, la angustia, la preocupación nos hace ser prevenidos.
En la Biblia, la angustia y la preocupación se conoce como “doble ánimo.,” pues uno se encuentra entre dos pensamientos.
Por un lado Jacob quería ver a su hermano, pero por otro lado …le temía a ese encuentro.
El temor y la angustia nos ponen negativos y nos hacen ver fantasmas donde no los hay. La fe y el temor no pueden cohabitar. Cuando el temor entra… la fe sale y cuando la fe entra…el temor sale.
Génesis 32:8 “Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el campamento escapará.”
Quizás tú estás como Jacob entre dos pensamientos. Por un lado quería reunirse con su hermano, pero por otro lado tenía temor de él.
Tú también quizás anhelas un ministerio, quieres hacer la voluntad de Dios, pero estás entre dos pensamientos. ¿Y si fracaso y no doy la talla? ¿Y si no gano nada, y pierdo todo lo que he conseguido hasta ahora? ¿Y si no me acostumbro, o no se acostumbra mi familia después, qué, regreso derrotado? ¿Y si soy ya muy viejo?
Jacob le temía a los 400 que estaban con Esaú. Asimismo el diablo puede presentarte 400 interrogantes antes de dar un paso de fe. Es como si quisiéramos que todas nuestras dudas fueran resueltas antes de movernos y hasta queremos que Dios que nos muestre el futuro antes de dar un paso.
Si así lo hiciera Dios, ¿necesitaríamos acaso fe? No. Y sin fe es imposible agradar a Dios.
‘La misma Biblia dice en Mt. 6:34 que “…no nos afanemos por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán.”
¿Cómo enfrento entonces mis temores? Pues nada menos que orando y recordando la Palabra que Dios nos ha dado. Parándose en sus promesas. Si hoy quieres subir a otro nivel, si quieres tomar la oportunidad que se te presenta, confía en la palabra que Dios te ha dado.
“Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi Padre Isaac, Jehová que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela y yo te haré bien.” Génesis 32:9-12
Es curioso, pero si leen con cuidado, Dios le dijo a Jacob exactamente lo opuesto que a su abuelo Abraham, al que le había dicho en (Gn.12:2): “Sal de tu tierra y de tu parentela y te bendeciré.”
Para Abraham la Palabra que Dios le había dado había sido que sería bendecido por dejar su tierra y su parentela; y a Jacob, en cambio, la bendición le vendría por volver a su tierra y a su parentela.
Como vemos, la tierra y la parentela no definen nuestra bendición, sino que es nuestra obediencia a Dios lo que la define.
¿Qué te está diciendo Dios?
La enseñanza que nos deja esto es saber a quién estamos obedeciendo cuando hacemos lo que hacemos.
En el Reino de Dios todo se hace en obediencia, porque la obediencia es la más grande manifestación de amor. Jesús dijo en Juan 14:15 “Si me amas, guarda mis mandamientos.”
En otras palabras: Si me amas, obedéceme. No podemos decirle a Dios: “Te amo Señor, pero…no cuentes conmigo esta vez.” “Te amo, pero…no puedo hacer lo que me pides.”
La palabra “Pero” es el “delete” de Dios.
La palabra PERO borra todo lo que has hablado antes.
También entiendo con este pasaje que una era la oportunidad de Abraham y otra la de Jacob.
Dios no quiere que nos quedemos estancados en el mismo lugar. Dios hace cosas inéditas.
Si esta reflexión ha hablado a tu vida, déjanos tu comentario, comparte con otros y suscríbete al canal. Dios te bendiga.