Es Tiempo de Conectar, febrero 19
Sintonizándonos con la voz de Dios
Dios le habló a Adán mientras se paseaba con él en el huerto del Edén.
Dios le habló a Noé y le dijo «Edifícame un arca.»
Dios le habló a Abraham y le dijo «Sal de tu tierra y deja a tu parentela, y ve a la tierra que YO te mostraré».
Dios le habló a Isaac y le dijo «No desciendas a Egipto, siembra en el desierto y así fue prosperado.
Dios le habló a Jacob y le dijo: «Ya no te llamarás más Suplantador sino Israel, Príncipe con Dios».
Dios le habló a Moisés y le dijo que iba a librar a Su pueblo de la esclavitud.
Dios le habló a profetas, a reyes, a jueces, a sacerdotes, y habló a los apóstoles.
Pero a veces se nos hace difícil escuchar la voz de Dios porque hay mucho ruido ensordecedor alrededor nuestro y ocurre que nos resulta complicado ignorar la voz del enemigo que hace todo lo posible para que no oigamos a nuestro Pastor.
Cuando de veras deseemos oír la voz de Dios, la vamos a escuchar.
«»Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al cielo y a la tierra como testigos de la decisión que tomes. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir!” Deuteronomio 30:19-20 NTV.
Lo mejor que podemos hacer es elegir bien; que nos vaya bien en la vida depende de las elecciones que hagamos y puedes elegir esa opción al amar, al obedecer y al comprometerte con el Señor.
La voz de Dios es viva para nosotros. ¿Cómo quiere Dios que vivamos? Que le amemos y escuchemos Su voz, siguiéndole y estando dispuestos a obedecer todo lo que Él nos diga.
«Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir.» Juan 16:13.
Aquí no se nos dice que Dios no va a guardar silencio sino al contrario que tiene una Palabra para nosotros y que esa Palabra nos guiará en este tiempo presente.
En muchas ocasiones hemos querido saber qué va a pasar con nosotros más adelante y hasta se nos ha dicho que “lo mejor está por venir” y no caemos en cuenta que eso mejor es parte de lo que el Espíritu Santo nos va a mostrar.
El Espíritu Santo nos va a hablar porque tiene un mensaje especial de buenas noticias cada día del año.
Te pregunto, ¿Hace cuánto que no lo escuchas? Si es tu deseo oír Su voz, ¿qué es lo que te impide escucharlo? ¿Será que es el temor porque sientes que el pecado no te lo permite?
Adán y Eva nunca antes habían experimentado temor hasta que fallaron.
A otros, el diablo los acusa, los condena y les hace pensar que no son dignos de que Él les hable.
Otros creen que Dios ya no habla hoy o como los del pueblo de Israel que sintieron temor a Su voz y dijeron a Moisés, mejor habla tú con Dios.
Algunos, al igual que Adán, que al oír la voz de Dios se escondió.
A veces cuando sabes que has pecado, piensas que lo mejor es no oírlo.
Otras veces, es porque tienes a tu lado al Acusador que te dice: «mejor que no lo oigas,» «es mejor que no escuches al Señor» o te dice también que no eres digno de escucharlo o te llena la vida de tanta ocupación que no hay manera de escucharlo. O tan simple que no quieres oír Su voz como en Hebreos 12:18-20 NBD,
“Ustedes no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en fuego; ni a oscuridad, tinieblas y tormenta; ni a sonido de trompeta, ni a tal clamor de palabras que quienes lo oyeron suplicaron que no se les hablara más, porque no podían soportar esta orden: ¡Será apedreado todo el que toque la montaña, aunque sea un animal!»
Ellos no querían oír la voz de Dios sino su propia voz. La voz de Dios nunca será un eco de tus pensamientos, cuando Él habla, es totalmente diferente a lo que pensamos.
Si Dios creó la boca, ¿no hablará?
Hoy quiero decirte que Dios habla y te quiere hablar a ti y quiere decirte que lo mejor está por venir.
Dios le habló a Abraham, a Noé, a Moisés, a los profetas, a Pablo, Dios me ha hablado a mí y Dios te va a hablar a ti.
¿Cuánto tiempo dedicas a oír al Espíritu Santo? Él está conmigo y está contigo. Así que necesitamos apagar todas las otras voces y escuchar la de Él.
El Espíritu Santo desea mucho hacer Su tarea y guiarnos a toda verdad.
Deuteronomio 28:1 NBD «Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra.”
Si existe un lugar seguro, es el escuchar la voz de Dios pues el escuchar a Dios, nos da protección.
«Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. Juan 10: 27-29 NBD.
Nadie nos puede arrebatar de Su mano pues si permanecemos en Jesús, estamos seguros.
Para que podamos salir de nuestro adormecimiento, necesitamos Su voz.
Si nunca la has oído, dile: «Señor quiero oír tu voz.»
Si la has oído pero la has desobedecido, pide una nueva oportunidad, dile: «Dios mío, me he equivocado muchas veces, he ignorado tu voz y me he estrellado, vuelve a hablarme, por favor… que esta vez te quiero obedecer.»
Dios te dice: «Hijo mío, hija mía, descansa porque Yo haré que habites en seguridad. Te salvaré con mi salvación eterna y siempre te mantendré seguro y libre de vergüenza.
Saldré a buscar a mis ovejas y las cuidaré.
Te voy a rescatar y te voy a librar de la cautividad.
Seré tu Pastor y te haré reposar en campos fértiles donde habrá seguridad.
Haré regresar a los que se han apartado y voy a vendar a quienes estén heridos.
Protegeré a los que son débiles… Y cada vez que te sientas desalentado, recuerda que soy tu ayuda omnipotente.
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