Es Tiempo de Conectar, enero 22
Clamando a nuestro gran Dios
Jeremías 33:3 “Clama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.»
Dios nos invita a clamar a Él y nos ofrece darnos respuesta a ese clamor y no solo eso, sino que promete enseñarnos grandes cosas que desconocemos.
¿Qué es clamar?
Es una oración profunda, es dejar que nuestros sentimientos y nuestras emociones se derramen delante de Dios.
La oración es el medio que Dios mismo estableció para poder llenarnos y comunicarnos sus bendiciones. Es en la oración donde el cielo y la tierra se tocan.
Dios disfruta más respondiendo nuestras oraciones, que nosotros haciéndolas.
También nuestras oraciones son un medio de descubrir nuestros corazones delante de Dios y de ejercitar nuestra fe. Basta oír a alguien orar para darnos cuenta de cómo anda su relación con Dios y cuán grande es su fe.
«Este pobre clamó y el Señor lo oyó, y lo libró de todas sus angustias.» Salmo 34:6.
Cuando clamamos, Dios nos oye y nos libra.
Si pensáramos que todavía podemos hacer algo nosotros, no estaríamos postrados clamando por el favor de Dios. Aquel que clama está urgido de aquello que pide. Israel muchas veces no clamó y fue porque su ceguedad impedía darse cuenta de que sus necesidades sólo podían ser atendidas por Dios.
«”En lugar de invocarme con corazón sincero, se quedan sentados en sus sillones y se lamentan. Se hacen cortaduras en el cuerpo y suplican grano y vino nuevo a dioses ajenos y se alejan de mí. Yo los entrené y los hice fuertes, pero ahora, traman maldades en mi contra.“ Oseas 7:14-15
Dios te dice CLAMA, no te rebeles más ni pienses que estoy molesto contigo, cuando clames yo escucharé y te responderé pues nuestro clamor mueve a Dios para concedernos un milagro.
«Dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos les dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.
Entonces Jesús compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista.» Mateo 20:30-34.
La necesidad y la fe de estos hombres había crecido más que su orgullo y su vergüenza.
Nuestro clamor nos pone en la primera plana del periódico de Dios pues sólo Él tiene el poder para ayudarnos.
«Clamo al Dios Altísimo, al Dios que me brinda su apoyo. Desde el cielo me tiende la mano y me salva; reprende a mis perseguidores. ¡Dios me envía su amor y su verdad!.» Salmo 57:2-3.
Al clamar a Dios, su favor nos rodea y envía desde el cielo respuesta a nuestro clamor.
«¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Les digo que sí les hará justicia, y sin demora.” Lucas 18:7.
La respuesta de Dios a nuestro clamor no va a tardar, llegará pronto y sin demora.
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