Es Tiempo de Conectar, abril 23
Hijos de Dios
«Todos los que viven en obediencia al Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Porque el Espíritu que Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: ¡Papá! El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, y nos asegura que somos hijos de Dios.” Romanos 8: 14-16 TLA.
Todos somos criaturas de Dios que al recibir a Jesús en el corazón, como dice Juan 1:12, llegamos a ser hijos de Dios y quien nos da el testimonio, es decir la confirmación y la certeza de que “somos hijos de Dios” es el Espíritu Santo y llegamos a tener esa convicción al volvernos como niños.
La Biblia nos dice que aquellos que son guiados por el Espíritu Santo esos son hijos de Dios.
En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea para padre es “Abba” que significa “papito”. En el Nuevo Testamento, la palabra griega para padre es “Pater.” Estas dos palabras denotan conceptos como origen y alguien que alimenta a otros, que sostiene, que da soporte, que protege.
El padre es el origen o la fuente de recursos, quien defiende y sostiene todo lo que proviene de él.
La palabra “Padre” aparece 245 veces en el Nuevo Testamento, pues fue la palabra favorita que Jesús utilizó para referirse a Dios.
Tan solo en el Sermón del Monte, Jesús mencionó esa palabra 14 veces y también nos enseñó a dirigirnos a Dios de esa manera.
Mateo 6:9 “Ustedes deben orar así: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.”
No hay mayor privilegio que sentirnos hijos de Dios y ser confirmados por el Espíritu Santo. Quien se siente hijo, nunca se aleja de la casa. El hijo constantemente llama a casa, el hijo siente amor por su Padre, el hijo vive agradecido por todo lo que Él padre le da.
Isaías 64:8, “A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.”
Dios es nuestro Padre y nos formó con amor en el vientre de nuestra madre.
A pesar de tu pasado, Él envió a su hijo unigénito a morir por ti.
A pesar de saber que no cumplirías tus promesas, sigue creyendo en ti.
A pesar de tus errores, Él sigue siendo tu Padre.
A pesar de que te hayas alejado, está esperando que regreses para restaurarte.
De repente creías que nadie se preocupaba por ti, que estabas solo en medio de tus problemas pero eso no es cierto pues tienes un Padre en los cielos que cada día, a cada hora está pensando en ti y quiere ayudarte.
El tener un Padre que nos ame tan incondicionalmente, como Él lo hace, nos brinda identidad, confianza, seguridad, provisión, dirección, corrección, afirmación y perdón.
A veces por nuestra terquedad no queremos dejarnos guiar y nos sentimos tristes porque el pecado nos aleja de nuestro Padre Dios, pero el Espíritu Santo está listo para acercarte nuevamente al amor de nuestro Padre.
El amor del Padre Celestial es tan grande que se atreve a adoptarte a pesar de tus errores, aun a sabiendas de que eres débil y le vas a dar la espalda, pero como el Padre del hijo pródigo… siempre está esperando por ti, por tu decisión de regresar y porque tomes la decisión de ser adoptado por Él.
Si en este momento estás viviendo como esclavo cuando deberías vivir como hijo, ¿te sientes preso en uno o varios pecados?
Entonces te animo a que decidas salir de allí e ir en busca de tu verdadero hogar: La casa de tu Padre.
Abandona todo lo que tengas que abandonar y dile ahora mismo:
«Quiero más de ti, Dios, y menos de mí… Perdóname por alejarme y preferir vivir como esclavo cuando tienes un lugar en tu mesa para mí como hijo.»
El Padre es más grande que todo. Su amor es más grande que el amor de los hombres, Su ayuda es más grande que tu necesidad y Su perdón es más grande que el peso de tus pecados.
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