Devocional diario junio 24
El Dios Defensor
Desde que éramos pequeñitos cuando algo nos asustaba nos pegábamos a las faldas de mamá, o corríamos a los brazos fuertes y poderosos de papá. Sencillamente éramos conscientes que por ser pequeños necesitábamos que alguien nos defendiera.
Algunos no tuvimos quien lo hiciera. De pronto papá estaba ausente o muerto o nos creó una abuelita que era débil por ser mujer o por su edad.
Y eso creó como un vacío en el corazón y nos hizo pensar que si nosotros no nos defendíamos, nadie lo haría.
A medida que crecimos cuando alguien nos atacaba verbalmente, con actos, si nos acusaban, necesitábamos que alguna persona amiga, un compañero de trabajo o un familiar nos defendiera. Porque qué rico es cuando alguien saca la cara por ti y te defiende. Rara es la persona que siente que no necesita que alguien la defienda alguna vez. Cuando no hemos tenido papá, ni hermanos mayores, o cuando mamá no tenía mucho carácter, alguien nos hacía algo y nos quedábamos golpeados, o insultados y por supuesto humillados. A nadie le gusta perder.
La sensación de no tener quien nos defienda produce la sensación de desamparo, de orfandad así tengamos papás vivos. Hay lo que se llama papás fantasmas. Están ahí, pero es como si no estuvieran y cuando les contábamos que alguien nos quiso agredir, o nos regañaban o nos pegaban.
Hemos oído en la serie El Chapulín Colorado: ¿Y ahora quien podrá defendernos? A veces nos pasa que miramos alrededor y no vemos a nadie. Entonces entendemos que tenemos que elevar la vista.
Salmo 121 TLA
“Dirijo la mirada a las montañas; ¿de dónde vendrá mi ayuda?
Mi ayuda viene de Dios, creador del cielo y de la tierra.
Dios jamás permitirá que sufras daño alguno. Dios te cuida y nunca duerme.
¡Dios cuida de Israel, y nunca duerme!
Dios te cuida y te protege; Dios está a tu lado.
Durante el día, el sol no te quemará; durante la noche, no te dañará la luna.
Dios te protegerá y te pondrá a salvo de todos los peligros.
Dios te cuidará ahora y siempre por dondequiera que vayas.”
Hay personas que buscan defenderse aprendiendo artes marciales, otras con amuletos, otras portan armas, otras creen que su dinero les va a defender, etc.
Sin embargo, a la hora de la verdad esto nos sirve para poco pues vivimos en un mundo lleno de violencia. Tantos asesinatos, crímenes, robos nos crean zozobra. Somos desafiados en poner nuestros ojos en Dios, pues Él es nuestro único defensor.
El problema es que tratamos de defendernos a nuestra manera. Muchas veces nos defendemos atacando, otras argumentando, otras buscando pruebas, testigos. Pero Dios ha visto todo. Nada se le pasa jamás. Dios no se distrae, no está muy ocupado. Pero cuando buscamos que las personas nos defiendan, que no digo que no lo hagan, Él ya no interviene. Y es que Él espera que lo llamemos y que lo invoquemos. Dios es un caballero y respeta nuestro libre albedrío. Por eso como el salmista, decimos:
Salmo 35:1-3 “Dios mío, ataca a los que me atacan, combate a los que me combaten. Prepárate para la lucha y ven en mi ayuda. ¡Preséntales batalla a los que me persiguen!¡Prométeme que me salvarás!
Salmo 20:6-8
“Ahora estoy bien seguro de que Dios le dará la victoria al rey que él ha elegido. Sé que Dios le responderá desde su santo cielo; sé que con su poder le dará al rey grandes victorias. Algunos confían en sus carros de guerra, otros confían en sus caballos, pero nosotros sólo confiamos en nuestro Dios. Esa gente tropezará y caerá, pero nosotros nos levantaremos y seguiremos de pie.”
¿De qué nos defiende Dios?
1- Del Enemigo: Quien anda como león rugiente buscando a quien devorar. Es una cucaracha que anda como león. Nos hace creer que es un león, pero yo sólo conozco al León de Judá. Él pone en el enemigo temor de nosotros. En vez de tenerle nosotros temor al diablo, el debería temernos a nosotros. No porque nosotros tengamos fuerza o poder, sino porque el Todopoderoso, el Fuerte de Israel pelea nuestras batallas. Una manera como dejamos que Dios luche por nosotros es alabándole. 2 Cr. 20: 15-25.
2- De Nosotros Mismos: A veces las emociones nos juegan malas pasadas. A veces somos nuestros peores enemigos porque somos autodestructivos. Dios en esos momentos nos defiende también de nosotros mismos y una forma de defendernos de nosotros mismos es librándonos de la tentación.
3- De los demás: Nos defiende apartando personas de nuestro lado. Hay “amigos” que son piedras de tropiezo. Nos dan malos consejos contrarios a la Palabra de Dios, nos manipulan, nos utilizan y son hipócritas.
Muchas veces nos sentimos atropellados cuando tenemos la certeza de que estamos siendo rectos y justos ante los ojos de los hombres y de Dios. Sin embargo, el enemigo usa personas, incluso muy cercanas y familiares para hacerte sentir abandonado de la misericordia de Dios. Por ello en momentos de intenso dolor y rabia por las actitudes de personas que amamos o, las que son distantes en nuestros afectos debemos tener claro, que, si vivimos con los pies en la tierra y el corazón en el cielo, haciendo la voluntad de Dios, no tendremos por qué temer a nada.
No dejemos ensuciar nuestro corazón de amargura, no nos dejemos afectar por palabras necias y mal intencionadas del diablo.
Si somos temerosos de Dios y cumplimos conscientemente los mandatos divinos que vienen de Dios, podemos estar seguros de que ni en la calma ni en la tormenta, Dios nos dejará solos y menos nos dejará caer en vergüenza.
Salmo 34:7 NTV
“Pues el ángel del Señor es un guardián; rodea y defiende a todos los que le temen.”
¡Él te defiende! Pobre del que se mete contigo porque Dios es tu defensor.
No hay nada ni nadie que pueda lograr con nosotros sus malas intenciones, Dios es por nosotros y eso es suficiente.