Es Tiempo de Conectar, marzo 25
Mi amado es mío y yo soy suyo
A veces me pregunto ¿Por qué será que sigo en pie? ¿Por qué me levanto todas las mañanas y sigo mi rutina de trabajo y familia? ¿Para qué oro y hago mi devocional a diario?
La respuesta que se me viene a estas preguntas existenciales es que a lo largo de mi vida he aprendido que le pertenezco a Dios, he aprendido a amarle y he descubierto su gran amor por mi.
Lo amo porque Él me amó primero y que al que mucho se le perdona, mucho amor muestra.
Tú y yo ocupamos un lugar muy especial en el corazón de Dios y a Él le gusta escuchar nuestra voz.
Podemos habernos alejado, podemos haberlo ignorado en muchos momentos, pero Él se encarga de atraernos nuevamente con lazos de amor.
Cuando buscamos llenarnos con cosas materiales que nos hagan sentir satisfechos, a menudo volvemos vacíos con necesidad de Su presencia.
Por eso, la Biblia dice en Cantares 3:2 “Así que me dije: Me levantaré y recorreré la ciudad, y buscaré por todas las calles y las plazas. Buscaré a mi amado. Así que, busqué por todas partes, pero no lo encontré.”
Pasan días, semanas, meses y años y necesito volver a encontrarme con el único que me llena, lo busco con desesperación porque Él es mi amado. Lo busco en mis sueños, lo busco en mis circunstancias y no es que no esté, sino que no lo percibo.
Oseas 5:15, “Entonces regresaré a mi lugar, hasta que reconozcan su culpa y se vuelvan a mí. Pues tan pronto lleguen las dificultades, me buscarán de todo corazón.”
Dios siempre nos da oportunidades de regresar a Él y es mejor hacerlo antes que lleguen las dificultades. Abandonar nuestros otros amores y decirle a Dios:
«Quiero que tú seas el único amor, te elijo a ti.”
Cuando nos vemos envueltos en dificultades, allí es que le rogamos que no nos abandone, cuando en realidad somos nosotros los que lo abandonamos de tiempo atrás, pero con todo, Él nos dice:
“Mi amante me dijo: «¡Levántate, amada mía!¡Ven conmigo, mi bella mujer!” Cantares 2:10.
«¡Levántate de donde hayas caído, no estés más deprimido, deprimida! Yo te sigo amando, mi bella mujer, mi bello hombre.»
Nunca es tarde para volvernos al amor de Dios.
“Yo dormía, pero mi corazón estaba atento, cuando oí que mi amante tocaba a la puerta y llamaba: Ábreme, tesoro mío, amada mía, mi paloma, mi mujer perfecta. Mi cabeza está empapada de rocío, mi cabello, con la humedad de la noche.” Cantares 5:2
¡Tesoro, sí tú, mi tesoro. Mi paloma. Perfecto mío. Princesa mía. Favorecido mío!
Y tiene muchas otras maneras de llamarnos, así que ¡Despierta tu corazón para amar a Dios!
Él te dice en este momento:
Pon atención a la carta que he escrito para tí, sólo para tí, así dice el Señor:
“Te conozco desde antes de que el mundo fuera creado y desde ese momento te amé.
Conozco exactamente cuántos cabellos hay en tu cabeza, yo fui el que los puso uno a uno con un objetivo y tu vida para mí tiene un gran propósito.
Te observé y vi que estabas hecha de una manera formidable y maravillosa, pues te hice a mi imagen.
Sé los planes que tengo para ti, planes de bien y no de mal, planes de prosperidad que nunca te van a hacer daño.
Planes de esperanza y de futuro.
Te di dones y un llamado irrevocable, puse mi Espíritu de vida en ti y soplé sobre tí para que vivas, pero ¿sabes que? no puedo obligarte a que me ames.
Cuando te sientas abrumado por tus tribulaciones quiero que recuerdes que Yo Soy tu paz, levántate a conquistar, levanta tu ánimo porque nunca te voy a dejar solo, sola. Mi promesa no tardará más, Yo seré fiel a nuestro pacto.
Seré tu amparo y tu fortaleza cuando más lo necesites. Cuando estés trabajada y cansada, seré tu descanso. Cuando te sientas indefenso, seré tu abogado y tu justicia.
Cuando cayeres, no quedarás postrado porque yo te sostengo con mi mano.
Serás como un árbol que da fruto a su tiempo y que todo lo que hagas prosperará.
Te amo tanto, que di a mi Hijo Unigénito por ti.
¿Acaso crees que me olvidaría de ti? Te tengo presente.
El sol sale porque tú sonríes, mi viento te abraza y cada vez que miras hacia el cielo me enterneces… nunca dudes de mi amor.»
“Oh mujeres de Jerusalén, prométanme: si encuentran a mi amante, díganle que desfallezco de amor.” (Cantares 5:8)
Cantares 6:3, “Yo soy de mi amante, y mi amante es mío.”
Cantares 7:10 «Yo soy de mi amante, y él me declara como suya.»
Tú y yo somos de Dios. En Su presencia es que Él pone una marca imborrable a cada uno de nosotros.
Nadie que ha conocido el amor de Dios puede volver a ser el mismo después de un encuentro con Su presencia.
Inténtalo, dile: «Quiero ser tuyo y que tú seas mío. No tengo un compromiso más importante que TÚ».
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