Es Tiempo de Conectar, junio 27

Cuando somos quebrados por Dios

En Lucas 24:29-31 encontramos: “Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista.”

Esta historia nos narra una de las tantas apariciones de Jesús después de ser crucificado; la Biblia dice que se apareció y comenzó a caminar con sus discípulos camino a Emaús pero que ellos no le reconocieron.

¿Ellos no pudieron ver acaso las heridas en sus manos, no pudieron ver las heridas en sus pies y no pudieron reconocerlo al escuchar su voz? Creo que la voz del maestro ha debido de ser única e inconfundible. Hasta Lázaro estando muerto, cuando escuchó la voz de Jesús, la reconoció y salió caminando del sepulcro.

¿No pudieron reconocer su mirada? Esa mirada de amor, de ternura, llena de misericordia.

Y lo que me parece aún más increíble es que no pudieron reconocerlo después de escucharlo predicar tres años que anduvo con ellos, y ellos pronto se habían olvidado de todo lo compartido.

Hasta probó con exhortarlos a ver si lo reconocían, pero ni cuenta se dieron. ¿cuántas veces sucede así con nosotros? Estamos tan cerca de Jesús y a la vez tan lejos del latido de su corazón.

…pero estando en la mesa, algo sucedió que les abrió los ojos y pudieron ver.

Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio.

…los discípulos lo reconocieron al partir el pan.

No fue tan importante lo que estaban comiendo sino cómo lo estaban comiendo y fue ahí que sus ojos se abrieron.

Los discípulos pensaron seguramente: ¿dónde experimentamos esto antes?

1). En la última cena durante el incidente con Juan y Judas. Tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio.
2). En la alimentación de los cinco mil: Tomó el almuerzo del niño, lo bendijo, lo partió y lo dio.

Y todo comenzó a tener sentido…

3). Cuando Dios llamó a Abraham de Ur de los Caldeos, lo bendijo con grandes riquezas y además lo que logró con una mujer estéril. Al final le dio un hijo y hoy es conocido como el padre de la fe.
4). Isaac. Lo llamó aun estando en la matriz estéril de Sara, lo bendijo como el hijo de la promesa, lo probó en el monte de Moriah y lo dio como la esperanza de Israel.
5). Jacob. Lo tomó y lo bendijo con la primogenitura que le pertenecía a su hermano y lo quebrantó en un monte llamado Peniel, le dio doce hijos que formarían las doce tribus y su nombre fue cambiado a Israel.
6). José. Lo tomó del pozo, lo bendijo en la casa de Potifar, lo quebrantó en la cárcel y lo hizo el hombre más poderoso de Egipto después de Faraón.
7). Moisés. Lo tomó de las aguas del Nilo, lo bendijo en casa de Faraón, lo probó durante cuarenta años en el desierto y lo dio como el libertador de Israel.
8). David. Lo tomó de detrás de las ovejas, lo bendijo como rey y lo humilló haciéndole esconder en una cueva llamada Adulam, lo bendijo como el más grande de todos los reyes de Israel.
9). Jesús. Lo tomó de una virgen y lo bendijo con maravillas y señales y lo quebró en una cruz y lo dio como el salvador del mundo.

Dios tiene su forma de procesarnos, nos toma del mundo, nos bendice con su gracia y el perdón, nos quiebra y nos da una vida de propósito.

Quizá hoy estás en un proceso de ser tomado, sacado de un lugar de comodidad, de un lugar de derrota, sacado de un abismo donde no ves salida.

Quizá estás en lugar de bendición, donde todo lo que haces sale bien, donde todo lo que Dios pone en tu mano lo hace prosperar y sentimos que el favor de Dios está sobre nuestras vidas, pero vendrá el tiempo de quebranto y cuando eso pase, recuerda que Dios te ama y es ahí cuando quiebra nuestro orgullo, quiebra nuestra voluntad, quiebra nuestra lógica, nuestros planes y que quiere darnos algo mejor.

Si no me hubiera quebrado, nunca hubiera podido aprender a confiar y depender de Dios y reconocer que no es en mis fuerzas, no es con espada, no es con ejército, sino con su Santo Espíritu.

Si Dios no me hubiera quebrado, nunca hubiera podido entender que todas las cosas ayudan a los que aman al Señor, a los que han sido llamados conforme a su propósito, porque aún en el tiempo en que me quebró, Él me sustentó y sacó lo mejor de mí.

Jesús nunca dio un pan que primero no fuera quebrado.

¿Qué me enseña esto? Que no hay atajos para nuestra formación, todos tenemos que ser tomados, bendecidos, quebrados y partidos, si queremos ser usados por Dios.

Debemos notar que Jesús nunca soltó el pan. ¿Qué significa esto? Que Jesús tampoco te va a soltar y que te va a sostener.

Y te podrás preguntar, ¿hasta cuándo? hasta que termine lo que dijo que haría contigo.

Ora conmigo: Quédate con nosotros Dios, desayuna en nuestra mesa, almuerza y cena con nosotros, guarda nuestro sueño porque queremos cumplir el sueño que tienes con nosotros.

No nos sueltes, abráz>anos en los tiempos de quebranto y ayúdanos a ser más como tú.

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