Es Tiempo de Conectar, mayo 27

La Fe conquistadora

La clase de fe que nos ayuda a alcanzar las promesas y recibir las bendiciones de Dios, no es cualquier clase de fe, sino una fe conquistadora.

La Biblia nos muestra cómo algunos lograron pasar de tener una fe pasiva o muerta a tener una fe capaz que conquista.

En tiempos de Jesús la lepra era una enfermedad incurable y los leprosos eran obligados a salir de las ciudades y vivir afuera hasta morir.

Leemos en Lucas 17 que Jesús iba camino a Jerusalén y al salir de la ciudad se encontró con unos leprosos. Estos leprosos seguramente habían probado con todos los médicos de la época y habían tomado todas las medicinas disponibles para sanar su enfermedad, pero nada había dado resultado. Cuando estos hombres oyeron de Jesús, que pasaba por donde ellos estaban, a pesar de sus circunstancias, a pesar de su grave enfermedad, pudieron creer en un milagro.

La fe conquistadora cree en imposibles.

Cuando miras con los ojos de la fe no ves las circunstancias sino que ves al Dios de las circunstancias. Es por eso que la Biblia nos anima a no caminar por vista, sino por fe.

Es por eso que no importa cual sea tu condición actual, no mires tus circunstancias con los ojos de la lógica, empieza a ver las circunstancias con los ojos de la fe.

Cuando uno puede ver las circunstancias con los ojos de la fe, mi corazón se llena de fe y es ahí cuando lo imposible se vuelve posible y lo incurable se vuelve curable.

Estos hombres se atrevieron a creerle a Dios por un imposible y es tiempo donde debemos creerle a Dios por cosas que para nosotros son imposibles, porque para el que cree todo le es posible.

Estos 10 leprosos no sólo creyeron en Jesús, sino que inmediatamente empezaron a dar voces diciendo: Jesús ten misericordia de mí.

Muchas personas dicen creer en Dios, pero sus palabras no lo demuestran y con sus propias palabras anulan lo que creen.

Lucas 17:14, “…y aconteció que mientras iban fueron sanados.”

Lo tercero que hicieron estos 10 leprosos fue que, a pesar de su condición, a pesar de sus circunstancias, obedecieron a Jesús y empezaron a dar pasos de fe.

Si quieres tener una fe conquistadora necesitas aprender a dar pasos de fe.

Debemos entender que la Fe de la cual habla la Biblia no es tan solo un sustantivo, es un verbo, es acción, es movimiento, es levantarse y hacer algo.

Es por eso que Santiago nos dice que la fe sin obras es muerta, porque mis acciones son las que validan mi fe. Si yo digo tener fe, se debe ver reflejado directamente en mi forma de pensar y en mi forma de hablar, pero sobre todo en mi forma de vivir y de enfrentar la vida.

La verdad es que hoy, más que nunca, Dios está buscando hombres y mujeres que vivan su fe.

La vida es una batalla de fe y te aseguro que todos los días vas a tener que echar mano de ella para enfrentar cada circunstancia y cada problema que se te presente.

A estos hombres no les importó lo que les dijeron en el camino, no les importó ni siquiera si iban a tropezar, creyeron y caminaron en fe.

La fe conquistadora, es la fe perseverante, que no se rinde, no es intimidada por las circunstancias adversas, no acepta excusas, no retrocede, sino que se mantiene firme creyendo.

Ahora miremos lo que sucedió. Primero ellos estaban persiguiendo el milagro, después el milagro resultó persiguiéndolos a ellos.

Lucas 17:15-19, “Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: «¡Alaben a Dios!». Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano.

Jesús preguntó: «¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?». Y Jesús le dijo al hombre: «Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado.”

La fe conquistadora agradece con anticipación el recibir el milagro.
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Una vez que tienes la seguridad en tu corazón de que el milagro es real en tu vida es tiempo de empezar a agradecer.

Debemos aprender a dar gracias a Dios por lo que no vemos, porque sabemos en nuestro corazón que ya fue hecho.

Sólo uno de los diez leprosos tuvo una actitud agradecida con Jesús y sólo éste fue el que no sólo recibió su sanidad sino también su salvación.

La persona agradecida con Dios siempre recibe más de parte de Dios.

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