Devocional diario mayo 28
Creados para adorar
En 1 Corintios 8:6 encontramos:
«Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos»
Uno de los grandes propósitos para lo que hemos sido creados por Dios, es para adorarle. Nuestras palabras y nuestra voz son para Dios sonidos celestiales.
Nuestro concepto de adoración es muy distinto al concepto que Dios tiene de adoración. ¿Qué es lo que él quiere de nosotros?
Juan 4:23 - 24
«Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.»
La Palabra Adoración significa: Rendirnos a Dios, entregarnos por completo, consagrar nuestras vidas para Dios. La palabra rendición suena muchas veces mal porque muchas veces implica derrota, pérdida y casi siempre se usa en un contexto negativo. Pero es justamente la rendición y la entrega, lo que Dios está buscando de nosotros, que nos entreguemos por completo sin límites, sin caretas, siendo y viviendo para aquello que fuimos creados.
La verdadera adoración se da cuando nos entregamos completamente a Dios, cuando nos rendimos ante su presencia, cuando le consagramos todo lo que tenemos y todo lo que somos.
Ofrecernos a Dios es la esencia de la Adoración
Dios quiere toda tu vida, el 95 % no es suficiente, si queremos vivir para adorarle, tenemos que estar dispuestos a entregarle todo a Dios. No más compromisos a medias u obediencia parcial, las sobras de tu tiempo o de tu dinero no ofrecen honra y adoración a Dios.
Adoración es devoción plena, no pedacitos de tu vida.
¿Cuál es la adoración que a Dios le agrada?
Marcos 12: 30
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” – A DIOS LE AGRADA LA ADORACION DE CORAZÓN.
El que ama a Dios con todo se entrega del todo, es una adoración que nace en nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, cuando queremos gritar dándole gracias. Dios está más interesado en tu entrega, en tu corazón, en tus palabras que en la melodía de tu voz o lo afinado que puedas cantar. Él quiere una adoración que salga de tu corazón.
Si, la Biblia habla de “verdaderos adoradores” y es porque si existen falsos adoradores. Los falsos adoradores viven para sí mismos, ellos se adoran, adoran su cuerpo, adoran su trabajo, adoran Dioses que no entregaron su vida por ellos.
David fue un gran adorador y salmista, no porque tocara muy bien el arpa sino porque su adoración nacía de un corazón arrepentido y agradecido con Dios.
Recordemos que “El hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón” dice Dios.
Salmo 20:3
“Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. *Selah.”
Dios acepta la adoración de una vida que vive para adorarle. Entrar en adoración a Dios es salir de lo superficial y concentrarnos en lo profundo de Dios. Yo quiero que Dios acepte mi adoración, recuerde cada ofrenda, cada oración y que cuando vayamos al cielo nos sintamos en nuestro hogar.
Nuestra adoración es la respuesta a la presencia de Dios.
Adora a Dios con propósito
Tu mente debe estar puesta en lo que haces. No cantes por cantar, adora con inteligencia. Si nuestra adoración no es con propósito, se convierte en lo que Jesús llamó: “Vanas repeticiones”. Cuando adoramos no solo debemos involucrar el corazón sino también nuestra mente.
Romanos 12:1
“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”
Cuando adoramos, debemos ofrecer nuestro cuerpo como sacrificio vivo.
El riesgo de un sacrificio vivo es que puede saltar del altar. ¡Que no quiere morir! Hay momentos donde no queremos entregar lo que Dios nos está solicitando.
1 Crónicas 21:24
Pero el rey David le respondió a Ornán: —Eso no puede ser. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al Señor, ni le ofreceré un holocausto que nada me cueste. Te lo compraré todo por su verdadero precio.
En adoración somos expuestos y Dios nos pule para santificar nuestras vidas. La verdadera adoración sacrifica mi carne, mis deseos, mi orgullo, es más que una canción, es gratitud, es alabanza, humildad, arrepentimiento, es decirle a Dios “mi vida es tuya.”
Dios mío «Eres todo para mí, nada tiene más valor para mí que amarte.»