▷Libres de toda culpa

Es Tiempo de Conectar, abril 29

Libres de toda culpa

En el antiguo imperio romano, cuando un asesino era encontrado culpable de haber asesinado a alguien, el castigo por su crimen era amarrarlo a la persona que él mismo había asesinado, al poco tiempo el cuerpo del muerto se descompondría y terminaría matando a su asesino.

La culpa y la condenación actúan de la misma forma sobre nuestras vidas, es como si estuviéramos cargando un muerto sobre nuestra espalda que nos va contaminando por dentro.

Si queremos vivir vidas victoriosas debemos ser libres de la culpa.

Romanos 8:1 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”

Una persona que tiene la sombra de la culpa sobre su vida nunca podrá ser verdaderamente feliz porque no importa a dónde una persona trate de huir o trate de refugiarse, la sombra de la culpabilidad lo encontrará y lo hará sentir sucio, indigno y miserable.

Jesús vino precisamente para librarnos de todo sentimiento de culpa.

Repite conmigo como dice Romanos 8, “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.”

¿Qué hizo Dios para quitarnos la culpa?

Encontramos la respuesta en 2 Corintios 5:21,

“Porque Dios tomó a Cristo, que de sí mismo no conocía el pecado, y le hizo cargar con el nuestro como si fuera suyo; de esta forma, a nosotros, libres ya de toda culpa, Dios nos declara justos.”

Jesús cargó no sólo con nuestro pecado sino también con nuestra culpa y gracias a ello estamos limpios del pecado, libres de la culpa, justos delante de Dios.

Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

Justificado significa ser hecho justo, como si nunca hubiéramos pecado.

Cuando Jesús te justifica, te limpia, te sana y te ve como si nunca en tu vida hubieras pecado.

Podrás entonces decir, ¿Y qué de mi pasado, qué de las cosas malas que cometí a lo largo de mi vida, qué de aquellas cosas que me avergüenzan y que nadie conoce sino yo?

La gran noticia es que Jesús ya se encargó de todo eso, las borró, ya no existen, desaparecieron.

Sólo tienes un presente alegre y victorioso y un futuro lleno de promesas.

Si logras recibir la justificación, te habrás quitado un gran peso de tus hombros y podrás correr por la vida con la frente en alto, sabiendo que eres merecedor de todo el favor de Dios.

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