Es Tiempo de Conectar, enero 30
La fuerza de vida es Dios
«Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es la Palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Zacarías 4:6.
Otra traducción de la Biblia dice «… Así que el ángel me explicó: Dios le está mandando un mensaje a Zorobabel, y es el siguiente:
Zorobabel, no hace falta que seas poderoso, ni necesitas un gran ejército; lo único que necesitas es mi Espíritu. Yo soy el Dios todopoderoso, y te aseguro que así es.»
Sansón fue un hombre escogido por Dios y quien olvidó cuál era el origen de su fuerza.
La Biblia dice que salió de la ciudad de Gaza cuyo significado es, «lugar de fortaleza» y pensó que podría seguir viviendo sin la fuerza del Espíritu de Dios.
Algo similar nos pasa, las cosas que queremos conseguir en esta vida no se consiguen por nuestra propia fuerza, sino por la voluntad de Dios.
Dios nos da la fuerza de vida necesaria para superar cualquier adversidad que se levante contra nosotros.
Necesitamos escuchar Su voz porque la voz de Dios para el cristiano es como la espinaca para Popeye: “Nos da fuerza, nos da vida y nos hace invencibles.”
“El Señor es mi fuerza y mi cántico; Él es mi salvación. Él es mi Dios, y lo alabaré; es el Dios de mi padre, y lo enalteceré.” Éxodo 15: 2.
El Espíritu Santo quiere ser tu fortaleza. Recuerda que no es por tu fuerza ni por tus estudios, tampoco por tu supuesta seguridad, sino es de Su Espíritu de dónde proviene la fortaleza.
Aquellos que buscan su fuerza en la presencia de Dios no conocen imposibles.
«¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.” Jeremías 32:17.
Troya era una ciudad legendaria que tenía una característica especial, tenía unas murallas impenetrables. Ese era su orgullo y su fortaleza: nadie podía conquistarla y durante 300 años los griegos querían destruirla, tomar venganza y no iban a parar hasta conseguirlo.
Cientos de barcos intentaron conquistarla pero fracasaron hasta que a alguien se le ocurrió hacerle un presente: un caballo de madera, y dentro de él esconder a unos griegos.
Al comienzo, el caballo causó desconfianza pero los troyanos lo introdujeron dentro de la ciudad y creyeron que ya la pelea había terminado.
Celebraron, se embriagaron y dentro del caballo estaban los griegos que terminaron por matar a la guardia y a todos los desprevenidos troyanos.
Esto nos enseña que las murallas impenetrables son realmente las manos de Dios que nos defienden cuando Él es nuestra fortaleza.
El diablo no se ha rendido en su intención de destruirnos y es por esto que no debemos permitir un caballo de Troya en nuestro corazón, un pecado consentido, pequeños griegos viviendo en el corazón que en cualquier momento salen de sus madrigueras y nos destruyen.
Si Dios es tu fortaleza no puedes tener secretos con el diablo, ni áreas grises en tu vida. Puede que la vida de un cristiano no sea color de rosa pero siempre debe ser transparente.
Tu enemigo querrá conquistarte sigilosamente, poco a poco, para que te alejes de la fortaleza de Dios.
No confíes en ti mismo, no creas que ya todo está superado y que aquello que tanto criticas, nunca te va a suceder a ti. Necesitamos subir a la fortaleza de nuestra vida el cual es Dios. Buscarle con humildad, como si nuestra vida dependiera de ello. Un día que te alejas de la fortaleza, te acercas a la debilidad.
Le sucedió a David con Betsabé que en una ocasión no acompañó al ejército en una de las batallas, se dejó llevar por su concupiscencia y cometió un crimen.
Le sucedió a Sansón cuando le reveló el origen de su fortaleza a Dalila… una mujer que lo que realmente buscaba era debilitarle y a fin de cuentas que sus enemigos le destruyeran.
Le sucedió al rey Uzías que después de 52 años de victorias y prosperidad, un día su corazón se enalteció para su ruina.
Le sucedió a Moisés que mató a un hombre; golpeó la roca y su carácter le impidió entrar en la tierra prometida.
Las palmeras gigantes son derribadas por pequeños insectos. Así que, guárdate de las pequeñas zorras o permisiones que te das.
«Así dice el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor!» Jeremías 17:5 NVI.
Tu fortaleza no debe ser alguien de carne y hueso ni pensar que como eres poderoso e influyente siempre tendrás la sartén por el mango. EN TODO debemos dejarnos guiar por su Santo Espíritu.
Tu apoyo no puede ser tu propia fuerza porque eso apartará tu corazón de la verdadera fortaleza el cual es Dios. Tu única y verdadera fuerza tiene que estar en Dios.
“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida.; ¿de quién he de atemorizarme?” Salmo 27:1-3.
No tengo temor cuando Dios es la fortaleza de mi vida.
Te animo a que memorices el Salmo 46,
“Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes.
Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo. Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda.
Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba. El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Vengan y vean los portentos del Señor; él ha traído desolación sobre la tierra. Ha puesto fin a las guerras en todos los confines de la tierra; ha quebrado los arcos, ha destrozado las lanzas, ha arrojado los carros al fuego.
Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!
El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.” Salmo 27:1-3.
Repite conmigo: Dios, tú eres mi fortaleza y la fuerza de mi vida.
Si el mensaje ha hablado a tu vida, deja un comentario a continuación.