Devocional diario enero 24
La fidelidad trae recompensa
Una mujer que se caracterizó por su fidelidad y que gracias a esa característica de su vida, fue bendecida y
recompensada por Dios: Esa mujer es Rut.
Rut 1:1-6
“En el tiempo en que los caudillos gobernaban el país, hubo allí una época de hambre. Entonces
un hombre de Belén de Judá emigró a la tierra de Moab, junto con su esposa y sus dos hijos. El hombre se
llamaba Elimélec, su esposa se llamaba Noemí y sus dos hijos, Majlón y Quilión, todos ellos efrateos, de Belén
de Judá. Cuando llegaron a la tierra de Moab, se quedaron a vivir allí.
Pero murió Elimélec, esposo de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. Éstos se casaron con mujeres
moabitas, la una llamada Orfa y la otra Rut. Después de haber vivido allí unos diez años, murieron también
Majlón y Quilión, y Noemí se quedó viuda y sin hijos. Noemí regresó de la tierra de Moab con sus dos nueras,
porque allí se enteró de que el Señor había acudido en ayuda de su pueblo al proveerle de alimento”
Rut tuvo que vivir una época muy difícil donde había hambre. Los empleos eran muy escasos y los campos
no estaban dando fruto.
V. 7–10 “Salió, pues, con sus dos nueras del lugar donde había vivido, y juntas emprendieron el camino que
las llevaría hasta la tierra de Judá. Entonces Noemí les dijo a sus dos nueras: —¡Miren, vuelva cada una a la
casa de su madre! Que el Señor las trate a ustedes con el mismo amor y lealtad que ustedes han mostrado con
los que murieron y conmigo. Que el Señor les conceda hallar seguridad en un nuevo hogar, al lado de un
nuevo esposo. Luego las besó. Pero ellas, deshechas en llanto, alzaron la voz y exclamaron:—¡No! Nosotras
volveremos contigo a tu pueblo”
La fidelidad no es un deseo ni es una intención, es una acción. Somos fieles cuando demostramos serlo, no
cuando deseamos serlo. Muchas personas aparentemente son fieles pero ante el primer problema o
dificultad, se despiden de la fidelidad.
V. 11- 14 “¡Vuelvan a su casa, hijas mías! —insistió Noemí—. ¿Para qué se van a ir conmigo? ¿Acaso voy a
tener más hijos que pudieran casarse con ustedes? ¡Vuelvan a su casa, hijas mías! ¡Váyanse! Yo soy
demasiado vieja para volver a casarme. Aun si abrigara esa esperanza, y esta misma noche me casara y
llegara a tener hijos, ¿los esperarían ustedes hasta que crecieran? ¿Y por ellos se quedarían sin casarse? ¡No,
hijas mías! Mi amargura es mayor que la de ustedes; ¡la mano del Señor se ha levantado contra mí! Una vez
más alzaron la voz, deshechas en llanto. Luego Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se aferró a
ella”
La fidelidad se ve en los momentos difíciles.
Muchos son fieles solo si Dios los bendice, si todo va bien y no hay problemas. Ese fue el caso de Orfa, una
mujer aparentemente fiel pero a la hora de la verdad, su fidelidad solo fue de palabra. La fidelidad nunca
es emoción, vemos como Orfa, lloró, gritó, besó a su suegra pero después la dejó.
Muchos se emocionan, prometen fidelidad y dicen “estaremos juntos para siempre”, “hasta que la muerte
nos separe” pero a la hora de la hora, fue emoción y no convicción. Lejos quedaron los compromisos
poniendo por encima los sentimientos. La verdadera fidelidad no es emocional, no son palabras, es
acción. La fidelidad no se habla, la fidelidad se demuestra.
V. 15- 18 “Mira —dijo Noemí—, tu cuñada se vuelve a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete con ella. Pero Rut
respondió: ¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! »Porque iré adonde tú vayas, y viviré
donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí seré sepultada.
¡Que me castigue el Señor con toda severidad si me separa de ti algo que no sea la muerte! Al ver Noemí que
Rut estaba tan decidida a acompañarla, no le insistió más”
Rut tenía una fidelidad no solo de palabra, sino de acción. Ella estuvo dispuesta a seguir fiel a sus
compromisos. La infidelidad destruye las relaciones y trae desunión, mientras que la fidelidad fortalece
las relaciones y trae una unidad perfecta.
El camino más fácil es la infidelidad, pero el camino más seguro para tu bienestar es la voluntad de Dios.
Muchas veces no nos damos cuenta pero somos infieles con Dios y adulteramos en nuestros compromisos
con Él.
Dios siempre debe ocupar el primer lugar en tu corazón. Si somos fieles a Dios, le seremos fieles a los
demás.
Rut 2:11–14
“Ya me han contado —le respondió Booz— todo lo que has hecho por tu suegra desde que
murió tu esposo; cómo dejaste padre y madre, y la tierra donde naciste, y viniste a vivir con un pueblo que
antes no conocías. 12 ¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo
cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces. —¡Ojalá siga yo siendo de su agrado, mi señor!
—contestó ella—. Usted me ha consolado y me ha hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de
sus servidoras. A la hora de comer, Booz le dijo: Ven acá. Sírvete pan y moja tu bocado en el vinagre. Cuando
Rut se sentó con los segadores, Booz le ofreció grano tostado. Ella comió, quedó satisfecha, y hasta le sobró”
Dios recompensa a los fieles.
Dios protege a los fieles.
Dios le da su pago a los fieles.
Busca la fidelidad y tatúala en tu corazón.