Devocional diario febrero 09
La oración que Dios contesta
Santiago 5:17-18 DHH
“El profeta Elías era un hombre como nosotros, y cuando oró con fervor pidiendo que no lloviera, dejó de llover sobre la tierra durante tres años y medio. Después, cuando oró otra vez volvió a llover, y la tierra dio su cosecha”
La oración de Elías no fue cualquier oración, fue una oración poderosísima.
En 1 Reyes 18:42-46 encontramos cinco características de su oración:
Oración específica: Elías pidió que dejará de llover y dejó de llover, luego pidió que lloviera y volvió a llover.
Oraciones específicas nos dan respuestas especificas de Dios. Nuestras oraciones no pueden ser vagas, comenzar orando por una cosa y terminar pensando en otra y finalmente, terminando tan distraídos que nunca concluimos la oración. Cuando oremos, tenemos que centrarnos en Dios y en aquello por lo que estamos orando.
Oración ferviente: v.17 “Y cuando oró con fervor (…)”. Esta oración fue una oración con motivación y pasión, tenía un impulso que nada la detenía.
Spurgeon decía: “Gemidos que no pueden articularse, son a menudo oraciones que no pueden desestimarse”.
Una oración ferviente es aquella que sale de lo profundo y más íntimo de nuestro corazón. ¿Estás urgido por una respuesta de Dios? ¡Haz una oración ferviente!
¿No encuentras salida a tu situación? Dile a Dios «Todo lo que tengo eres tú y si tú eres todo lo que tengo, entonces tengo lo suficiente para vivir tranquilo. ¡Ayúdame, guíame, dime qué camino debo tomar y no me sueltes!»
Oración perseverante: el sirviente del profeta fue enviado siete veces a ver si había nubes (1 Reyes 18:43). Versículos anteriores dicen que, Elías había hecho una oración de 32 segundos y el fuego había caído del cielo. Y ahora, Elías pedía lluvia y Dios retrasaba su contestación. ¿Por qué? Cuando Dios retrasa la respuesta a una oración es porque quiere darnos algo mucho más grande o mejor de lo que hemos estado pidiendo.
¿Qué tenemos que hacer? PERSEVERAR, no rendirnos y seguir confiando en Dios.
Oración efectiva: Elías mandó a decir al rey Acab que preparara su carro y huyera pronto para que la lluvia no lo estorbara. La oración de Elías había sido contestada efectivamente.
Una mujer visitó un almacén, tímidamente se acercó al dueño y le preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito porque su esposo estaba gravemente enfermo y necesitaba alimento para él y sus 6 hijos.
El dueño le pidió que abandonará el lugar y ella le rogaba diciendo: ¡Por favor, señor, se lo pagaré todo tan pronto como pueda!, insistió con lágrimas en los ojos hasta que la vio un cliente quien se hizo cargo de todo lo que necesitaba esta mujer para su familia. Entonces el dueño le preguntó a la mujer, ¿tiene una lista de lo que necesita? Sí, respondió ella… “ponga su lista en la balanza y lo que pese, se lo daré en comestibles”. La mujer titubeó por un momento, buscó un pedazo de papel y escribió rápidamente algo en él. Después lo colocó en uno de los platillos de la balanza esperando que el dueño pusiera los alimentos en el otro. El platillo donde se encontraba la “lista de compras” siempre pesaba más que el platillo de los alimentos. El dueño molesto tomó el pedazo de papel y lo leyó con asombro. No era una lista de compras, era una oración que decía: “Querido Señor, tú conoces mis necesidades y yo voy a dejar todo esto en tus manos”. La mujer tomó su mercadería, agradeció al hombre que pagó su cuenta y abandonó el lugar. El generoso cliente entregó 100 soles al dueño y le dijo: “Valió cada centavo de este billete”.
Quiero decirte algo: Solo Dios sabe cuánto pesa tu oración. Regístralas ahora mismo, Él está escuchándote y dile: “Dios, tú conoces mi corazón, sabes más que nadie lo que necesito, reconozco que tú eres mi proveedor y por lo tanto, dejaré todas mis necesidades en tus manos”.