Dios se acordó de mí

Devocional diario marzo 05

Dios se acordó de mí

1 Samuel 1: 1-6

«En la sierra de Efraín había un hombre zufita de Ramatayin. Su nombre era Elcaná hijo de Jeroán, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efraimita. Elcaná tenía dos esposas. Una de ellas se llamaba Ana, y la otra, Penina. Ésta tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno. Cada año Elcaná salía de su pueblo para adorar al Señor *Todopoderoso y ofrecerle sacrificios en Siló, donde Ofni y Finés, los dos hijos de Elí, oficiaban como sacerdotes del Señor. Cuando llegaba el día de ofrecer su sacrificio, Elcaná solía darles a Penina y a todos sus
hijos e hijas la porción que les correspondía. Pero a Ana le daba una porción especial, pues la amaba a pesar de que el Señor la había hecho estéril. Penina, su rival, solía atormentarla para que se enojara, ya que el Señor la había hecho estéril»

Elcana era un hombre rico, de buena posición económica y solo hombres de buena posición podían tener más de una mujer pero a pesar que Ana seguramente tenía una casa muy linda y todas las comodidades…había algo que le faltaba: «Conocer a un Dios de milagros».

Existen personas que tienen de todo, han sido muy bendecidos pero sienten que algo les falta, que hay un milagro que necesitan, que aunque se ven rodeados de la bendición de Dios no la sienten total pero debemos entender que hay muchas cosas más importantes que el dinero y que este no puede comprar:

– El dinero puede comprarte una casa pero nunca podrá darte una familia… eso lo puede hacer Dios.
– El dinero puede comprarte un buen médico pero no puede darte la salud que Jesús ganó en la cruz por ti.
– El dinero puede comprarte una cama pero no el sueño. El único que se lleva toda ansiedad y nos hace dormir en paz y estar en Su presencia… es Dios.
– El dinero puede comprarte un lindo reloj pero no podrá comprarte tiempo… Dios es el Dios de los tiempos.

En fin, el dinero puede comprar muchas cosas pero nunca podrá comprarte paz, esperanza, felicidad y mucho menos la vida eterna. Por ello, al igual que Ana, todos nosotros necesitamos que Dios se acuerde de nuestras oraciones y haga un milagro en nuestras vidas.

Ana era estéril y quería tener un hijo varón. Esterilidad en muchos lugares es sinónimo de maldición, de vergüenza y de fracaso. Y así como Ana, todos nosotros en el fondo de nuestro corazón anhelamos un milagro que solo puede venir de Dios.

De repente tú necesitas un milagro financiero, uno de santidad, un milagro familiar o quizá es algo que solo tú conoces en el fondo de tu corazón, Dios es poderoso para suplir todas tus necesidades incluyendo ese milagro que nadie conoce.

Muchas son las personas que hoy en día han perdido la fe en el Dios de milagros pero si tú quieres ponerte en posición de recibir un milagro, tienes que creer en un Dios de milagros. El diablo, muchas veces, va usar personas como Penina en nuestras vidas, personas que en vez de animarnos nos van a desanimar y nos van hacer pensar que las cosas nunca van a cambiar y siempre va a ser todo igual.

Penina hace que pierdas la esperanza, que mates tus sueños y que no creas en un Dios que se acuerda de ti y que quiere obrar en milagro en tu vida.

Te desafío a que creas que Dios te puede prosperar, a pesar de la crisis económica.
Te desafío a que creas que Dios te puede sanar, a pesar de lo que dicen los médicos.

V. 7-10 «Cada año, cuando iban a la casa del Señor, sucedía lo mismo: Penina la atormentaba, hasta que Ana se ponía a llorar y ni comer quería. Entonces Elcaná, su esposo, le decía: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás resentida? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?». Una vez, estando en Siló, Ana se levantó después de la comida. Y a la vista del sacerdote Elí, que estaba sentado en su silla junto a la puerta del santuario del Señor, con gran angustia comenzó a orar al Señor y a llorar desconsoladamente”

Ana no solo creyó en un Dios de milagros sino que oró y derramó su corazón delante de su Dios.

Ora a tu Dios con todo el corazón. Haz una oración que te quiebre hasta que Dios te responda, una oración ferviente, una oración valiente. En el momento que empiezas a orar también se inicia tu victoria, en el momento que empiezas a orar se inicia también la derrota de tu enemigo, la derrota de la pobreza, la derrota de la enfermedad.

Cuando oras todos los recursos de Dios se ponen a tu disposición.
V. 11 Entonces hizo este voto: «Señor Todopoderoso, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya y, si en vez de olvidarme, te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida, y nunca se le cortará el cabello»

Ana nunca se resignó con su situación, no se conformó con lo que tenía. Ella nunca dijo: «Seguro que Dios quiere que yo sea estéril, seguro Dios no quiere que yo forme una familia. Ella se aferró al Dios de milagros y creyó».

No te resignes a una vida mediocre. No seas como algunos que se han conformado con su situación y no hacen nada por cambiar. No te resignes con la pobreza, con la enfermedad ni siquiera con tu soltería, Dios tiene más para tu vida.

Cuando nosotros oramos, estamos haciendo que la mano de Dios se mueva y cambie nuestras circunstancias.

V.16-18 «No me tome usted por una mala mujer. He pasado este tiempo orando debido a mi angustia y aflicción. —Vete en paz —respondió Elí—. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.
—Gracias. Ojalá favorezca usted siempre a esta sierva suya.

Una vez que Ana recibió la palabra por parte del profeta, cambió su actitud de tristeza, amargura y desánimo. Si queremos recibir el milagro, debemos cambiar nuestras actitudes frente a las circunstancias. La verdad es que muchas veces no podemos controlar nuestros problemas pero siempre podemos controlar nuestra actitud frente a los problemas.

No podemos estar pidiéndole a Dios con una actitud negativa y pesimista.
Ana cambió su actitud porque supo en su corazón: «Dios a escuchado mi oración y me va a responder».

V.19 «Al día siguiente madrugaron y, después de adorar al Señor, volvieron a su casa en Ramá. Luego Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella»

Dios se acuerda de ti, Él es el Dios de milagros.
Mi fe vuelve a estar viva en mi Dios de milagros… Oremos hoy y Dios nos oirá.
El tiempo ha llegado para dar respuesta a tus oraciones.