Devocional diario marzo 15
Antes que la lámpara se apague
1 Samuel 4:2-18
“Y Samuel habló a todo Israel. Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los filisteos, y acampó junto a Eben-ezer, y los filisteos acamparon en Afec.Y los filisteos presentaron la batalla a Israel; y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en la batalla en el campo como a cuatro mil hombres. Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto de Jehová, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos. Y envió el pueblo a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto de Jehová de los ejércitos, que moraba entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios. Aconteció que cuando el arca del pacto de Jehová llegó al campamento, todo Israel gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló. Cuando los filisteos oyeron la voz de júbilo, dijeron: ¿Qué voz de gran júbilo es esta en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca de Jehová había sido traída al campamento. Y los filisteos tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campamento. Y dijeron: !!Ay de nosotros! pues antes de ahora no fue así. !!Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el desierto. Esforzaos, oh filisteos, y sed hombres, para que no sirváis a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros; sed hombres, y pelead. Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees. Y corriendo de la batalla un hombre de Benjamín, llegó el mismo día a Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza; y cuando llegó, he aquí que Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino, porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Llegado, pues, aquel hombre a la ciudad, y dadas las nuevas, toda la ciudad gritó. Cuando Elí oyó el estruendo de la gritería, dijo: ¿Qué estruendo de alboroto es este? Y aquel hombre vino aprisa y dio las nuevas a Elí. Era ya Elí de edad de noventa y ocho años, y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no podía ver. Dijo, pues, aquel hombre a Elí: Yo vengo de la batalla, he escapado hoy del combate. Y Elí dijo: ¿Qué ha acontecido, hijo mío? Y el mensajero respondió diciendo: Israel huyó delante de los filisteos, y también fue hecha gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron muertos, y el arca de Dios ha sido tomada. Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, y se desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y había juzgado a Israel cuarenta años”.
Israel fue a la batalla con los filisteos y murieron cuatro mil hombres, entonces uno dijo: «Hay que traer ‘el arca del pacto’, la presencia de Dios porque eso nos asegurará la victoria», así que gritaron de tal emoción que la tierra tembló. Pero algo no estaba bien pues nuevamente fueron derrotados y esta vez habían muerto treinta mil hombres en batalla y lo peor es que el arca les fue robada por los enemigos de Israel, es
decir los filisteos.
El sacerdote al escuchar la noticia, se cayó sentado y murió. El arca de la presencia de Dios no era un amuleto de la suerte que podían ponerla en medio de la batalla y ganar las victorias. ¿Por qué se ofendió Dios?
1 Samuel 3:3, 10-13
“Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada. Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: Samuel,¡ Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado”.
Dios le dijo a Samuel: «Necesito hablar contigo antes que la lámpara se apagué». La lámpara no se enfría de la noche a la mañana, sino que hay un momento donde Dios habla para darnos una oportunidad. Elí debía postrarse de rodillas al escuchar lo que Dios había dicho. Él nos habla para provocar en nosotros un cambio, pero Elí siguió haciendo lo mismo.
Dios te está dando una oportunidad… de CAMBIAR antes que la lámpara se apague del todo. Es el Espíritu Santo diciéndote: «Sigo empecinado contigo, no te voy a dejar, sigo creyendo en ti pero necesito que cambies lo que sabes que debes cambiar».
Esa permisividad de Elí no empieza con cosas grandes sino con pequeñas cosas, como dice la biblia «… Las pequeñas zorras echan a perder las grandes viñas». Pequeñas permisiones echan a perder grandes llamados. Dios puede querer algo grande con nosotros, pero nosotros mismos podemos apagarlo si es que no cambiamos.
Somos permisivos con la ira, somos permisivos con los celos, con la envidia, permisivos con el orgullo o con actitudes incorrectas, somos permisivos con las cosas que vemos u oímos o que hacemos… y es así como el enemigo empieza a poner pequeñas dosis de veneno en nuestro corazón pues dejamos de estar en el secreto de Dios y comenzamos a tener secretos con nuestro enemigo.
¡¡¡Y eso sucedió en el capítulo 3… y en el 4 se van a la batalla como si nada!!!
Así como si nada, sin darnos cuenta permitimos que la lámpara de Dios se apague en nuestras vidas cuando pasamos horas frente al televisor y minutos en la oración. Perdemos la sensibilidad… Creemos, como ellos, que por traer el “arca” o visitar la una iglesia un día, estamos súper bien con Dios. Recuerda, no podemos reemplazar con el arca lo que debimos solucionar en el secreto con Dios.
La comunión con Dios no se reemplaza con nada… ni con servicio, ni con alabanza, ni con muchas ofrendas. ¿Dónde estás tú cuando Dios quiere hablarte?
Éxodo 27:20
«Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas”.
Las lámparas tienes que arder continuamente.
1 Tesalonicenses 5:19
“No apaguéis al Espíritu”
Razones por las que la lámpara se apaga:
a. Tienes un mal hábito que es como un veneno paralizador: «Algo que te culpa».
b. Con falta de oración tu conexión con Dios se vuelve nula. La oración no es una puerta de emergencia, es un estilo de vida.
c. Cuando no das un paso de fe.
La lámpara es lo que Dios tiene para ti en un futuro: tus sueños cumplidos, las promesas que Él hizo.
Antes que la lámpara se apague, Dios me envió a hablar contigo. Antes que la lámpara se apague… Líder, reacciona antes que seas el eco de lo que fue la voz de Dios. Tú tienes el potencial para ser la luz del mundo, pero necesitas encender el interruptor. Esfuérzate por mantener tu lámpara encendida.
Salmo 18:28
“Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas”
Solo Dios puede volver a encender nuestra lámpara. Debemos buscarle como dice Romanos 12:11 «En lo
que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor».
¿Qué tan cerca sientes a Dios? La mayoría podría responderme: «Sé que hay más de lo que hasta ahora he experimentado… ¿cómo me hago amigo del Espíritu Santo?, ¿cuál es ese fervor del que me habla la Biblia?».
Fervor es entusiasmo, dedicación y respeto con que se hace algo; especialmente los que se ponen en el cumplimiento de tus deberes. Dios pide de ti que aun cuando tu carne quiere jalarte para atrás, tienes que mantener tu entusiasmo, dedicación y respeto por el Espíritu Santo. Quien no tiene amistad con Dios es como un carro que no tiene motor. ¿Se imaginan un carro que no tiene motor? No anda. Lo que hace andar un carro es el motor. De la misma manera la presencia de Dios es lo que hace que un cristiano camine con lámpara encendida.
Salmo 5:3
«Señor, escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera» Cuando Dios ocupa el primer lugar en tu vida, lo buscas con entusiasmo, lo buscas mientras pueda ser hallado, lo buscas con dedicación hasta encontrarlo, vives ferviente y con tu lámpara encendida en el corazón de amor por Él.
La oración nos lleva al nivel más alto de nuestra relación con Dios.
Antes que la lámpara se apague, búscalo fervientemente. Antes que la lámpara se apague, quédate con Dios cuando todos se vayan. Antes que la lámpara se apague, dile: «Enciéndeme para vivir para ti»