Devocional diario marzo 27
El Dios que me ve
Necesitamos conocer a Dios para que toda nuestra vida cambie.
Efesios 1:17
«Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor»
Mi oración es que Dios nos dé espíritu de sabiduría y de revelación. ¿Para qué? Para que podamos conocer a Dios mejor de lo que ya lo conocemos. Cuando conocemos a Dios por revelación personal nuestra vida nunca más vuelve a ser la misma. En Génesis 16 se nos relata la historia de una mujer que al tener un encuentro con Dios su vida cambió por completo.
V.1 «Saray, la esposa de Abram, no le había dado hijos. Pero como tenía una esclava egipcia llamada Agar» Agar era esclava, su señora era Saray, pero un encuentro con Dios y el Espíritu Santo hicieron que la vida le cambie.
Cuando cambias la manera en cómo ves a Dios, cambiarás como vives por Dios
Recordemos que Dios le había dado una promesa a Abraham que tendría un hijo y que su descendencia heredaría naciones, que sería padre de multitudes. Dios era el Dios de Abraham, pero no era del Dios de Agar. ¿Qué sucede con nosotros cuando vemos que la promesa no se cumple? Decimos: «Dios promete, pero yo cumplo». Saray comenzó a tratar de ayudar a Dios a cumplir SU Promesa.
V.2 «Saray le dijo a Abram: —El Señor me ha hecho estéril. Por lo tanto, ve y acuéstate con mi esclava Agar. Tal vez por medio de ella podré tener hijos. Abram aceptó la propuesta que le hizo Saray. Entonces ella tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la entregó a Abram como mujer. Esto ocurrió cuando ya hacía diez años que Abram vivía en Canaán. Abram tuvo relaciones con Agar, y ella concibió un hijo. Al darse cuenta Agar de que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña. Entonces Saray le dijo a Abram: ¡Tú tienes la culpa de mi afrenta! Yo puse a mi esclava en tus brazos, y ahora que se ve embarazada me mira con desprecio. ¡Que el Señor juzgue entre tú y yo!»
¿Qué intentó Saray? Echarle la culpa al esposo, lo que ella quería era probar que la estéril no era ella sino Abraham, quería que el hombre de Dios, “su amigo”, deje de confiar en Dios y en lo que Él le había prometido.
V.6 —Tu esclava está en tus manos —contestó Abram—; haz con ella lo que bien te parezca. Y de tal manera comenzó Saray a maltratar a Agar, que ésta huyó al desierto.
Te das cuenta de que nosotros huimos cuando comenzamos a tener opresión o maltrato. Cuando comenzamos a sentirnos maltratados, usados… preferimos huir y la huida nunca es una solución, pero con todo esto, Dios usó la huida de Agar para revelarse a ella como el Dios que nunca se olvida de uno.
V.8-15 Allí, junto a un manantial que está en el camino a la región de Sur, la encontró el ángel del Señor y le preguntó: —Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas? —Estoy huyendo de mi dueña Saray
—respondió ella. —Vuelve junto a ella y sométete a su autoridad —le dijo el ángel—. De tal manera multiplicaré tu descendencia, que no se podrá contar. Estás embarazada, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción. ¿cómo se llama tu aflicción? Será un hombre indómito como asno salvaje. Luchará contra todos, y todos lucharán contra él; y vivirá en conflicto con todos sus hermanos. Como el Señor le había hablado, Agar le puso por nombre «El Dios que me ve», pues se decía: «Ahora he visto al que me ve». Por eso también el pozo que está entre Cades y Béred se conoce con el nombre de «Pozo del Viviente que me ve». Agar le dio a Abram un hijo, a quien Abram llamó Ismael. Abram tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael.
Aunque no veas a Dios en tu desierto, Él está allí contigo. Aunque no puedas ver a Dios, puedes tocarlo por medio de tu fe. Dios va a tu encuentro, pero no huyas de tu problemas, no le eches la culpa a nadie, espera
en Su promesa porque Dios ha escuchado tu aflicción. Dios se hizo conocer a Agar como “El viviente que me ve” antes de oírlo, sabía que era el Dios de su amo, pero ahora era el Dios de Agar.
Cuando conocemos a Dios y buscamos tener un encuentro con Él, Dios se nos revela tal y como lo necesitamos. Si tú lo necesitas como Padre, allí está Él defendiéndote. Si tienes una necesidad, lo conocerás como proveedor y si estás enfermo, lo conocerás como tu médico de cabecera.
Pasa de mirar lo que puedes ver, a creer lo que puedes tener.
2 Corintios 3:17
«Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad»
Agar pasó de ser esclava, a vivir en libertad. De ser la que tendía las camas a estar en la cama como una señora. Pasó de llorar amargamente a conocer a un Dios cercano que no la deja abandonada. Agar dejó de ser una insignificante mujer a ser la mujer que se encontró con Dios en medio de su desierto y Dios cumplió con su promesa pues le entregó a su hijo Ismael.
Mientras unos corren huyendo de sus problemas, nosotros corremos a los brazos de Dios y creemos que Su promesa se cumple en nuestras vidas. No dudes de tu Dios, Él te ve y tu fe puede curarte. No mires tus circunstancias, ni tus limitaciones, no mires las condiciones… mira la promesa de Dios.
Si huyes, verás obstáculos. Si te quedas a ver a Dios, verás el camino correcto.
Si huyes pasarás la noche más oscura, cuando tu fe puede ver el día más radiante. La duda teme dar un paso de fe, pero la fe en Dios hace que volemos en las alturas.