El Dios que me ve

Devocional diario marzo 28

En medio de las tormentas, apóyate en Dios

Hechos 27:13-26

«Cuando comenzó a soplar un viento suave del sur, creyeron que podían conseguir lo que querían, así que levaron anclas y navegaron junto a la costa de Creta. Poco después se nos vino encima un viento huracanado, llamado Nordeste, que venía desde la isla. El barco quedó atrapado por la tempestad y no podía hacerle frente al viento, así que nos dejamos llevar a la deriva. Mientras pasábamos al abrigo de un islote llamado Cauda, a duras penas pudimos sujetar el bote salvavidas. Después de subirlo a bordo, amarraron con sogas todo el casco del barco para reforzarlo. Temiendo que fueran a encallar en los bancos de arena de la Sirte, echaron el ancla flotante y dejaron el barco a la deriva. Al día siguiente, dado que la tempestad seguía arremetiendo con mucha fuerza contra nosotros, comenzaron a arrojar la carga por la borda. Al tercer día, con sus propias manos arrojaron al mar los aparejos del barco. Como pasaron muchos días sin que aparecieran ni el sol ni las estrellas, y la tempestad seguía arreciando, perdimos al fin toda esperanza de salvarnos. Llevábamos ya mucho tiempo sin comer, así que Pablo se puso en medio de todos y dijo: Señores, debían haber seguido mi consejo y no haber zarpado de Creta; así se habrían ahorrado este perjuicio y esta pérdida. Pero ahora los exhorto a cobrar ánimo, porque ninguno de ustedes perderá la vida; sólo se perderá el barco. Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo, y me dijo: No tengas miedo, Pablo. Tienes que comparecer ante el emperador; y Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo. Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo. Sin embargo, tenemos que encallar en alguna isla».

Pablo emprende el viaje hacia Roma para encontrarse con el César y en medio del viaje tuvo que enfrentar una gran tormenta.

El Pablo comprometido con Dios, aun caminando en su llamado, tuvo que pasar por tormentas. ¿Qué me enseña esto? Que habrá tormentas que nos golpearán incluso cuando estamos bien en nuestro caminar con Dios. Cuando sentimos que todo se derrumba, recuerda que Dios está contigo y que te puede sacar de cualquier tormenta. Sin importar cuán grande sea ella, Dios es más grande. Él permite las tormentas porque los grandes capitanes no se forjan en la orilla sino en medio de ellas. No es la ausencia de tormentas lo que nos da la paz cuando navegamos en esta vida, sino la presencia de Dios en medio de lo más recio de la tormenta.

Las tormentas revelan de qué estamos hechos, forman nuestro carácter y desatan nuestro máximo potencial. Las tormentas hacen crecer nuestra fe. Y la mejor forma de vencer una tormenta es enfrentándola.

En tiempos de tormenta, lo primero que debemos hacer es:

1. Aferrarnos a Dios

La Biblia dice que, aunque la tormenta despedazó el barco, todos llegaron a salvo a la isla porque se aferraron a las tablas y maderos del barco. Y las tablas y los maderos del barco nos hablan de la cruz, nos hablan de Jesús.

Lo primero que tienes que hacer en tiempos de tormenta es aferrarte a Jesús. En los tiempos difíciles es cuando Dios está más cerca de nosotros. Recuerda que el Dios que está dentro de ti es más poderoso que la tormenta fuera de ti.

En tiempos de tormenta, haz de Jesús tu refugio… tu esperanza y tu paz. Por más grande que sea la tormenta, si estás aferrado de Jesús… no te vas a hundir. Así que, si estás pasando por en medio de una tormenta no te sueltes de Jesús.

Dios permite las tormentas para acercarnos a Él. Cuando Pablo y el resto de la tripulación finalmente llegaron a la isla, estaba lloviendo y hacía mucho frío. El diablo usa las tormentas para desanimarte, desviarte y enfriarte de tu llamado, tu propósito y tu misión. En cambio, Dios usa las tormentas para abrazarte más fuerte.

Hechos 28:1-3

«Una vez a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta. Los isleños nos trataron con toda clase de atenciones. Encendieron una fogata y nos invitaron a acercarnos, porque estaba lloviendo y hacía frío. Sucedió que Pablo recogió un montón de leña y la estaba echando al fuego, cuando una víbora que huía del calor se le prendió en la mano»

2. Mantener encendido el fuego

Lo primero que hicieron cuando llegaron a la isla es que se acercaron al fuego. 

Cuando oras, estás encendiendo el fuego.

Cuando tú alabas, estás encendiendo el fuego. 

Cuando tú lees la Biblia, estás encendiendo el fuego.

Dios es fuego consumidor y cuando el fuego de Dios está en tu corazón no hay tormenta, no hay lluvia, no hay frío que lo puedan apagar. Muchos cristianos empiezan con fuego pero terminan solo siendo como humo en sus vidas porque dejaron de encender esa llama en su corazón.

Debemos aprender a recoger los palos que encienden el fuego de Dios. A pesar de la lluvia y el frío, Pablo empezó a recoger leños para que el fuego no se apague.

Muchas veces tenemos que recoger leños, aunque no sintamos hacerlo. 

Muchas veces vamos a tener que servir aun no sintamos hacerlo.

Muchas veces vamos a tener que perdonar aun no sintamos hacerlo. 

Muchas veces vamos a tener que dar aun no sintamos hacerlo.

Muchas veces vamos a tener que seguir adelante, aunque no sintamos hacerlo.

Que el frío y la lluvia no limiten tu amor por Dios.

Hechos 28: 4-6

«Al ver la serpiente colgada de la mano de Pablo, los isleños se pusieron a comentar entre sí:

«Sin duda este hombre es un asesino, pues, aunque se salvó del mar, la justicia divina no va a consentir que siga con vida. Pero Pablo sacudió la mano y la serpiente cayó en el fuego, y él no sufrió ningún daño. La gente esperaba que se hinchara o cayera muerto de repente, pero después de esperar un buen rato y de ver que nada extraño le sucedía, cambiaron de parecer y decían que era un dios»

Después de la tormenta vino la serpiente. Muchas veces las cosas antes de ponerse mejor se ponen peor y la tormenta solo fue una preparación para enfrentar a la serpiente.

No quieras enfrentar a la serpiente si primero no venciste a la tormenta. Las tormentas te preparan para retos y desafíos más grandes.

La tormenta que estás enfrentando hoy es solo la evidencia de que Dios tiene algo más grande con tu vida. La tormenta es la evidencia de que viene un nuevo nivel.

Las serpientes solo atacan o muerden cuando se sientan amenazadas. Ellas solo atacan o muerden cuando se sienten que se está entrando en su territorio. Si estás enfrentando una serpiente, es la evidencia que estás entrando a conquistar territorio del enemigo. Es interesante… El enemigo siempre ataca la mano que está encendiendo el fuego. ¡Vas a ser retado a retirar tu mano! Pero persevera…

Cuando sientas que todo está en tu contra, recuerda que los aviones despegan cuando el viento está en su contra. Después de la tormenta y del ataque: la serpiente… Lo mejor está por venir.

1) Dios abrió nuevas puertas a Pablo

El hombre más importante de la isla terminó abriendo las puertas de su casa a Pablo. En el diccionario del cielo la palabra «oportunidad» se escribe «tormenta».

Detrás de tu tormenta hay una oportunidad que Dios va a usar para llevarte más alto y más lejos en tu vida, familia y ministerio.

2) Dios multiplicó y expandió la influencia de Pablo

A causa de la tormenta y el naufragio, Pablo pudo ser usado por Dios para ministrar en toda la isla. La tormenta era el pretexto de Dios para impactar toda una isla con las Buenas Nuevas.

3) Dios recompensó y bendijo a Pablo de una manera sobrenatural

La Biblia dice que los habitantes de la isla honraron y recompensaron a Pablo con todo lo que necesitaba para continuar su viaje.

Y mientras más grande es la tormenta, más grande es tu destino, tu recompensa, tu bendición.