Devocional diario noviembre 04
La Puerta
“¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos” Apocalipsis 3:20 NTV
La iglesia a la que le hablaba Dios en este pasaje era un iglesia rica, autosuficiente, se sentía satisfecha de sí misma, pero no contaba con la presencia de Dios.
Eso nos pasa a muchos, conocimos de Dios, nos llenamos de conocimiento, caemos en el conformismo y pensamos que este versículo es perfecto para otros, cuando en realidad a quien Dios se dirige en este pasaje es a nosotros, los cristianos, lo que nos sentimos cancheros, los que ya nos aburguesamos, los que creemos que nos la sabemos todas, y no nos hemos dado cuenta que Jesús no está dentro de nosotros, sino que lo dejamos en la puerta.
Mi pregunta es ¿en qué momento sacamos a Dios y lo dejamos fuera? ¿En qué momento dejamos de oír su voz y nos distrajimos con otras voces? ¿Cuándo dejamos de compartir con Él sentados en una mesa?
Hoy en día Jesús está tocando puertas por todo el mundo: puertas de vicios, puertas de dinero, puertas de infelicidad, puertas del fracaso, puertas del suicidio…
Te sorprenderías al ver cuántas puertas toca Jesús: puertas en hoteles, puertas en hospitales, puertas en cantinas, hasta me atrevería a decir que Jesús toca puertas de los closets.
Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra siempre se le vio rodeado de gente que estaba en necesidad y advirtió que no había venido para sanar a los sanos sino que había venido para sanar a los enfermos.
¿Qué tipo de enfermos? No solo aquellos que se encuentran aquejados por enfermedades físicas sino que se refería a enfermos del alma, a enfermos del sistema, a enfermos de la evolución de este mundo.
Jesús llama a nuestra puerta, pero estamos tan ocupados que no tenemos tiempo de atenderlo, ¡que indiferentes nos hemos vuelto!
Abre la puerta de tu corazón, no la cierres,
¿Anhelas libertad? El nombre de Jesús deriva de la palabra griega, Yeshúa o Josué, que significa «Dios salva» y a eso es a lo que Él vino. Jesús al tocar nuestra puerta vino a traernos salvación.
A Él nada se le pasa por alto, Él te conoce verdaderamente y sabe qué escondes detrás de tu puerta. Debes tener cuidado a quién le abres, no en vano nos dijo “…El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo” Génesis 4:7b NTV
Existen puertas que aparentemente te conducen por buen camino pero el fin es atraparte en un círculo sin salida. Es decir que buscan controlarte y que no sea Jesús el dueño de tu corazón y mucho menos tu puerta. La Biblia dice «Yo soy la puerta; los que entren a través de mí serán salvos. Entrarán y saldrán libremente y encontrarán buenos pastos» Juan 10:9 NTV.
Jesús es la puerta por la que debes cruzar y tu corazón es la puerta que debes abrir para que Él entre. Te aseguro que toda prisión que hayas sentido, quedará sin efecto y podrás ser libre de aquella puerta que te tiene prisionero. No te sientas condenado ni culpable porque cuando Jesús toca una puerta es para traer libertad y perdón.
«Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.» Miqueas 7:19
Así que nos queda abrir una puerta, la del arrepentimiento…
Es correcto, es tiempo de arrepentirnos, de abrazarnos de su misericordia y escoger una nueva puerta: la del perdón y la de su amor. «Estas puertas conducen a la presencia del Señor y los justos entran allí» Salmo 118:20 NTV
¿Qué dices? ¿Abrimos la puerta y dejamos que otros entren o se la abrimos completamente al Señor?
Comparte este mensaje a todos aquellos que necesitan abrir sus puertas y por qué no… diles que la mejor decisión es abrirle la puerta a Jesús.
Estoy seguro que como siempre tu testimonio será de bendición para otros.