Devocional diario noviembre 18
Tu victoria está en camino
2 Crónicas 20 nos relata momentos en los que Josafat tuvo qué enfrentar en una batalla a grandes enemigos y los versículos 3 y 4 dicen,
“Atemorizado, Josafat decidió consultar al Señor y proclamó un ayuno en todo Judá. Los habitantes de todas las ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del Señor.”
A punto de comenzar un Nuevo Año, muchos de nosotros en vez de dejarnos intimidar por tantos desafíos, mejor decidimos consultar a Dios y proclamar ayuno. ¿Qué sucede cuando hacemos esto? ¡Dios aparece en la escena de nuestra vida enviando su ayuda!
Todos nos sentimos rodeados por problemas, malas circunstancias y adversidades en algún momento de nuestra vida y es ahí donde debemos recordar que la batalla no es nuestra sino que la batalla es del Señor.
Debemos entender que Dios tiene un plan con todo lo que vivimos y enfrentamos en la vida y su plan es que al final siempre terminemos victoriosos.
Pero para eso debemos entender algo muy importante, no importa cual es el problema que estamos enfrentando, quizás es una enfermedad, circunstancias difíciles en el trabajo o insuficientes ingresos económicos, problemas familiares, etc., debes aprender a confiar tus batallas al Señor quien es el que en última instancia te da la victoria. Si hacemos esto ya no es mi problema, ni mi batalla, sino la batalla y el problema del Señor y Dios siempre sale victorioso en todas Sus batallas!
Josafat oró a Dios – esa es la posición de victoria de un cristiano, LA ORACIÓN.
Continuamos con los versículos 5-9, del capítulo 20 de 2a de Crónicas,
“En el templo del Señor, frente al atrio nuevo, Josafat se puso de pie ante la asamblea de Judá y de Jerusalén, y dijo:«Señor, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna a todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte!
¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham?
Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, diciendo: “Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás.”
Así que te animo a que te pongas de pie, no te sientas derrotado sino asume tu posición de victoria como la de Josafat, tu sabes lo que vales, y sabes de quién eres hijo. ¡Tu Dios te librará de estas y de muchas más!
Nosotros combatimos al enemigo en oración así como Josafat combatió a sus enemigos en oración.
Cuando el temor quiso apoderarse de Josafat, lo primero que hizo fue orar. Cuando vinieron sus enemigos en su contra, lo primero que hizo fue orar, así mismo lo primero que debemos hacer frente a un problema es orar.
Recuerda que el único que puede mover las montañas es Dios, pero lo único que mueve a Dios es la oración. “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” Salmo 51
Muchos tratan de mover sus montañas de problemas con sus propias fuerzas, yo prefiero que Dios las mueva por mi.
No hay poder en el universo entero que pueda resistir a nuestro Dios y no hay obstáculo que le quede grande; no hay enfermedad ni calamidad que le pueda hacer frente, podemos confiar en nuestro Dios que es más grande que nuestro problema, y en el día en el que clamamos en nuestra aflicción, Dios nos escucha y nos salva.
Pon en Dios toda tu esperanza.
Los versículos 10-12,
“Cuando Israel salió de Egipto, tú no le permitiste que invadiera a los amonitas, ni a los moabitas ni a los del monte de Seír, sino que lo enviaste por otro camino para que no destruyera a esas naciones.
¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia!
Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!»”
¿Qué hizo Josafat? Llevó su causa a Dios, diciendo, no le permitas a nuestros enemigos que se enseñoreen sobre nosotros. ¡Dios mío mira lo que dicen de nosotros! ¡Mira cómo nos pagan en esta tierra que tú nos diste como herencia!
Hay tres cosas muy importantes que Josafat menciona:
Primero: Admitió que él no veía que tuviera posibilidades de vencer a sus enemigos.
Segundo: Admitió que no sabía qué hacer.
Tercero: Sus ojos estaban puestos en Dios.
La batalla se la pasas al Señor cuando le dices, no puedo pero tú sí puedes, yo no sé pero tú sí sabes, no hay salida, pero Dios, tu eres mi salida; es por esto que mis ojos están puestos en ti.
Cuando no sabemos qué hacer, cuando no podemos confiar en nadie, cuando no hay quien nos pueda ayudar,… ¡En ti ponemos nuestra esperanza!
Mientras más rápido dependas de Dios, más rápido llegará la victoria sobre tu vida.
¡Dios pelea por ti!
v-13- 17“ Todos los hombres de Judá estaban de pie delante del Señor, junto con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños.
Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías. Este último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba en la asamblea.
Y dijo Jahaziel: «Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también Su Majestad. Así dice el Señor: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía.
Mañana, cuando ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes saldrán contra ellos y los encontrarán junto al arroyo, frente al desierto de Jeruel.
Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la *salvación que el Señor les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque yo, el Señor, estaré con ustedes.»”
Cuando te pones de pie y perseveras, el Espíritu del Señor pelea por ti y te da ánimo para continuar, te dice: No temas, no te acobardes, cuando veas un gran ejército, gente mejor preparada que tú, la batalla no es tuya sino mía. ¡Yo peleo por ti!
Mañana cuando subas, no tendrás qué intervenir en la batalla ¡!Quédate quieto y verás cómo te salvo!
Habrán muchos que te quieran hacer la guerra ¡Pero yo estoy contigo! Y si yo estoy contigo… la victoria te pertenece.
Cree a pesar de todo.
v.20-22 “ Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: «Habitantes de Judá y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el Señor, y serán librados! ¡Confíen en sus profetas, y tendrán éxito!»
Después de consultar con el pueblo, Josafat designó a los que irían al frente del ejército para cantar al Señor y alabar el esplendor de su santidad con el cántico: «Den gracias al Señor; su gran amor perdura para siempre.»
Tan pronto como empezaron a entonar este cántico de alabanza, el Señor puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y los del monte de Seír que habían venido contra Judá, y los derrotó.
De hecho, los amonitas y los moabitas atacaron a los habitantes de los montes de Seír y los mataron hasta aniquilarlos. Luego de exterminar a los habitantes de Seír, ellos mismos se atacaron y se mataron unos a otros.”
Si tu eres una persona que le gusta ganar, deja que Dios pelee tus batallas. Y si quieres que Él pelee tus batallas, entonces cree!
Debemos estar seguros que aunque no podamos verlo, la mano de Dios se está moviendo a nuestro favor y que viene una gran recompensa.
v.24-25 “Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado.
Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho.”
Fue tal la recompensa que estuvieron tres días recogiendo el botín.
Te digo que tu recompensa será tan grande que no te alcanzará para disfrutarla toda.