Devocional diario noviembre 19
Sumergidos
No sé cuántos de nosotros hemos vivido momentos de tanta psicosis, que creemos que nos están persiguiendo hasta en la ducha, quizá momentos en los que pensamos que no tendremos salida a nuestros problemas como si el laberinto de la historia sin fin fuese nuestra vida, sumergidos hasta la coronilla como una esponja en un mar de incertidumbre sin saber qué camino tomar.
La Biblia nos cuenta de alguien que también se sintió así y dijo: «Sálvame oh Dios, porque las aguas de la inundación me llegan al cuello. Me hundo cada vez más en el fango; no encuentro dónde apoyar mis pies. Estoy en aguas profundas, y el torrente me cubre. Estoy agotado de tanto gritar por ayuda; tengo la garganta reseca. Mis ojos están hinchados de tanto llorar, a la espera de la ayuda de mi Dios» Salmo 69:1-3 NTV
Hace varios años una amiga hizo un viaje con un grupo de amigos a San Andrés, una isla de Colombia en el mar Caribe y una de las atracciones que se ofrecía era subirse a un aparato llamado Banano para que les diera una vuelta a lo largo de la isla.
Mi amiga no sabía nadar ni siquiera flotar en el agua, en resumen estaba en condiciones muy precarias y a duras penas el chaleco podía salvarle, sin embargo unos amigos la convencieron de que era seguro y le dijeron: No hay problema si no sabes nadar, súbete no más y te aferras a la persona que tienes delante de ti. Otro le dijo que tranquila que él sí sabía nadar y que le podía ayudar.
Confiando en su palabra se subió con otras cinco personas y mientras iban hacia adentro del mar, las olas eran más fuertes y no se imagina el pánico que le dio a mi amiga.
Mar adentro, el encargado abruptamente dio media vuelta y todos cayeron al mar, el chaleco de mi amiga se rompió, la persona que supuestamente la iba a salvar se encontraba a varios metros de distancia y todos estaban preocupados por la única persona que no sabía nadar. Si no hubiera sido por una experta nadadora que la arrastró hasta la playa, se hubiera ahogado.
Hoy puedes estar ahogandote y sumergido en un sin número de vicios, en un pecado que no puedes dejar, como la pornografía u otras adcciones. Quizá te sientes ahogado en tus pensamientos, o estás tan sumergido a causa de tus problemas que todos tus soportes de seguridad se han roto.
Puede que te hayas quedado sin trabajo, o que se haya cortado una provisión… Es decir, sientes que no tienes seguridad de lo que pueda pasar el día de mañana porque las cosas no son como parecen, ya que todo parece hundirse como un ancla que te arrastra hacia al fondo.
Si ese es tu caso, quiero decirte que en cualquier lugar donde estés hundido y sumergido, con o sin fuentes de seguridad, hoy puedes orar como David:
«Rescátame del lodo, ¡no dejes que me hunda aún más! Sálvame de aquellos que me odian y sácame de estas aguas profundas» Salmo 69:14 NTV
Recuerda que Dios te puede rescatar sin importar cuán lejos o profundo sea el lugar donde te encuentres… Le sucedió a nuestro amigo Pedro, el de la Biblia, pues Jesús estuvo ahí para extenderle su mano y salvarle de las aguas tormentosas.
Si mantienes tu mirada fija en Jesús, aunque estés sumergido en un mar de tormentas, podrás caminar sobre ella.
Mi amigo, si se han levantado grandes olas y las ves imposibles de vencer, te aseguro que si Dios no te extiende Su mano y te saca del agua, te hará caminar sobre ellas.
Escoge estar sumergido, pero en la presencia de un Dios que corta tus fuentes falsas de seguridad para que vuelvas tu mirada nuevamente a Él.
Te aseguro que tu vida saldrá a flote, nadarás como nunca antes y te sumergirás con la seguridad de tener a Dios quien es el que salva tu vida.