▷Redescubriendo a Jesús 【 DÍA 6 】
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Leemos en Lucas Capitulo 9, versículo 22: «El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Es necesario que lo maten y que resucite al tercer día». Dijo Jesús.

Radical no fanático- Sencillo no complicado.

Uno de mis mentores en la fe, me enseñó alguna vez que cuando compartiera el evangelio, lo hiciera de forma tal que llegara al corazón. Le pregunté por qué de esta forma, y ​​él me respondió: porque las personas suelen complicar las cosas con el fin de volverse expertos en la materia. Pero cuando nos enfocamos en Jesús, descubrimos que sus enseñanzas eran sencillas. Si observas por ejemplo a los verdaderos genios en la actualidad en algún campo, te vas a dar cuanta que destacan, porque tienen la enorme capacidad de reducir lo increíblemente complejo a lo esencial y presentarlo de forma sencilla.

Lo triste es ver que esto también se ve en el ámbito religioso. De alguna forma, algunos lideres espirituales complican el camino a Dios de maneras que lo hacen casi imposible de transitar para muchas personas. Las escrituras registran que Dios le dio los diez mandamientos a Moisés. Pero para el tiempo en que Jesús comenzó su ministerio público. Habían evolucionado a 613 leyes. Al seguirle las pisadas a Jesús por los evangelios, descubriremos que sus enseñanzas traían libertad en contraste con el opresivo efecto que estas 613 leyes traían a la vida cotidiana.

Ahora, aunque las enseñanzas de Jesús eran sencillas, estas eran radicales en contenido y método. Es importante aclarar en este punto, que hay una enorme diferencia entre ser radical y ser fanático. Presta atención: El radical muere por sus convicciones, mientras que el fanático mata por ellas. El radical muere por la causa, el fanático mata por su causa, el fanático es visceral, es incendiario. Mientras que el radical prefiere morir antes que negar sus principios.

Algo interesante de las enseñanzas de Jesús es que estas, proveían a su audiencia un conocimiento que hasta ese momento no tenían del carácter de Dios. Cada parábola, cada sermón, cada encuentro que tenía Jesús con una persona destacaba algo del carácter de Dios, de la gracia y de la bondad de nuestro Señor Jesús. En otras palabras, al leer los evangelios, de alguna manera, estamos explorando la mente de Dios.

No cabe duda de que Jesús predicaba de tal forma que se enfocaba en la conversión, lo que conocemos como metanoia, un cambio de rumbo, de dirección, una renovación del entendimiento. En otras palabras, Jesús no predicaba para cambiar la conducta externa, sino el corazón. Su principal método de enseñanza era la parábola. Usaba imágenes de la vida cotidiana en donde encapsulaba por decirlo de alguna manera, principios espirituales y verdades del reino de Dios que todo el mundo podía entender, especialmente aquellas personas que en su tiempo no tenían educación.

Lo cierto es que, aunque el evangelio no es fácil de vivir, es implacablemente sencillo de comprender y no por esto deja de ser transformador y espiritual. Finalmente podemos decir que Jesús fue un radical no solo en la forma en que enseñó Su evangelio, sino también a la hora de vivirlo y aplicarlo.

Para nosotros, la mejor manera de descubrir los evangelios es considerarlos, meditar en ellos, reposar en el texto hasta que el Espíritu Santo, nos ayude a comprenderlo a cabalidad. El mejor tiempo para entrar y estudiar los evangelios es estado, tranquilos, reposados. Pues meditar o considerar, significa pensar profunda y cuidadosamente. Por tanto, cuando estudies las escrituras procura primero leer u observar el texto bíblico como lo harías con cualquier otro libro, y hazte las siguientes preguntas: ¿De qué trata el texto? ¿Qué dice?¿Qué significa?¿Cuál es el mensaje de este texto? Y finalmente viene la aplicación, ¿Qué significa esta porción de las Escrituras que estoy leyendo hoy, que estoy meditando hoy, que significan para mí? ¿Qué me enseña el Señor a través de ellas? Observa si hay algún ejemplo que deberías seguir. Debes estar atento por si el Señor te quiere hablar de algún desliz que deberías evitar. Mira si hay algún mandamiento que Dios te manda a obedecer. Presta atención por si hay alguna promesa de la que debes apropiarte y finalmente, se sensible a algún pecado que debas confesarle al Señor y por favor, arrepiéntete. Pues el perdón es lo que te permitirá a ti, estar siempre en la senda correcta, en los caminos del Señor.

El Salmo 119, versículos 15-16 nos enseña: “En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos y no me olvidaré de tus palabras”.

¡Medita en esto!

 

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