Leemos en Lucas Cap.3 , versículo 11: “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo”.
Dar y perdonar.
Queridos, ya vimos que es vital amarnos de la forma correcta, para poder no solo amar a Dios, sino también amar de la forma correcta a nuestro prójimo. Hoy, hablaremos del palpitar, el motor del evangelio, casi que lo que mueve al Evangelio.
Hablaremos de la generosidad y el perdón. Del dar y perdonar cómo las dos invitaciones más radicales que nos hace el evangelio contadas por muchos entre las más difíciles de vivir.
Nuestro texto del día nos dice, que Jesús nos pide que el que tenga dos capas o dos camisas que, de una al que no tiene. Y el que tenga de comer, que haga lo mismo. Este pasaje trata de la generosidad, más adelante hablaremos del perdón.
Por ahora, quisiera decirte que Jesús quiere que te conviertas en la persona más generosa en tu esfera de influencia ¿Por qué? Tal vez te preguntaras. Bueno, porque en Él tenemos ejemplo, nos ha dado un mundo maravilloso para vivir, nos ha dado Su Palabra, nos ha dado dones, talentos y habilidades. Destrezas para labrarnos un futuro, y la muestra de su mayor generosidad la vemos en Jesús, quien se hizo hombre y se despojó de su divinidad, y se humillo para redimirnos. Rescatarnos de nuestra vana manera de vivir. En otras palabras, se dio a sí mismo, en un acto generoso de amor, por ti y por mí.
Queridos, Dios quiere que seamos generosos, con nuestro tiempo, con nuestros talentos. Con nuestra capacidad de amar, y por supuesto con los recursos económicos que Él ha permitido que lleguen a nuestra vida.
Pero en Jesús, Dios nos da un ejemplo de generosidad que va mucho más allá de lo anterior. Dios quiere que seas generoso en adoración, en compasión, alentando a otros, en perdón, en ser agradecido, y por supuesto, ser generoso en mostrar gracia.
Presta atención. Dios quiere alcanzar a otros, a través del amor, la compasión, la abundancia, el perdón y la gracia que Él ha depositado en nuestras vidas. Recuerda, somos vasos en sus manos y Él nos llena, para que nosotros demos a otros.
La Biblia menciona por lo menos 59 veces “Los unos a los otros”, palabras como: “sírvanse, prefiéranse, confórtense unos a otros con amor.” “Siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor.” “Preocupándose los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras.” «Ayudándose los unos a otros a llevar sus cargas.” Palabras, descritas ampliamente en la Biblia que dan fe de este tipo de generosidad (Hb.10:24, Gl.5:13, Rm.12:10)
En otras palabras, Si ya tienes más de lo que necesitas. Se generoso con los que no tienen lo necesario. Lo hemos oído, nuestro Dios es Jehová Jireh, el Dios todo suficiente, el Dios que provee. En otras palabras, Dios provee, para las necesidades de la humanidad, no para su avaricia.
No me considero un erudito o estudioso de la vida cristiana de los primeros tiempos, pero me parece que una de las razones por las que el cristianismo prosperó en esos primeros días fue porque el mundo vio la generosidad, el amor, y el cuidado que tenían los unos por los otros.
En Hechos Cap. 2, versículos 44-47 Las escrituras nos dicen: Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse unánimes en el Templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.
Queridos, la generosidad cristiana del primer siglo fue radical y práctica, en contraste con la brutal crudeza de las pesadas cargas que imponía el imperio romano sobre el pueblo.
Desde ese tiempo, y hasta nuestros días, el evangelio ha liberado del egoísmo a los auténticos seguidores de Jesús, los cuales han asombrado al mundo de todas las épocas con su generosidad, con su amor, con compasión y con su gracia para con el prójimo.
¡Medita en esto!