Es Tiempo de Conectar, abril 016

Vivir con integridad bajo la autoridad de Dios

“—El más importante es: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más importante que estos.”(Marcos 12:29-31)

Encontramos aquí tres conversaciones distintas que se centran en la integridad y la hipocresía. Primero, Jesús es interrogado acerca de pagar impuestos al César, una trampa diseñada para obligarlo a contradecir a las autoridades romanas o al sentimiento nacionalista judío (vv. 13-17). 

Segundo, los saduceos intentan socavarlo con una pregunta enrevesada sobre la resurrección, una idea que ellos mismos rechazan (vv. 18-27). Finalmente, un escriba busca genuinamente entender el mandamiento más grande y recibe un elogio de Jesús (vv. 28-34).

El hilo conductor de todo esto es el contraste entre la hipocresía y una genuina integridad. Los líderes religiosos, sumidos en la hipocresía, se acercan a Jesús para tenderle una trampa con astucia y engaño. Sin embargo, Jesús, lleno de sabiduría y verdad, revela la duplicidad de ellos mientras defiende la integridad de los mandamientos de Dios. 

Por el contrario, el escriba en la interacción final es sincero en su deseo de conocer la voluntad de Dios y Jesús responde con ánimo, declarando que el escriba “ no está lejos del reino de Dios” (v. 34).

El Shemá: El núcleo de los mandamientos de Dios
El eje central de este pasaje es el Shemá, la confesión fundamental de fe judía, citada por Jesús: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:29-30, haciendo referencia a Deuteronomio 6:4-5).
El Shemá declara la unicidad y la autoridad de Dios, llamando a su pueblo a amarlo con todo su ser: corazón, alma, mente y fuerza. 

Este mandamiento no se trata de un mero ritual o de una obediencia externa, sino de una devoción integral arraigada en la relación. Jesús luego combina el Shemá con un segundo mandamiento de Levítico 19:18: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Al unir estos dos mandamientos, Jesús revela la conexión inseparable entre amar a Dios y amar a los demás. La verdadera adoración a Dios debe desbordarse en nuestras relaciones con quienes nos rodean.

En Juan 17, Jesús ora para que sus seguidores vivan en unidad. Así como Él vive en unidad con el Padre (Juan 10:30) y refleja perfectamente el amor que enseñan los mandamientos, espera que sus discípulos hagan lo mismo. Con su vida, muerte y resurrección, Jesús nos muestra cómo amar a Dios con todo el corazón y amar a los demás con un amor sacrificial, reflejando así la unidad de Dios.

Este pasaje nos llama a vivir con integridad bajo la autoridad de Dios. La respuesta de Jesús a los fariseos acerca de los impuestos: “Denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” ( v. 17) —mientras vivimos aquí en la tierra hacemos lo correcto. Nuestras vidas, nuestras acciones y nuestras relaciones deben reflejar los valores de Su Reino.

La hipocresía va en contra del verdadero propósito de los mandamientos de Dios. Aunque los fariseos y saduceos parecían muy religiosos, sus corazones no estaban alineados con la verdad de la Palabra. Jesús desenmascara su doble vida y nos invita a hacer una pausa y reflexionar: ¿Estamos viviendo con integridad o solo aparentando seguir la fe?

Puntos claves
Dios desea devoción completa
El Shemá nos recuerda que Dios pide amor y obediencia incondicionales, no una adoración parcial o compartimentada.

Amar a Dios y amar a los demás son inseparables
Nuestro amor por Dios debe manifestarse en cómo tratamos a los demás, reflejando Su gracia, compasión y verdad.

La integridad es esencial para seguir a Jesús
El verdadero discipulado significa alinear nuestros corazones, palabras y acciones con la verdad de la Palabra de Dios, evitando las trampas de la hipocresía.

Reflexión
Como discípulos de Jesús, estamos llamados a vivir con integridad, amando a Dios con todo nuestro ser y amando a los demás como a nosotros mismos. Esto requiere un continuo autoexamen, humildad y dependencia del Espíritu Santo.

Oración
Señor, Tú eres el único Dios verdadero y nos llamas a amarte con todo lo que somos. Ayúdanos a vivir con integridad, alineando nuestros corazones, mentes y acciones con Tu verdad. 

Enséñanos a amarte profundamente y a amar a los demás como Tú nos has amado. Danos poder a través de Tu Espíritu para vivir Tus mandamientos con sinceridad y fidelidad. En el nombre de Jesús, Amén.

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Escrito por Jen Wilson, narrado por Juan Bravo, producido por Conectar Global

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