Es Tiempo de Conectar, junio 05
Lo mejor está por venir
A estas alturas del año muchos ya están cansados y con ganas de tirar la toalla. Si, te hablo a ti que piensas “¡ya no doy más!” Voy a tirar la toalla.
Pero no hay tiempo para desanimarse, Jesús dijo en Mateo 11:28: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso.»
¿A quién debemos ir cuando estamos cansados?
Es buena idea comprar un boleto aéreo al Caribe, o que nos hagan estupendos masajes en un spa o pagarle a tu consejero dos horas diarias para que te escuche; sin embargo la mejor solución es ir a Jesús. Por eso Jesús nos dice en Mateo 11:28, “Vengan a mí, ustedes que están cansados y cargados y yo les haré descansar.”
Cuando yo leí esta Escritura por primera vez, apenas era un curioso de las cosas de Dios y al leerla me impactó profundamente porque nadie, nunca, me había dicho: venga a mí usted que está cansado, usted que está herido por cosas de la vida, sólo Jesús. Ni Mahoma, ni Buda ni Carlos Marx me hablaron de esta manera. El único que fue personal conmigo fue Jesús, nadie más.
¿Tienes una carga pesada?
Una carga compartida entre dos es menos atroz, quita de tu vida todo lo pesado y recibe el descanso de Jesús.
Ya no te estés lamentando por todo lo que no has logrado hasta ahora, ni comiences el nuevo mes pensando que eres un fracasado…
Deja a un lado esos pensamientos que te dicen que ya no hay nada qué hacer.
¿Sabes que he hecho yo?
Decidí seguir el consejo del apóstol Pablo «…olvido el pasado, y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios me llama por medio de su Hijo Jesús». Filipenses 3:13-14
Échale tierra a tu pasado, olvídate de él, entrega tus cargas pesadas a Jesús y empieza esta nueva mitad del año sin sobrecarga. Me gusta pensar que somos como esos obreros de la undécima hora, de esos de quien nos habla Mateo 20:1-16… Muchos fueron contratados para trabajar desde las primeras horas y otros sólo una hora antes de terminar el día, sin embargo cada uno de ellos recibió el pago de una jornada completa. ¿Injusticia? No, Dios lo llama Gracia y yo también lo llamo así.
Digamos que eres ese obrero que fue contratado hace sólo un mes, o hace seis meses o hace unas cuantas décadas. No importa hace cuánto, el punto es que estás trabajando para Él y puede que tú seas de “los que llegaron tarde”… de los undécimos o de los que viven esperando escuchar su nombre para empezar a trabajar.
¿Eres acaso de los que está sentadito en la plaza esperando tu turno para ser bendecido con un trabajo? ¿Estás esperando el turno para una promoción… el turno para obtener una recompensa, el turno para recibir el tan ansiado milagro?
Muchos se pelean con Dios en los momentos de espera, pero déjame decirte que Él es un empleador justo. Él ve tu esfuerzo, tu trabajo y estoy seguro de que pronto escucharás tu nombre por el megáfono espiritual…
Sí, tu nombre será voceado y tu milagro será una realidad pues también te pasará a ti lo que sucedió en Mateo 20. La espera no va a ser larga pues hoy mismo llegará tu recompensa con aquello que tu corazón anhela.
Tú, que piensas que eres de los que no ganan ni la rifa del colegio, ni la sorpresa en la chocolatina, Dios te va a levantar y vas a poder abrazar Sus promesas, así que no te desanimes.
Siempre he creído que el que ríe de último, ríe mejor así que levántate cada día a conquistar todo lo que está a tu alcance, no te rindas pues está cerca tu momento, tu turno está por llegar.
Disfruta este mes que queda y dale con todo. ¡Ánimo, que aún no ha llegado lo mejor!
No importa cuánto hayas estado esperando, Dios te va a conceder eso que más anhelas…
Realiza conmigo esta oración: “Señor, tú sabes lo que anhelo, oyes todos mis suspiros” Salmo 38:9 NTV
Y no olvides que nada se le escapa a Dios, ¡NADA! Aún tus suspiros los conoce.
Más que cualquier otra persona, Dios te conoce y te ama… incluso sabe lo que estás pensando en este momento.
Me emociona pensar que lo mejor está por venir y que estás a punto de escuchar tu nombre.
Es más, ya están llamando a tu puerta.
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