▷Encuentros en el Desierto

Es Tiempo de Conectar, junio 28

Encuentros en el Desierto

Muchas veces sentimos que nuestras oraciones no son contestadas, que Dios ya no nos habla y que estamos en un desierto.

Puede que estés pasando por un desierto, que después de mucho tiempo encendido como líder, ahora sientes que tu lámpara está apagada y ya no quieres saber más de Dios.

Es precisamente Dios el que está permitiendo todas estas circunstancias para volver a atraerte a Él.

Aprovecho este momento para orar por aquellas personas que se sienten alejadas de Dios.

Encontramos en Deuteronomio 8:1-10 «Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que el Señor prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído el Señor tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.

Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca del Señor vivirá el hombre.

Tu vestido nunca envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años.

Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así el Señor tu Dios te castiga.

Guardarás, pues, los mandamientos del Señor tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.

Porque el Señor tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel;
tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre.

Y comerás y te saciarás, y bendecirás al Señor tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.»

Es el Espíritu de Dios el que te lleva al desierto para que confíes solamente en Él, para que recuerdes Su fidelidad contigo.»

La Biblia nos muestra que en diferentes ocasiones Jesús se apartaba al desierto para hablar con Dios.

Lucas 5:16: «Mas Él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.»

Lucas 6:12: «En aquellos días Él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.»

Fue el Espíritu de Dios quien llevó a Jesús al desierto para hablar a su corazón y ungirle para la gran obra que le esperaba.

Muchas veces asociamos el desierto con algo malo, lo asociamos con sequedad.

Desierto significa un lugar que se caracteriza por tener una vegetación muy pobre debido a un clima extremadamente cálido o frío y a la escasez de lluvia.

Un lugar vacío de gente, donde no hay fruto y es precisamente allí donde nos lleva Dios para encontrarse con nosotros, sin gente, sin ruido, sólo tú y Él.

¿Con qué propósito se preguntarán ustedes? Para hablar a nuestro corazón.

Oseas 2:14 dice: «Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.»

La misma voz que habló a Jesús en el desierto es la misma voz que nos habla en esas circunstancias.

El tiempo en que Dios se encarga de que estemos quietos, es muy importante pues allí podemos escucharlo y aprender a depender sólo de lo que Él nos da.

Todos pasamos por momentos de desierto, pero esos momentos no son necesariamente malos, pues nos acercan a Dios.

Es en el desierto donde Dios nos enseña humildad y dependencia total en Él. Allí vemos su poder y logramos comprender que es Él quien nos sostiene y hace todo, y no nosotros.

Moisés pasó 40 años en el desierto.

Cuando cada uno de nosotros pasamos por nuestro propio desierto, es allí donde aprendemos a ser más compasivos, menos duros, más sensibles y donde se desarrolla dependencia de Dios para que de esta manera finalmente aprendamos que sus caminos no son nuestros caminos y que sus pensamientos no son nuestros pensamientos.

Dios quiere hablarte, El anhela que lo escuches, pero en muchas ocasiones estás más ocupado quejándote o afanado por las situaciones que a diario te toca vivir que te olvidas de callar delante de Dios.

Los desiertos son silenciosos, son esa clase de episodios que quisiéramos obviar, de esos momentos que no quisiéramos que existieran, porque simplemente nos desesperamos al no ver ni oír nada, y por más que caminamos, seguimos sin percibir vida alguna, ni sonido alguno.

Es en el desierto donde Dios nos sustenta con maná, donde nuestros vestidos no se envejecen, el gas para cocinar nunca se acaba, los zapatos te duran años y donde tu piensas que no vas a alcanzar, pero donde Dios es el que finalmente te sostiene.

Marcos 1:12-13 dice: «Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.»

En el desierto te sirven ángeles y donde Dios lo permite para que sepas quién es el que te sustenta aún en medio de la prueba más intensa. Él está contigo, nunca pasas hambre cuando con Dios estás acompañado en el desierto.

Dios quisiera trasladarnos todos los días a este desierto espiritual para que le pongamos atención y Él nos pueda hablar, nosotros debemos permitir que esto acontezca, nuestra alma debe anhelar que el Señor todos los días nos aparte a este lugar en donde sólo estamos nosotros y Él.

Encontramos en Deuteronomio 8:8-10 lo que Dios te promete en el desierto:

«Porque el Señor tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. Y comerás y te saciarás, y bendecirás al Señor tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.»

Serás saciado, bendecido y nada te faltará.

Isaías 43:19 dice: «Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves?

Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía.»

SI… ABRIRÁ CAMINO, ABRIRÁ PUERTAS QUE NADIE PUEDE CERRAR.

Ora conmigo en este momento: Dios mío, abre camino en medio del desierto, háblanos, haznos escucharte y que seamos saciados, bendecidos por ti en medio del desierto.

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