Devocional diario febrero 14
La voz de mi Amado que llama
Es bello experimentar encuentros con nuestro Amado, poder dedicarle un salmo y que de nuestro corazón, salga poesía para Dios.
Una gran mujer de Dios, KATHRYN KUHLMAN, luego de atravesar momentos difíciles en su vida, oró diciendo: «Señor, soy nada. Si quieres tomar la nada y con la nada hacer algo… aquí estoy». Su entrega incondicional fue la clave para una vida poderosa en las manos de Dios.
Salmo 5:3
«Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré» Cuando no sientas la presencia de Dios, no es Él quien se ha movido sino nosotros, nos alejamos por estar ocupados o somos tan bendecidos que nos olvidamos de dónde provienen todas nuestras bendiciones y, poco a poco, la voz de Dios que escuchábamos comienza a silenciarse.
Este es un día para reavivar el amor entre nosotros y Dios.
Cantares 5:2-8
«Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche. Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?
Mi amado metió su mano por la ventanilla, Y mi corazón se conmovió dentro de mí. Yo me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra, que corría sobre la manecilla del cerrojo. Abrí yo a mi amado; pero mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió. Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros. Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis
a mi amado, Que le hagáis saber que estoy enferma de amor”
Cantares 1:5
«Hazme saber, Oh tú a quién ama mi alma»
Dios quiere que nos despertemos de nuestro adormecimiento. Cada día tenemos una invitación a buscar de Dios, a amarlo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Solo quien anhela tanto a Dios y a Su presencia, podría decir: «Estoy enfermo de amor». Es algo que por más que tomo unas cuantas dosis de Dios, no me es suficiente pues quiero más y más.
No nos imaginamos el grado de deseo que tiene Dios por nosotros… Nos cela, nos seduce, nos habla de un amor dormido, cuánto también quisiera Dios que nosotros lo amemos con esa misma pasión, con ese mismo fuego. Si tú ves a Dios, si tú te encuentras con Él dile que yo lo amo, dile que espero estar un momento a solas con Él, que nadie nunca me ha tratado como Él, nadie nunca me ha sanado como Él, nadie me enseñó a amar como lo amo a Él.
Tú y yo somos el objeto de su amor, nosotros le amamos pero Él nos amó primero porque se entregó por nosotros. Siempre «amor» va de la mano con «entrega». Si tú amas, no solo prometes sino que te comprometes. Con Dios debe ser igual, nuestro amor se debe ver reflejado en acción, en compromiso, en entrega, en fidelidad.
La oración para el Amado se convierte en un mensaje de texto de buenos días.
La adoración para el Amado se convierte en una serenata.
El compromiso para el Amado se convierten en los votos que sellamos en el altar.
El devocional para el Amado se convierten en cartas de amor.
La clase de hambre que busca Dios no es un hambre por sus milagros, no que lo busques por lo que Él pueda darte sino que Dios busca gente que tenga hambre de Él mismo.
Él promete hablarte «cara a cara, como habla cualquiera a su compañero» Éxodo 33:11
Serás llamado por tu nombre, cada uno de nosotros tiene un nombre especial porque Él nos llama de esa manera a Su presencia…Amada, Favorecida, Hijo, Tesoro, Princesa, Profeta, Mi deleite, Benjamín…
Por qué no derramar nuestro corazón ante nuestro amado y escribirle una carta donde le digamos cuánto lo amamos?
Salmo 29:3
«La voz del Señor está sobre las aguas; resuena el trueno del Dios de la gloria; el Señor está sobre las aguas impetuosas”
La voz de Dios siempre está de acuerdo con su Palabra. Puede sonar como tu voz pero es el Espíritu Santo hablando dentro de ti, como un silbo apacible, un mensaje enviado desde el cielo para ti.La voz de nuestro amado Dios puede convencernos de pecado pero nunca nos va a condenar.
La voz de Dios habló con Moisés a través de un fuego, también sobre las aguas, a mí me habla cuando estoy frente al mar y siento su inmensidad.
Escuchar su voz nos transforma y nos da un brillo especial, nos hace caminar seguros.
Dile a Dios: «Quiero oír tu voz, quiero que me reveles tu amor, quiero asistir a esa cita divina los 365 días»