
Es Tiempo de Conectar, febrero 002
De Ser Nadie a Ser Alguien
“En los días en que los jueces gobernaban Israel, un hambre severa azotó la tierra. Por eso, un hombre de Belén de Judá dejó su casa y se fue a vivir a la tierra de Moab, junto con su esposa y sus dos hijos. El hombre se llamaba Elimelec, y el nombre de su esposa era Noemí. Sus dos hijos se llamaban Mahlón(incertidumbre) y Quelión(fracasado). Eran efrateos de Belén, en la tierra de Judá. Así que cuando llegaron a Moab se establecieron allí.
Tiempo después murió Elimelec, y Noemí quedó sola con sus dos hijos. Ellos se casaron con mujeres moabitas. Uno se casó con una mujer llamada Orfa y el otro con una mujer llamada Rut. Pero unos diez años después murieron tanto Mahlón como Quelión. Entonces, Noemí quedó sola, sin sus dos hijos y sin su esposo. Rut 1:1-5
En estos días de expulsión de migrantes, de diásporas que salen de sus países buscando un mejor futuro, esta historia nos es familiar pues fue exactamente lo que hizo esta familia procedente de Belén.
Encontramos a unas mujeres viudas y vulnerables, Noemí decidió regresar a Judá y Rut se fue con ella; como viudas, sabían que iban a enfrentar grandes dificultades. La condición social en la que se encontraban era precaria. Eran mujeres, viudas, sin hijos y sin quien las sustentaran.
Cuando Noemí, la suegra de Rut, le dijo que se fuera a hacer su propia vida, ésta le responde con unas hermosas palabras que llegan hasta nuestros días:
“A donde tú vayas, yo iré; dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.” Vs.16.
La lucha por la supervivencia en una tierra extranjera no impidió que Rut cumpliera su palabra y su valor, su cariño y su amistad por Noemí prevalecieron.
Rut como buena migrante era una gran trabajadora y se fue a recoger los restos de la cosecha, una práctica común entre los más desfavorecidos de la sociedad de aquella época pero Dios mostró su favor y tuvo la oportunidad de comenzar una nueva historia familiar, gracias a Booz un hombre rico, dueño del campo donde trabajaba Rut y se convirtió en su rescatador casándose con la viuda de Mahlón, restableciendo la situación de Noemí y dándole posteridad a Rut.
Así, con este desenlace inesperado, la familia de Noemí volvió a tener esperanza, Rut y Booz se casaron y tuvieron un hijo que llamaron Obed quien fue el padre de Isaí y abuelo del rey David y ascendiente de Jesús.
Aprendemos varias cosas:
1. Dios jamás nos abandona a pesar de las muchas pruebas y aflicciones, mantiene su cuidado sobre nosotros y tiene el control. Rut pasó por muchas dificultades, pero contó siempre con el favor de Dios.
2. Dios es soberano en las cosas rutinarias de la vida y podemos confiar en Él.
3. Dios premia cuando servimos desinteresadamente. Rut estuvo dispuesta a servir y cuidar a una anciana y con cariño y entrega cuidó de Noemí como si fuera su propia madre.
4. Rut y su suegra, Noemí, superaron juntas el dolor de la pérdida.
Después de todo el sufrimiento por el que pasaron, la lealtad y el cariño que se mostraron nos animan a llevar una vida basada en la lealtad y la verdadera amistad.
Dios da fortaleza para persistir en tiempos difíciles y fortalece a quienes se sienten débiles e indefensos. Ellas acudieron a Dios, buscaron su dirección y él las ayudó.
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