Es Tiempo de Conectar, febrero 02

Cómo entablar una amistad con el Espíritu Santo

La amistad con el Espíritu Santo es uno de los mejores regalos dados por Dios a sus hijos, es decir a nosotros.

A lo largo de la historia siempre ha ofrecido su amistad, desde el mismo principio.

Lo hizo con Abraham y en 2 Crónicas 20:7 dice, «Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?»

¿Por qué en la Biblia Dios mismo querría dejar registrado que tenía amigos?

Salmo 25:14 «La comunión íntima de Dios es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.»

Dios le otorga su amistad a todos quienes tengan un corazón dispuesto, a una vida que quiera ir más allá de un compromiso dominguero. Ese nivel de amistad profunda es el que Dios busca… Tal fue el caso de Enoc, cuyo caminar con Dios lo hizo merecedor de ser llevado por Él.

Para ser amigos necesitamos hablarle, saber que Dios Padre estuvo presente en el Antiguo Testamento, y Jesús en el Nuevo y cuando ascendió a los cielos dijo: “Les voy a enviar al Consolador, Él estará con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.»

Quién está con nosotros ahora es el Espíritu Santo, una persona que escucha, que siente, que ama, que consuela, que protege, que te satisface, es más de lo que puedo describir con palabras…. El Espíritu Santo es todo para mí.

A veces nos distanciamos de Él y hacemos como si no existiera, lo usamos para lo que nos conviene y somos sólo siervos de Dios, mas no amigos.

El mismo Jesús lo dijo en Juan 15:15, » Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes.”

El privilegio de ser contados como amigos de Dios, no tiene comparación.

Enoc elevó tanto su corazón para ver a Dios que le permitió que lo viera en plenitud y que pudiera atravesar la frontera de los cielos. Dios quiere llamarte amigo, quiere cautivar tu corazón y atraerte nuevamente a Él.

Compártele partes de tu vida, tus tristezas, tus preocupaciones, Él tiene el poder para levantarte, para restaurarte por completo. Atiende a su voz y te convertirás en su acompañante celestial. Es mejor vivir con Él un minuto en su presencia que mil años fuera de ella.

Gálatas 5.25 (NBD), «Puesto que vivimos por el poder del Espíritu, sigamos la dirección del Espíritu.»

La presencia del Espíritu Santo vendrá cada vez que decidas buscarle para enseñarte cosas grandes y ocultas, como dice Jeremías 33:3.

Cuando te haces amigo del Espíritu Santo nunca más volverás a sentirte solo.

David le decía a Dios en el Salmo 63: 1-3 «Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas. Para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario.

Porque mejor es tu misericordia que la vida. Está mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido.»

«Mejor es tu misericordia que la vida»… Es decir prefiero estar contigo que en cualquier otro lugar.

La amistad íntima con Dios te hace darle el primer lugar en tu vida, sin importar la hora que sea. Hay veces que ni quisiéramos irnos de su presencia, seguir orando, seguir diciéndole cuánto le amamos, eso es tener intimidad (cuando no te importa el resto y sólo quieres estar tú y Dios).
Hemos sido creados para tener intimidad con Dios y es por eso que somos seres trinos pues Dios colocó su Espíritu dentro de nosotros.

En el momento que te creó dijo, quiero dejar un espacio en tí llamado espíritu a dónde va a venir mi Espíritu y desde donde te vas a comunicar conmigo.

Proverbios 3:32, «Mas su comunión íntima es con los justos.»

La comunión íntima es una relación personal que surge a partir del conocerse profundamente y de caminar juntos.

En la intimidad podemos confiar que Dios está por nosotros, que nunca nos dejará ni nos abandonará.

El único requisito para que tengas intimidad con Dios es que seas tú mismo, si queremos llevar nuestra relación de intimidad a otro nivel no podemos fingir ni pretender ser algo que en realidad no somos. Cuando la presencia de Dios nos rodea es allí que descubrimos verdaderamente quiénes somos.

La intimidad te lleva a recibir y a dar, sin esperar nada a cambio. Una vez que recibes, quieres entregarte cada vez más. Él quiere ser tu primer amor y que tu seas como la esposa que está dispuesta a pagar el precio para tener intimidad con él.

Él precio que pagó Jesús fue su propia vida por ti, es por eso que el Amado espera total pasión y devoción tuya hacía Él.

Pasión significa vehemencia, ardor, entusiasmo, arrebato, delirio, ceguera, excitación, efervescencia, apasionamiento, fervor, cariño, fuego ,incendio, una acción de padecer… por eso se conoce como la pasión de Jesucristo porque pudo más su amor que la razón.

David decía Salmos 51:11, “No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu Santo Espíritu.»

Fuimos creados para amarle y para pasar tiempo junto con él, para que le cuentes todos tus proyectos y te hagas su amigo. Pueden quitarnos todo, trabajo, salud, ministerio pero al Espíritu Santo nadie me lo puede quitar porque la vida sin Dios es gris mientras que conocerle es lo más grande que me ha pasado en la vida. ¡ME CAMBIÓ! Y no volví a ser el mismo después de conocer al Espíritu Santo como amigo, me convertí en un eterno enamorado.

“…No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Zacarías 4:6

Para concluir, necesitamos su guía, su consuelo, su ayuda, su consejo, su fuerza.

Si tenemos encuentros diarios con el Espíritu Santo sufriremos una metamorfosis como si nos incendiáramos, saldremos con quemaduras de 3er grado…Todos los que nos vean sabrán que estuvimos con Él.

Ora conmigo: “Todo mi ser te desea por las noches; por la mañana mi espíritu te busca.” Isaías 26:9 (NTV).

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