Es Tiempo de Conectar, febrero 17
Dios hará algo por ti
Hay una mujer en la Biblia de la que no se menciona el nombre sino la provincia de dónde era oriunda y este pasaje lo encontramos en 2 Reyes 4:8-37,
“Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.
Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que este que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.
Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió.
Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él.
Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo.»
Hay oportunidades en la vida cuando no puedes estar esperando qué te van a dar sino qué puedes dar tú.
La generosidad de la sunamita hizo que el favor de Dios estuviera con ella y que se le preguntará: «¿Qué quieres que Dios haga por ti?».
Cuando somos solícitos y servimos con un buen corazón no esperando ninguna recompensa, va a llegar el momento en que se va a hacer justicia y se nos va a preguntar, hijo mío, hija mía ¿qué quieres que haga por ti?
«Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta. Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.» 2 Reyes 4:14-16.
Tan grande era la bendición que estaba guardada para la sunamita que el profeta Eliseo fue específico con ella.
De la misma manera, Dios tiene respuestas específicas a tus necesidades.
Dale a Dios excusas para bendecirte como lo hizo esta mujer que fue muy generosa y construyó una habitación para el profeta, cuando nadie se lo había solicitado.
¿Cómo estás sirviendo con las bendiciones que Dios te ha dado? Puedes ser un odontólogo exitoso, o una ingeniera o un constructor o un empresario o una ama de casa, te invito a que construyas una habitación, un lugar donde Dios no solo te visita sino que se queda contigo y te usa para que proveas para las necesidades de la Obra de Dios.
«Más la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho. Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores; y dijo a su padre: !!Ay, mi cabeza, mi cabeza!
Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.
Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió. Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese. El dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo. Y ella respondió: Paz.» 2 Reyes 4:17-23
Resulta que la promesa que Dios le había hecho a la mujer sunamita MURIÓ.
Te pregunto: ¿Cuándo dejaron de tener vida las promesas de Dios en ti?
¿Por qué te impacientas? Hoy Dios quiere que te diga ¡PAZ a tu corazón, Él va a cumplir!
«Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere. Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita. Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.» 2 Reyes 4:24-26.
Recuerda que tu respuesta a la voluntad de Dios nunca puede ser de desgracia, ni de tristeza.
La sunamita respondió, «estoy bien.»
Ella no le dijo por lo que estaba pasando, no habló de su sufrimiento, sino que abrazó su promesa: «Voy a estar bien porque Dios es bueno.»
Mientras que el esposo le preguntaba: ¿Para qué vas a buscar al hombre de Dios?
Es que muchas personas se entrometen con sus opiniones diciendo: «Dios no te va a escuchar, ya tantas veces has pedido por lo mismo así que entierra ya esa promesa y déjala morir.
¡Tu hijo no va a vivir! ¡Tu hijo nunca será cristiano! ¡Nunca podrás tener un hijo! ¡No se puede! ¡Eso es imposible!.
Ten la fe de la sunamita pues ella siguió avanzando y creyendo porque había decidido construir una habitación para el varón de Dios y dijo: «Estoy bien porque si Dios está en mi casa, ALGO SUCEDERÁ.»
“Sin embargo, cuando ella se encontró con el hombre de Dios en la montaña, se postró en el suelo delante de él y se agarró de sus pies.
Giezi comenzó a apartarla, pero el hombre de Dios dijo: «Déjala. Está muy angustiada, pero el Señor no me ha dicho qué le pasa».
Entonces ella dijo: «¿Acaso yo te pedí un hijo, señor mío? ¿Acaso no te dije: “No me engañes ni me des falsas esperanzas”?».
Enseguida Eliseo le dijo a Giezi: «¡Prepárate para salir de viaje, toma mi vara y vete! No hables con nadie en el camino. Ve rápido y pon la vara sobre el rostro del niño».
Pero la madre del niño dijo: «Tan cierto como que el Señor vive y que usted vive, yo no regresaré a mi casa a menos que usted venga conmigo». Así que Eliseo volvió con ella.
Giezi se adelantó apresuradamente y puso la vara sobre el rostro del niño, pero no pasó nada. No daba señales de vida. Entonces regresó a encontrarse con Eliseo y le dijo: «El niño sigue muerto». 2 Reyes 4:27-31.
La sunamita fue en busca de su milagro.
Aun si todo está oscuro y sin esperanza para ti, tienes un Dios más grande.
Las malas noticias no importan, las injusticias no te tocan, los diagnósticos médicos pueden ser revertidos, los problemas financieros pueden ser arreglados cuando buscas a Dios y le construyes un lugar en la habitación de tu corazón, tendrás paz y podrás decir, «Estoy bien. ¡Algo hará Dios por mí y por mi familia!»
«Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama.
Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová. Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.
Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.
Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo. Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.» 2 Reyes 4:32-37.
Job decía: «Yo sé que mi redentor vive y al fin, me levantará.» Entonces, aun cuando veas promesas muertas, Él tiene el poder para volverlas a la vida. Nuestro Dios es un Dios de restitución.
Estás a punto de ser levantado por Dios, aquellas cosas con las que hacías batalla, cada una de ellas se convertirán en tus más grandes victorias.
Lo que hoy te acontece es para fortalecerte y para dar testimonio del gran poder de Dios.
¡Dios puede intervenir en todas tus circunstancias.!
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