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Es Tiempo de Conectar, enero 22

Días grises

“Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Se fue a Beerseba, una ciudad de Judá, y dejó allí a su sirviente. Luego siguió solo todo el día hasta llegar al desierto. Se sentó bajo un solitario árbol de retama y pidió morirse: «Basta ya, Señor; quítame la vida, porque no soy mejor que mis antepasados que ya murieron».” 1 Reyes 19:3-4

Cuando pasamos por momentos grises es fácil perder la perspectiva, el sentido de la vida y el enfoque y terminamos deprimidos. Hombres y mujeres de Dios de la Biblia experimentaron esto en algún momento, Jonás, el rey David, los discípulos que iban camino a Emaús y muchos otros.

Los médicos dicen que la depresión a corto plazo es tan común como un resfriado y los que seguimos a Jesús no somos la excepción.

Hay momentos de incertidumbre, de soledad, de perder el propósito, y algunas personas son propensas a la depresión y deben acudir a un médico para que les prescriba.

Otros dependemos de glorias pasadas, de grandes experiencias, de momentos altos en nuestra vida que extrañamos y decimos como los demás que todo tiempo pasado fue mejor.

Pero Eclesiastés 7:10 nos dice, “No añores «viejos tiempos»; no es nada sabio.”

Todos tenemos tiempos pasados que recordamos con nostalgia, épocas en las que experimentamos gran satisfacción, felicidad y bendición de una manera especial; épocas gratas y experiencias inolvidables.

Miramos con añoranza aquellos años, lugares o relaciones pero cometemos un error si hacemos de esos momentos altos de nuestra jornada el factor más importante de nuestro gozo y paz.

El problema es cuando nuestro sentido de valor depende del pasado pues perdemos fácilmente el enfoque del presente.

Esa nostalgia se convierte en descontento, el descontento en ingratitud y esa ingratitud nos puede llevar a la queja y murmuración contra Dios. Como el pueblo de Israel, que luego de ser liberado de Egipto se quejó por su condición presente; la añoranza se convirtió en queja y pecaron contra Dios (Nm 11:4-10).

Al experimentar estos momentos bajos que son tan comunes en el ser humano, ¿cómo reaccionas?

¿Te refugias en el alcohol, en alguna adicción dañina, te apartas y no quieres hablar con nadie, reniegas?

Cultivar tu intimidad con Dios es lo mejor que puedes hacer en esos momentos, puedes ir a Dios en oración, apagar tu celular y las redes sociales, dejar que el Espíritu Santo tome control de tus pensamientos, cantar un coro, abrir tu Biblia y leer un pasaje.

Comienza tu día con agradecimiento, renuncia a buscar las razones, el por qué, y acepta que muchas respuestas no las vamos a encontrar a este lado del cielo y acepta que Dios está en control.

Una de las mejores medicinas para esos momentos bajos es enfocarte en las necesidades de los demás, orar por las grandes necesidades de otras personas que conoces.

Sé intencional en buscar y ser parte de un grupo de oración, así sea por Zoom, ó ser parte de un grupo de voluntarios en tu iglesia o comunidad.

Elige formas saludables de combatir la depresión, haz ejercicio, disfruta de alguna actividad al aire libre, cambia tus hábitos.

Memoriza porciones de la Escritura,

“Todo lo puedo en cristo me fortalece.” Fil. 4:13.
“Nada me podrá separar del amor de Cristo.” Rom. 8:35.
“El Señor suplirá todas mis necesidades según sus riquezas en gloria.” Fil. 4:19

Aprendemos del Apóstol Pablo en 2 Cor. 4:8-10,

“Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación. Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos. 

Mediante el sufrimiento, nuestro cuerpo sigue participando de la muerte de Jesús, para que la vida de Jesús también pueda verse en nuestro cuerpo..”

Gracias Jesús por entenderme y por haber experimentado momentos de soledad y de depresión. Úsame para animar y dar esperanza a otros. Amén.

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