Conociendo al Dios de milagros

Devocional diario mayo 08

Conociendo al Dios de milagros

1 Samuel 1: 1-6

En Ramá, un pueblo de los cerros de Efraín, vivía un hombre llamado Elcaná. Sus antepasados fueron: Jeroham, Elihú, Tohu y Suf. Todos ellos eran descendientes de Efraín.

Elcaná tenía dos esposas: Peniná y Ana. Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno.

Cada año Elcaná y su familia salían de su pueblo para ir al santuario de Siló. Allí adoraban al Dios todopoderoso y presentaban ofrendas en su honor. Allí también trabajaban dos hijos del sacerdote Elí, llamados Hofní y Finees.

Cuando Elcaná presentaba un animal como ofrenda, les daba una parte de la carne a Peniná y a sus hijos. Pero a Ana le daba la mejor parte porque la amaba mucho, a pesar de que Dios no le permitía tener hijos.

Como Ana no tenía hijos, Peniná se burlaba de ella.”

Esta es la historia de Elcaná y sus 2 esposas Ana y Penina.

Elcaná era un hombre rico de buena posición económica, solo hombres de buena posición podían tener mas de una mujer pero a pesar que Ana seguramente tenía una casa muy linda, y todas las comodidades, había algo que le faltaba: «Conocer al Dios de Milagros,» hay personas que nos escuchan que tienen todo, han sido muy bendecidos pero sienten que algo les falta. Que hay un milagro que necesitan, que, aunque se ven rodeados de la bendición de Dios no la sienten total.

Existen muchas cosas más importantes que el dinero no puede comprar:

El dinero puede comprarte una casa, pero nunca podrá darte una familia, eso lo puede hacer Dios.

El dinero puede comprarte un buen médico, pero no puede darte la salud que Jesús ganó en la cruz por ti. El dinero puede comprarte una cama, pero no el sueño, el único que se lleva toda ansiedad y nos hace dormir en paz es Dios y estar en su presencia.

El dinero puede comprarte un lindo reloj, pero no podrá comparte tiempo… Dios es el Dios de los tiempos.

En fin, el dinero puede comprar muchas cosas, pero nunca podrá comprarte paz, esperanza, felicidad y mucho menos la vida eterna.

Igual que Ana todos nosotros sin importar nuestra posición necesitamos conocer al Dios de milagros. Ana era estéril y quería tener un hijo varón.

Para muchos la esterilidad es sinónimo de maldición, de vergüenza, fracaso.

Y así como Ana, todos nosotros en el fondo de nuestro corazón, hay un milagro que necesitamos de Dios.

De repente tú necesitas un milagro financiero, una sanidad, un milagro familiar o quizás es algo que solo tu conoces en el fondo de tu corazón. En realidad, yo no sé cuál es el milagro que tu necesitas de parte de Dios, pero lo único que sí sé es que Dios es poderoso para suplir todas tus necesidades incluyendo ese milagro que tu necesitas.

Muchas son las personas que hoy en día han perdido la fe en el Dios de milagros, pero si tú quieres ponerte en posición de recibir un milagro tienes que creer en un Dios de milagros. Porque una cosa es creer en Dios y otra muy diferente es creer en un Dios que sigue haciendo milagros hoy.

El diablo muchas veces va a usar personas como Penina en nuestras vidas, personas que en vez de animarnos nos va a desanimar y nos van hacer pensar que las cosas nunca van a cambiar y siempre van a ser igual.

Penina hace que pierdas la esperanza, que mates tus sueños, y que no creas en un Dios de milagros. Pero si tu quieres conocer al Dios de milagros tienes que, a pesar de lo que te diga el mundo, a pesar de lo que digan las noticias y que tengas diagnósticos desmotivantes, creer en el Dios de milagros.

Yo te desafió a que creas que Dios puede prosperar a pesar de la crisis económica.

Yo te desafió a que creas que Dios te puede sanar a pesar de lo que dicen los médicos. 

V.7-10 “Tanto la molestaba que Ana lloraba mucho y ni comer quería. Todos los años, cuando iban al santuario, Peniná la trataba así.

En una de esas visitas, Elcaná le preguntó a Ana: «¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué te afliges? Para ti, es mejor tenerme a mí que tener muchos hijos.»

Ana dejó de comer, se levantó y se fue a orar al santuario. El sacerdote Elí estaba allí, sentado junto a la puerta. Ana estaba tan triste que no dejaba de llorar. Por eso oró a Dios.”

Ana no solo creyó en un Dios de milagros, sino que oró y derramó su corazón delante de su Dios.

Ora a tu Dios con todo el corazón, una oración que te quiebre hasta que Dios te responda, una oración ferviente, una oración valiente.

En el momento que tú empiezas a orar, empieza tu victoria; en el momento que tu empiezas a orar , empieza la derrota de tu enemigo, la derrota de la pobreza, la derrota de la enfermedad.

Cuando tu oras todos los recursos de Dios se ponen a tu disposición.

V.11 Y le hizo esta promesa:

«Dios todopoderoso, yo soy tu humilde servidora. Mira lo triste que estoy. Date cuenta de lo mucho que sufro; no te olvides de mí. Si me das un hijo, yo te lo entregaré para que te sirva sólo a ti todos los días de su vida. Como prueba de que te pertenece, nunca se cortará el cabello.”

Ana nunca se resignó con su situación, no se conformó con lo que tenía.

Ella nunca dijo: Seguro que Dios quiere que yo sea estéril , seguro Dios no quiere que yo forme una familia. Ella se aferró al Dios de milagros y creyó.

Cree que Dios tiene el poder para cambiar tu circunstancia.

No te resignes a una vida mediocre, se han conformado con su situación y no hacen nada por cambiar. Pero querido amigo no te resignes con la pobreza, con la enfermedad, ni siquiera con tu soltería, anda y arrebata las bendiciones que Dios tiene para tu vida.

Cuando nosotros oramos estamos haciendo que la mano de Dios se mueva y cambie nuestras circunstancias.

V 16-18 Pero Ana le respondió:

—Señor mío, no crea usted que estoy borracha. No he bebido vino ni cerveza. Estoy muy triste, y por eso estoy aquí suplicándole a Dios que me responda.

Entonces Elí le contestó: Vete tranquila, y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido.

Y Ana le dijo: ¡Usted sí me comprende!

Dicho esto, Ana regresó a comer y dejó de estar triste.”

Una vez que Ana recibió la palabra por parte del profeta, cambió su actitud de tristeza, amargura y desánimo.

Si queremos recibir el milagro, debemos cambiar nuestras actitudes frente a las circunstancias. La verdad es que muchas veces no podemos controlar nuestros problemas, pero siempre podemos controlar nuestra actitud. No podemos estar pidiéndole a Dios con una actitud negativa y pesimista.

Por el contrario, Ana cambió su actitud porque supo en su corazón, Dios ha escuchado mi oración y me va a responder.

V.19-20 A la mañana siguiente, Elcaná y su familia fueron al santuario para adorar a Dios, y después de eso regresaron a su casa en Ramá.

Tiempo después, Elcaná y su esposa Ana tuvieron relaciones sexuales, y Dios permitió que ella quedara embarazada. Cuando nació el niño, Ana le puso por nombre Samuel, porque Dios contestó su oración.”

Dios se acuerda de ti, Él es el Dios de milagros.

Mi fe vuelve a estar viva en mi Dios de milagro, oramos hoy y Dios nos oye. El tiempo ha llegado para dar respuesta a tus oraciones.